15 de marzo de 2015. Se disputa en Madrid la vuelta de la eliminatoria de octavos de final de Champions League entre el Atlético y el PSV Eindhoven holandés. El partido acabó con 0-0 y los de Simeone se acabaron llevando el triunfo en una tanda de penaltis agónica. Pero una de las noticias de la jornada no se produjo en el césped del Calderón, sino en la plaza Mayor de la capital, varias horas antes.

Los hinchas neerlandeses que vinieron a España a ver el encuentro aprovecharon el día para hacer algo de turismo por la ciudad. Un grupo de aficionados que estaba en una terraza se dedicó a lanzar monedas a un grupo de mujeres que pedían limosna mientras se reían. La escena, grabada por algunos testigos, fue muy comentada en medios de comunicación, con calificativos como “vergonzosa”, “humillante” o “bochornosa”.

Sin embargo, al parecer las consecuencias no se han quedado en el escarnio público, pese a que el hecho en sí, indudablemente de muy mal gusto, no constituyera ningún delito, y a que las propias pedigüeñas dijeran más tarde que aquel día multiplicaron su recaudación habitual. La directiva del PSV indicó en su momento que los hechos iban “más allá de todas las normas y los valores del club”, por lo que harían todo lo posible para identificar a los implicados (a cinco se les ha prohibido entrar al estadio), a pesar de que todos se habían arrepentido. Pero las reacciones van más allá.

Según La Información, el asunto ha caído tan mal en la opinión pública holandesa que la población se está cebando con ellos. En uno de los casos, por ejemplo, el individuo sufrió un fuerte acoso vecinal, con acciones como pegar recortes de periódicos en la puerta de su domicilio, lo que le obligó a ausentarse del hogar durante varios días hasta que los ánimos se calmasen. Otro de ellos, al ser identificado por su empresa, perdió su trabajo.

Uno de los afectados se quejó en una entrevista: “Me fascina cómo lo han tratado los medios de comunicación. Lo único que hice fue darles dinero. Las mujeres dijeron que ojalá todos lo hicieran, aunque se rieran”. Además, protestó porque, aunque su nombre no se ha hecho público, sí se ha difundido su imagen: “Hasta a los pedófilos se les trata mejor, se les tapa la cara cuando se habla de ellos. La mía ha aparecido por todas partes”.

La prensa holandesa ha indicado, además, que este mismo implicado tiene un historial confuso. Sufre problemas mentales como autismo o trastornos del desarrollo, y de joven estuvo recluido en un centro de menores por provocar un incendio. Otro de los participantes, retenido en Madrid tras los hechos, no pudo acudir a un juicio en Holanda en el que se le acusaba de tráfico de drogas.