El suicidio es la primera causa externa de muerte en España. Duplica casi las muertes causadas por accidente de tráfico y es 68 veces mayor que las producidas por la violencia de género. Pero el tabú que envuelve a la decisión de poner fin a los días no ayuda a dar visibilidad a «un gran problema de salud pública», según refleja la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su informe Preventing suicide-a global imperative (‘La prevención del suicidio, un imperativo mundial’), hecho público el pasado mes de septiembre. En 2012, se consumaron en España 3.539 suicidios (2.724 hombres y 815 mujeres), un 11,3 por ciento más que el año anterior. Pero, según subraya el psicólogo clínico Javier Jiménez, que preside la Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del Suicidio (Red Aipis), son «sólo la punta del iceberg».

Con respecto a su relación con la crisis económica, asegura que «la tiene, pero de una manera mucho más compleja que la que recogen los medios». «Hay suicidios desencadenados por desahucios, pero son una pequeña parte de una estadística que ni siquiera refleja la problemática», asegura Jiménez incidiendo en que «es muy difícil clasificarlos».

«En muy pocos casos se realiza una autopsia psicológica, por lo que muchas muertes voluntarias, si no hay una nota de despedida, pasan por accidentes», según sostiene un profesional que lleva 25 años estudiando la conducta suicida. Los datos del Instituto Nacional de Estadística muestran que la mitad de los suicidas emplearon el ahorcamiento o la estrangulación. El segundo método más empleado fue saltar al vacío desde un lugar elevado. El envenenamiento y el uso de armas de fuego se situaron en tercer y cuarto lugar.
Asimismo, Jiménez cuestiona que detrás de nueve cada diez suicidios, como señala la OMS, haya un trastorno mental de base: «En la mayoría de los casos que hemos atendido por duelo no había un diagnóstico».