La bondad de unas nuevas elecciones
Bieito Rubido.- Tal vez no sean tan malas unas terceras elecciones. No es que yo las desee, ni siquiera que las proponga. Pero visto lo visto y escuchado a Rivera, junto al sonoro silencio de Sánchez –el de Mojácar–, me temo que vamos camino de otra convocatoria, de la que podría salir un gobierno más fuerte que el que ahora se logrará formar en el mejor de los escenarios.
Por eso, ahora mismo la pregunta es: ¿sería tan nefasto volver a las urnas? Empiezo a pensar que no. Porque si el cuerpo electoral español se comporta como ya lo hizo el 26 de junio, dejaremos una buena lección para las venideras generaciones de políticos. Honestamente, creo que los ciudadanos van a echar a algunos a gorrazos. En contra del lugar común que se escucha por todas las esquinas, ese de que «los españoles no perdonarían unas terceras elecciones», se me antoja a mí que estamos ante la oportunidad de poner al descubierto la simpleza de más de un político que ni siquiera tiene claro lo que dice la Constitución.
A día de hoy, no quedan más alternativas que unas nuevas elecciones o un nuevo intento de Sánchez.