Patriotas rumanos se manifiestan frente a la sede del Partido Socildemócrata contra la construcción de de una “megamezquita” en el país

“La más bella expresión del diálogo entre nuestros dos países”. Así es como el presidente turco Recep Tayyip Erdo?a calificó el proyecto para la construcción en Rumanía de la mayor mezquita en suelo europeo, en el transcursde de una rueda de prensa con su homólogo rumano, Klaus Iohannis, de visita en Ankara el 23 de marzo.

Las autoridades rumanas habían vendido una parcela de 11 000 metros cuadrados, con un valor de 3,9 millones de euros, para la construcción de la “megamezquita”, financiada con fondos procedentes de Turquía.

A cambio, Rumanía solicitó a las autoridades turcas la construcción de una iglesia ortodoxa en Estambul. La respuesta fue negativa. “La ley turca no lo permite”, explicó el primer ministro rumano Victor Ponta. A lo más que llega el Gobierno de Ankara es a permitir la construcción de hoteles para los peregrinos cristianos que viajan cada año a Turquía.

Sin embargo el ‘doble rasero’ turco, el proyecto de la macromezquita sigue adelante, con una fuerte oposición por parte de la población y, sobre todo, de los intelectuales rumanos, inmunes aún a la lobotomización a la que están sometidos los de aquí. Creen que el islam es una fuente segura de conflictos y no quieren ver reproducidos en el país los episodios de violencia que se viven en las capitales europeos que concentran una elevada población musulmana. Miles de rumanos han salido a la calle en los últimos meses para oponerse al plan de su Gobierno, al que acusan de comprometer la seguridad del país a cambio de beneficios económicos particulares. Una certera radiografía de lo que sucede en muchos países europeos.

Pero Rumanía no ha sido el único estado europeo que ha recibido una propuesta de Erdogan para construcción de mezquitas a cambio de compensaciones económicas. Ya hizo el ofrecimiento en 2013 a las autoridades griegas, que sin embargo rehusaron el acuerdo. Ese año, la formación política Amanecer Dorado, refractaria a la islamización del país, figuraba al frente de los sondeos electorales. El encarcelamiento de su cúpula redujo poco más tarde sus expectativas.

Austria, por su parte, adujo que las leyes del país impiden a un país extranjero interferir en los asuntos religiosos internos. Lejos de conformarse, Erdogan trata de tomar ventaja utilizando para ello a la gran comunidad turca que vive en Austria. De hecho, Turquía controla a la mayor parte de las organizaciones que gestionan y controlan las mezquitas del país.

Ante esta situación de desventaja, Austria propuso impartir cursos de formación universitaria para los imanes en cuestiones como libertades democráticas y derechos de la mujer. La candidez de las autoridades europeas, como se ve, sólo es comparable a la vesanía de sus mentores.