Mocito Feliz, de profesión “chupa-cámara”
Eva Sánchez.- Son las 18.30 y nos encontramos con Enrique en el portal de su casa de la malagueña calle Capuchinos. Con su chaqueta azul, su paraguas del brazo y una bolsa de revistas, nos saluda efusivo, ansioso por ofrecer una entrevista.
Sentados en un café y mientras se toma una Coca Cola sin hielo pretendemos conocer al hombre que se encuentra detrás del personaje. No es fácil encauzar la entrevista como otra cualquiera, porque Enrique se centra en presentarnos su currículum. Entusiasmado abre su bandolera y saca decenas de revistas, testigos de sus mejores momentos, en las que aparece detrás de los personajes ‘chupando cámara’, como él dice, su mejor especialidad.
Nos comenta sus participaciones como comentarista del corazón, de extra en un corto, su participación en una productora y un sinfín de colaboraciones en programas.
Pero queremos conocer al otro Mocito, al real, al que tenemos sentado a nuestro lado, un personaje peculiar al que la gente conoce por su gran habilidad de cantar un ‘pupurrí’ de canciones, hasta 200, según Enrique, en tres minutos. Lo que supone para él un motivo indiscutible para aparecer en el Libro Guinness de los Records.
Su infancia la desvela de largo: estudiante del colegio de los Salesianos, pronto comenzó su afición por la canción. Admirador de personajes como Raphael, Manolo Escobar y Rocío Jurado, a la que tiene un gran cariño, nos interpreta un trocillo de los estribillos de sus admirados personajes.
De su colegio quizá le venga su fe: se considera un católico practicante. Acude la iglesia casi a diario y en Semana Santa sale con varias cofradías como aguacero.
Confiesa que desde pequeño tenía una gran sensibilidad: “Me escondía a llorar, cualquier cosa me hacía sentirme mal”. No habla de sus líos amorosos y desvía la pregunta, pero reconoce que le gustan las mujeres bajitas y delgadas, “pero sólo como amigas porque no comprendo la relación entre un hombre y una mujer”.
Le gusta levantarse tarde y, sobre todo, ver la televisión y, cuando le dejan, participar de ella: “Sin la televisión moriría; es mi mayor ilusión, creo que por eso estoy en este mundo”.
‘MOCITO’ INCOMPRENDIDO
Pero el Mocito feliz, ese personaje sonriente y cantarín, se transforma en cuanto cruza el umbral de su casa: “Cuando salgo por la puerta de mi casa me convierto en el ‘Mocito feliz’, cuando entro pido comprensión”. La incomprensión de su padre hacia su particular profesión y forma de ver la vida, es uno de los dolores de Enrique, que comenta que su padre nunca le ha entendido “ni como artista ni como persona”.” En cambio mi madre me apoya un 70%”.
Pero dejando aparte los dramatismos, el Mocito feliz goza en cuanto tiene una cámara delante, se autodenomina ‘showman’ televisivo especializado en ‘chupar cámara’. El cante ha sido su sueño frustrado, que ameniza con espectáculos en el Pasaje, el Páramo Blue y La Gramola, donde este querido personaje malagueño tiene muchos amigos.
Para poder llevar a cabo todos sus viajes, desempeña trabajos esporádicos y vende el periódico ‘El colectivo’, cuyos fines son humanitarios, como nos insiste. Pero en muchas ocasiones hace autostop para llegar a cualquier lugar donde haya una cámara. No existen impedimentos para este hombre tiene una peculiar filosofía: ”Lo que me interesa es vivir y chupar cámara”. Se siente orgulloso de colaborar con Druida Producciones, a cuyo director, Javier Rojas, le tiene gran admiración y respeto.
Entre sus famosos preferentes, Ortega Cano: “Es un buen hombre; siempre que me ve me da 10 o 20 euros. Espero que salga pronto de la cárcel”.
Teniendo como fondo el Teatro Cervantes, el Mocito se coloca su gorro de Papá Noel amarillo y los periódicos sobre el pecho cogidos con pinzas. Ya está preparado para la llegada de una cámara y se despide de nosotros: “Adiós y me como un kilo de salchichón”.
Vale, muy entrañable.
Ahora los detalles clínicos. Que aparte de “chupa-cámara”, me da que también le gusta el “chupa-pensión no contributiva”.
Mas obicuidad tienen los mocitos felices de pablos mezquitas, billeteros, etc. Bueno, estos son mas chiquilicuatres con un aura de sabiondologia.
El mocito feliz es dios difrazado de vendedor de la once,no se dan cuenta ese tio tiene el”DON DE LA UBICUIDAD”y eso don es solo de los inmortales,por lo tanto ese tio con cara de gilipollas es dios,yo lo tengo puesto en foto en un altar con flores y le rezo todos los dias un padre nuestro,un ave maria y un credo,no estoy bromeando,es dios vendiendo billetes de la once,haciendose pasar por uno de a pie,os lo juro.