Ojo a la mesa
José María Carrascal. Entre hoy y mañana sabremos si hay acuerdo de gobierno. O, si lo quieren en negativo, si vamos a nuevas elecciones o no. ¿Cómo?, me preguntarán, hartos de que políticos, encuestadores y periodistas les tomemos el pelo con todo tipo de predicciones, falsas la mayoría. Pues muy sencillo: porque entre hoy y mañana tiene que formarse la Mesa del nuevo Congreso, una versión reducida del mismo –sólo nueve miembros–, y si no son capaces de alcanzar un acuerdo mal podrán formar ese gobierno “amplio y estable” que todos dicen desear.
Vayamos por partes. La Mesa se compone de un presidente, cuatro vicepresidentes y cuatro secretarios, según los votos obtenidos. Dadas las escasas diferencias en la legislatura anterior, se decidió que la presidencia de la Cámara y la del Gobierno no coincidieran, yendo el cargo a Patxi López, un socialista, que dio prueba de todo menos de imparcialidad. Ante lo que los populares, con muchos más votos, no quieren correr riesgos y exigen lo que les pertenece: el sillón presidencial y cuatro sillas, distribuyéndose las cuatro restantes entre los demás. Pero como eso sentaría un pésimo precedente para la dura negociación del próximo gobierno, el PP está dispuesto a ceder una de sus sillas a Ciudadanos, conservando la presidencia. No satisface, sin embargo, al resto y Ciudadanos ofrece un compromiso: será uno de los suyos quien ocupe la presidencia de la Mesa. Algo que el PP sólo está dispuesto a aceptar si Ciudadanos apoya la candidatura de Rajoy a la presidencia del Gobierno, en vez de limitarse a abstenerse en la votación. Demasiado para un Rivera que camina sobre el alambre. Otro que tal es el PSOE, que propone la siguiente asimetría: serían ellos quienes cedieran la silla a Ciudadanos, que con los dos de Podemos y con López en la presidencia controlarían la Mesa. Algo que de ninguna manera está dispuesto a consentir el PP. Para no ser menos, Iglesias ha presentado también su apuesta: sería Xavier Domènech, líder de su formación en Cataluña, aquel a quien estampó un besazo en la boca en el Congreso, quien presidiría este, con el apoyo del PSOE y los grupos mixto y de los independentistas. Los socialistas le han dicho que no y es muy probable que lo hagan también los nacionalistas, que empiezan a ver en Podemos, como le ocurre al PSOE, su mayor enemigo.
Temo que, en vez de haberles aclarado la situación, no haya hecho más que confundirles aún más de lo que estaban. No se preocupen. A ellos les ocurre exactamente lo mismo, atrincherados en sus posiciones, disparando contra los demás y cruzando acusaciones. Sólo les hará entrar en razón verse ante el abismo de unas nuevas elecciones expuestos a la furia de los votantes. Tienen 48 horas para nombrar la Mesa del próximo Congreso.