“¿Pueda ser ministra de Sanidad una gorda de 120 kilos?”. Por más ofensiva que suene la pregunta, hoy está en boca de los opositores al Gobierno belga que encontraron en el sobrepeso de la funcionaria un argumento para dirigir sus ataques.

Aunque el hecho podría ser baladí, ese país se pregunta si la persona encargada de dirigir el sistema de salud pública pueda tener ese evidente sobrepeso. Sin embargo, Maggie De Block, de 52 años, es muy valorada por los belgas.

La ministra, médica de profesión, es muy apreciada entre los ciudadanos que ven en ella un ejemplo por su eficacia, honestidad y toma de decisiones. Sin embargo, en las redes sociales se ha generado el debate de si, dada su obesidad, es la persona más idónea para la cartera de Salud. Muchos se cuestionan por la capacidad de una persona con obesidad para gestionar la sanidad del país. Sin embargo, desde su partido se han apresurado a aclarar que su aspecto físico no es ningún problema.

La imagen de esta mujer ha despertado incluso el humor en un país con fama de aburrido. Hay ya recreaciones suyas en ‘topless’ o con tatuajes. El pastelero Bob Van Buggenhout ha llenado su escaparate con una versión de 120 kilos de mazapán azucarado de Maggie. Dice que ha trabajado en ella dos días completos y que no la vende por «menos de 3.000 euros… y nunca por trozos».

Hay otros argumentos de mayor calado. «Cuidado. Porque quien dice que no puede haber un ministro de Salud con curvas, también puede llegar a defender que los que fuman, beben o comen de modo poco saludable se paguen sus propia sanidad», advertía ayer un editorialista del diario ‘De Morgen’.

En una reciente entrevista, la risueña Maggie confesaba: «Me encantaría tener otra figura. ¿Quién no quiere un cuerpo perfecto?. Pero soy así y me siento a gusto…». Y al mismo tiempo recordaba que podía citar varios nombres que, sin poseer cuerpos estilizados, poseen una brillante carrera política. Entre ellos el de Angela Merkel. Y a esta sí que nadie le cuestiona su peso.