Afortunadamente para el imperio de la verdad final, son muchas las opiniones de prestigio y bien documentadas en el mundo literario, historiográfico y periodístico internacional que han puesto en su sitio las pretensiones políticas mezquinas, de traición al noble concepto de patria y de manipulación de la sociedad al antojo materialista del comunismo tóxico y desprovisto de valores edificantes, que han caracterizado a una parte de la izquierda, la que se define por el marxismo radical, anticlerical, anarquista, excluyente y genocida.

Una de esas opiniones es la del brillante historiador hispanista estadounidense Stanley G. Payne, quien entre otras, nos brinda en su obra una espléndida radiografía del problema social que generó la Guerra Civil Española, animada por la invitación del Frente Popular de 1936. Payne habla del ambiente de crispación, de provocación continua y de atentados a cargo de la República contra la derecha española de forma directa o indirecta a través de sus pistoleros de las Chekas, que llega a su punto álgido con el asesinato de Calvo-Sotelo, siendo este momento el que se puede considerar como el detonante de la sublevación franquista y del consecuente conflicto armado.

La izquierda siempre cargó a la derecha la responsabilidad del inicio de la guerra, pero Payne y muchos más sabemos que fue aquella la que puso en bandeja el comienzo de la contienda que no deseaba la mayoría de los españoles, ni siquiera el ejército del General Franco, pero tristemente para España al principio y alegremente en su final con la primavera de 1939, no nos dejaron otra salida. Una vez más, se pone de manifiesto como las guerras las comienzan las izquierdas y las ganan las derechas.

Ya en 1977, antes de los primeros sufragios democráticos en España después del Franquismo, la izquierda radical española parecía no tener bastante tras el correctivo recibido en la Guerra por el Bando Nacional y en un alarde de masoquismo ideológico trasnochado, vuelve a federarse al más puro estilo frente popular, presentando el antidemocrático partido “Frente Democrático de Izquierdas” a las primeras elecciones de la transición política y consiguiendo unos resultados de fracaso, como era previsible. Genio y figura.

Tuve el enorme placer de seguir aprendiendo con Stanley G. Payne hace un par de días, escuchándolo en una entrevista concedida a Radio Nacional de España. Payne afirma que en los dos años previos a la Guerra Civil, una mitad de España era ignorada por la República y sus principios rectores, boicoteada en todas sus iniciativas, vetada en todas sus propuestas y provocada por sistema en su sensibilidad espiritual, para pasar en una fase final al asesinato político contra personalidades del sector conservador.

Con este caldo de cultivo, Payne dice que a la derecha española solo le quedaban dos alternativas en aquellos años difíciles para hacer valer sus intereses pisoteados por la alianza de izquierdas: La resignación cristiana o la sublevación militar. Valedor de sus conocimientos de sociología política, el prestigioso hispanista asevera en que una masa social machacada durante un periodo dilatado en cualquier país del mundo y sin posibilidad fructuosa de diálogo con el oponente, termina compensando su impotencia de poder reclamar un respeto al menos a su razón, mediante la exhibición de un comportamiento tipificado de manual en su instinto de supervivencia y este es la rebelión armada. Es decir, la derecha española era y es cristiana, pero no imbécil.

La izquierda radical es fundamentalmente genocida, nadie dirá aquí algo distinto a que los dos extremos políticos en algún momento y en cualquier país del mundo que sufrió un conflicto civil, practicó el genocidio, pero la izquierda española es especialista en promocionar el genocidio de la derecha, obviando el suyo propio y autores de solvencia como César Vidal, demuestran como el censo de ejecuciones en el mundo por causas de clase, políticas o religiosas en el transcurso de guerras civiles, supera ampliamente el perpetrado por la izquierda al que cursó la derecha. En su libro “Katyn-Paracuellos, un ensayo sobre el genocidio de la izquierda”, Vidal muestra datos numéricos elocuentes de la aseveración anterior y aquí me remito a las más de 2.000 personas ejecutadas por el Bando Republicano, es decir, los rojos, a solo cinco meses del inicio de la Guerra Civil Española.

Si hay algo que domina la izquierda política española y también la internacional es la propaganda, sacar rédito del populismo, de cualquier polémica, desorden social, reivindicación de cualquier naturaleza y desviar la atención pública de los temas cruciales dirigiéndola con habilidad hacia los asuntos triviales, las soluciones que no llegan, las discusiones rancias, las falsas solidaridades y en definitiva la arenga caduca de la dialéctica marxista. Han llegado siempre con la misma música en periodos claves de la historia de España, periodos delicados y fácilmente aprovechables, insultando a propios y extraños, descalificando y burlándose de la sensibilidad católica de la mayoría de la derecha, siempre han fracasado y ahora lo vuelven a intentar, también divididos, pero queriendo vender una falsa unión, esta vez le toca a PODEMOS la formación del Frente Popular, el fracaso está garantizado, bien a la postre como grupo político o por las consecuencias nefastas para todos si esta marea del mal, de la laxitud y de la vagancia consigue meterse en el Gobierno de España, solo queda por saber si la reacción de la derecha se remitirá o no a los manuales a los que alude Payne, la provocación no tiene límites y la respuesta a ésta, aunque menos previsible, tampoco, veremos que pasa.