Por Enrique de Diego.- Tremendo efecto colateral de la corrupción es que los corruptos carecen de principios, sólo tienen retórica y apariencia, pero sin compromiso vital alguno pues todo su interés está enfangado en el lucro oscuro. De esa manera, las ideas que utilizan como patente de corso para sus depredaciones y latrocinios quedan pervertidas y desacreditadas, provocando un daño terrorífico en la sociedad que queda desnortada y sin referencias.

Ha dicho Mariano Rajoy que no se puede generalizar sobre la corrupción, y no sólo se puede sino que se debe: todo el PP es una mafia, todos son corruptos (algunos, cierto, simplemente cómplices o comparsas), empezando por Mariano Rajoy que es uno de los mayores corruptos de España y de su historia, y un tipo de corrupto especialmente chabacano que, por ejemplo, recibía los sobres en negro, en el despacho del Ministerio, dentro de una caja de puros habanos. Hortera de bolera como mafioso.

Ya avisé que a medida que se aproximaba el final de la legislatura –en ayuntamientos y autonomías, donde está instalada la parte fundamental de la casta- los peperos lejos de cortarse, se iban a dedicar compulsivamente a robar más. Es muy claro el caso de Francisco Granados que, incluso después de salir de la secretaría general de esa cloaca del PP madrileño  (Esperanza Aguirre ha sido la madre nutricia de todos los chorizos) e incluso después de recibir el chivatazo de que estaba siendo investigado por la UCO de la Guardia Civil, siguió dirigiendo la red mafiosa urdida en Madrid, León y Murcia. O el caso de la biimputada alcaldesa pepera de Alicante, Sonia Castedo que ha seguido dando prioridad a los prontos pago al capo Enrique Ortiz. O el de la nefasta alcaldesa de Elche, Mercedes Alonso que pretende pegar un gran pelotazo renovando la concesión de basuras por ¡24 años! a la desorbitante cifra de 260 millones de euros. Los peperos son los mayores ladrones que han poblado la piel de toro. No tienen medida en su avaricia y es todo el partido en su conjunto el que se dedica a robar. Son gentuza, canalla. Apoyarles, comprenderles, es ser igual que ellos. Una indignidad supina.

El corrupto, por ejemplo, no puede defender la unidad de España, porque es una realidad y un ideal, porque es un valor moral. El corrupto se dedicará, como el patético Rajoy, a pastelear, mientras los lazos unitarios van siendo debilitados. Este inútil proteico ha llegado al desafuero, por el que debería ser juzgado por alta traición, de financiar con aportaciones extraordinarias de los Presupuestos a la sediciosa Generalitat catalana en vez de intervenir la autonomía y suspenderla, como indica el artículo 155 de la Constitución. Los peperos pueden poner la bandera de España en una plaza de su pueblo, pero son incapaces de detener a Mas y a su Gobierno y han permitido el carnaval sedicioso del 9 N. Son siempre apariencia. Están dispuestos a cambiar de principios, si molestan, pero nunca a dejar de robar. La inmensa mayoría de ellos consideran al PP una marca para la extorsión y el enriquecimiento personal, desde Rajoy al último concejal del último pueblo.

Dijeron que iban a dar marcha atrás en la politización de la Justicia, del Consejo General del Poder Judicial, pero luego no hicieron nada, porque, en tanto que corruptos irredentos e irrestrictos, les convenía muy mucho tener controlados a jueces y fiscales.

La base social del electorado del PP se ha reclutado entre las clases medias, pero la primera decisión que adoptaron fue dar la puntilla a las clases medias subiendo la presión fiscal. Esa fue su primera medida. Luego han venido otras, como la recuperación confiscatoria del impuesto de sucesiones. Rajoy ha sido quien más ha subido la presión fiscal. La ha subido por encima de los niveles propuestos en el programa de Izquierda Unida. Si no fuera tan corrupto (me remito a mi reportaje “El imperio de los registradores”) y tan inútil, podría ser tenido por un compañero de viaje de los comunistas y, al estilo de Kerensky, les ha abonado y allanado el terreno. Un auténtico piernas. Un vago redomado. Un amoral.

El PP recibió un gran caudal de votos de los movimientos pro-vida, del electorado comprometido con la defensa de la maternidad y del electorado católico. Rajoy, que se ha ciscado en cada línea de su programa, se ha reído de ellos. Al final, no ha tocado para nada la ley de plazos de Bibiana Aído, contra la que tantas y tan nutridas manifestaciones hubo. Rajoy ha tratado a todo ese electorado como auténticos gilipollas (en el diccionario de la RAE, inocentes). Tampoco ha tocado el llamado matrimonio gay. Y la jerarquía católica se mantiene silente bajo el dulce peso de la crucecita, con los medios de comunicación de la Conferencia Episcopal abismados en el lacayismo más nauseabundo hacia los de la carroñera gaviota.

ETA asesinó a Miguel Ángel Blanco, para nada; Gregorio Ordóñez ofreció su vida para nada. Rajoy ha puesto en libertad a Bolinaga y no ha ilegalizado a Bildu sino que ha mantenido la hoja de ruta con ETA de Zapatero. Todo el sacrificio de los concejales del PP de Vascongadas convertido en un horripilante sarcasmo. Rajoy y todo el Gobierno y toda la dirección del PP y todo el partido se han meado en las tumbas de los concejales del PP asesinados. Al final, ETA está en el Parlamento y está en las instituciones. Aquello del espíritu de Ermua fue una estafa tremenda a la buena fe de los españoles. Mientras  Miguel Ángel Blanco era asesinado, Jaime Mayor Oreja y Mariano Rajoy recibían puntualmente su sobre de dinero negro, llevado por Luis Bárcenas, en una caja de puros habanos en el caso del melifluo y mediocre Rajoy. Dan asco; ganas de vomitar.

El daño producido por esta caterva de corruptos, por esta pandilla de chorizos a toda una serie de ideas nobles es incalculable, es demoledor. Esas ideas siguen siendo válidas, pero estos mafiosos las han pervertido. Muchas aparecen desacreditadas ante las nuevas generaciones. Es preciso recuperarlas en su inmensa dignidad y para ello es fundamental que esta canalla ingrese en prisión sin excepción.  No hay en España suficientes cárceles para que ingresen todos los peperos corruptos, cuyos bienes han de ser intervenidos para pagar la inmensa deuda en la que nos han hundido.

Tanto daño producido, tanto sufrimiento infringido a los inocentes no puede quedar impune. No va a quedar impune. El PP desaparecerá para el bien de España.