Enrique de Diego.- El PP no es todo el sistema; no es toda la casta; pero sí todo el PP es sistema, es casta parasitaria, sin otra finalidad que, mediante la expoliación de las clases medias, los laboriosos, y el empobrecimiento general de la población, proceder al enriquecimiento de sus cargos y dirigentes, que no son otra cosa que vulgares chorizos. En el PP, desde hace mucho tiempo, no queda nadie honrado.

Lo que ha hundido a España no es ninguna catástrofe natural, ni tan siquiera una burbuja inmobiliaria, sino la instalación de una casta depredadora. Fui el primero, con mucha antelación, que describí nuestro sistema como casta, y no en tertulias de café ni de televisión, sino en libros como “Casta parasitaria” (2008) o incluso mucho antes en “Privatizar las mentes” (1996). Habrá que recurrir a las soluciones reales y eficaces que he venido proponiendo, y que se ahormaron en la Plataforma de las Clases Medias, y no a las tardocomunistas de Podemos, aunque quizás pueda haber una efímera etapa jacobina.

Lo que ha hundido a España es la inflación de políticos, la existencia insostenible de dos parlamentos nacionales –el Senado no sirve para nada- más diecisiete regionales; un Gobierno nacional y diecisiete de miniestados gravosos y absurdos; todo duplicado por diecisiete. A lo que hay que sumar más parlamentos por cada provincia en las diputaciones; más un parlamento por cada ciudad. Los políticos son una plaga mucho más dañina que la de la langosta, y que las diez de Egipto juntas. Aquí no sólo han acabado con el primogénito, sino con varias generaciones. Lo que están padeciendo los españoles es de una gravedad extrema y no tiene parangón, siendo el principal culpable

Juan Carlos de Borbón y su familia, y el difunto Adolfo Suárez, que era un trepa sin pericia. Por eso mi libro “Casta parasitaria”, se subtitula “la transición como desastre nacional”. La cuestión no es la independencia de Cataluña sino la imperiosa necesidad de cerrar la Generalitat.

Todo ese entramado burocrático-político no ha sido ni tocado por esa inmensa nulidad que es Mariano Rajoy. Porque por cada político hay de acompañamiento un ejército de parásitos: asesores, jefes de prensa, de protocolo, escoltas, coches oficiales…Los políticos han usado y abusado del nepotismo en unos niveles indignantes, que justificarían la ira de la población. No hace mucho, para un alto cargo de la Comisión Nacional del Mercado de Valores pugnaban dos mujeres: una era hija de Miguel Arias Cañete y otra de Luis de Guindos. Han amañado las oposiciones para sus familiares. Han colocado a sus hijos, hundiendo a los de los demás, que no tienen ni presente ni futuro. Ese nauseabundo bluff de Esperanza Aguirre, madre nutricia de todos los chorizos gurtelianos y púnicos, tiene a su hijo, de treinta años, colocado como asesor del Ministerio de Industria y a su hermana, como asesora en el Ayuntamiento de Madrid.

En un Ayunamiento como el de Leganés, con un alcalde pepero, Jesús Gómez Ruiz, colocado por el bocachancla Losantos, hay cuarenta asesores, que se dice pronto. ¿Para qué precisa ese inútil, que no ha hecho nada, cuarenta asesores como si fuera el presidente de Estados Unidos? Son unos completos canallas. Los peperos son los peores canallas de todos, porque a su condición de chorizos avariciosos irrestrictos esta gentuza une una hipocresía sin límites.

Ese incompetente proteico de Mariano Rajoy no ha tocado a la casta. Lejos de ello, el único gasto que ha aumentado en los Presupuestos es el relativo a los cargos. No lo ha hecho porque él es pura casta; casta degradada. Y porque el PP no se lo permitiría. Han utilizado de la manera torticera habitual en la canalla pepera el término regeneración, que puse en circulación, y que dio lugar a un heroico partido sin medios, pero no han regenerado nada, porque cualquier regeneración pasa por echarlos a todos a la calle y meter a la mayoría de los peperos en prisión. No han amortizado ningún puesto político, porque sería como una hidra que se cercena a sí misma. El pesebre, el botín electoral, es intocable porque de él comen todas las familias de la mafia pepera (también de la socialista y de la comunista, y de los sindicatos y la patronal).

Han hundido las cajas, han robado a manos llenas. Los sobresueldos, los sobres en negro, las tarjetas black, no son la excepción sino la norma de funcionamiento del sistema, de la casta, de la mafia pepera. Robar, saquear y vivir el todo gratis a costa del contribuyente. El impresentable presidente de la Generalitat valenciana, Alberto Fabra ha montado su caja black y ha cargado al contribuyente los hoteles de sus escapadas sentimentales e incluso los kínder. Colaborar o condescender con esta gentuza es inmoral y antipatriótico. Recuerdo cuando se me decía, cuando indicaba que la corrupción es la base del sistema, que no podía generalizar: claro que hay que generalizar porque todos los peperos son unos chorizos (había un alcalde honrado en Pozuelo de Alarcón y lo echó Esperanza Aguirre para poner a Jesús Sepúlveda, al que hizo la campaña Losantos, financiado por la caja B del PP). Hastiada la población, las propias encuestas del PP le sitúan como la tercera fuerza política, con el 17% de intención de voto y cayendo.

Lo que más preocupa de Podemos no son algunas de sus propuestas delirantes chavistas –por supuesto, que los ciudadanos no deben pagar la deuda, la deben pagar los chorizos incautándose de sus bienes- sino que parecen blanditos.