España cuenta con algo más de 1.200 centros de culto para una población musulmana que, en marzo de este año, se estimaba en 1,85 millones de residentes. Algunos de esos lugares de culto están erigidos en mezquitas con minarete; muchos, en locales de muy variada apariencia y condición. Fuentes de la lucha antiterrorista estiman que alrededor de un centenar de esas mezquitas simpatizan con el salafismo, la tendencia islamista radical que inspira a movimientos armados como Al Qaida y Estado Islámico. El salafismo es tendencia al alza entre la emigración musulmana desde el 2010, año en que se celebraron en nuestro país diez congresos del islam radical, ocho de ellos en provincias catalanas.

Los arzobispos de Barcelona y Tarragona se han referido estos últimos días al incremento de fieles musulmanes en sus respectivas diocesis, para pedir respeto por sus creencias, y también más control de aquellos imanes que manipulan la religión en favor de un proyecto político. El cardenal de Barcelona, Lluis Martínez Sistach, señaló, en una entrevista en el portal de información religiosa CatalunyaReligió.cat, que “los cristianos no nos debemos oponer a la apertura de una sinagoga o de una mezquita”, a condición de que sepamos “quiénes somos”. “Si no sabemos quiénes somos, cuando nos viene algo nuevo, o nos lo tragamos todo o lo rechazamos todo, que eso es la xenofobia”. Según el cardenal, una identidad católica fuerte lleva a saber que “el perfil de Cataluña es el campanario”.

El prelado de Tarragona, Jaume Pujol, afirmó por su parte a Catalunya Radio que es preciso “vigilar que los imanes prediquen la religión en su sentido más profundo y no en el sentido de la guerra”. “Si una mezquita está impulsando a la guerra, al odio y al radicalismo, se debe actuar”, concluyó el arzobispo.

De las 226 mezquitas registradas en Cataluña, los expertos en Inteligencia calculan que alrededor de 50 están regidas por imanes vinculados a grupos salafistas árabes o próximos al islam radical. Además del análisis de los sermones de los viernes, para detectar un posible “discurso del odio” a Occidente, los expertos en lucha antiterrorista tratan de conocer también la procedencia de los fondos que manejan. La mayor parte de las mezquitas españolas están financiadas por fundaciones saudíes, inspiradas por la secta musulmana radical wahabí, y por otras organizaciones del Golfo Pérsico.