Final de la Feria de Málaga: Adiós a un amor de verano
MS.- Al final, todo fue muy intenso y rápido. Como un amor de verano. Aunque a los detractores acérrimos de la Feria, en todas sus posibles vertientes, esta semana se les habrá hecho más larga que la subida a los Lagos de Covadonga. Hoy, sólo queda el amargo sabor de la resaca que dejan siete días, en los que los malagueños y sus visitantes han sonreído, han llorado, han bailado, se han bebido y han comido. Luego han descansado para volver a beber y comer.
Han surgido nuevas parejas, otras se han roto. Incluso se han plantado algunas semillas para garantizar el futuro próspero de la ciudad. Si a los afectados les da por seguir la moda de los famosos y nombrar a sus retoños por los lugares donde se crearon, en el Registro Municipal habrá pronto nombres tan lugareños como Real Cortijo de Torres o calle Granada. Como todo buen amor de verano, la Feria tuvo un inicio apoteósico. Pasión y ganas en las calles, para caer luego en el típico bache depresivo a mitad de semana.
Todo, antes de volcarse de nuevo con ese amor, que se sabe perjudicial, pero que a su vez deja un suave e irresistible regusto a almíbar. El día de ayer llenó de nuevo el centro histórico. Los malagueños se aferraron a su Feria, como a ese último beso enroscado antes de la temida despedida obligada. Todo pareció eterno. Y no es que la cosa empezara demasiado bien. Apenas dio tiempo a desayunar y la ciudad ya se había catapultado a las portadas de la prensa nacional y abría todos los telediarios. Con el consiguiente cruce dialéctico entre fracciones políticas incluido, días más tarde, todo se asemejó a una fábula. Nos recordó que el hombre es un animal de instintos y que prejuzgar es uno de sus defectos. Aunque no sea considerado pecado capital, es igual de peligroso. Si a esos cinco chavales se les hubiera soltado el pasado domingo en mitad de una Uncibay en modo frenesí, hubiéramos asistido al primer linchamiento aplaudido de la Feria moderna. Pocos brindaron por el Estado de derecho.

Los miembros de Soluciona en Málaga eligieron la Peña Atlética como lugar de encuentro festivo: De izquierda a derecha, Ángel Ortega, coordinador del partido en Málaga; Lucía Gálvez, responsable del Área de Política Económica y Social de Soluciona; Oriol Subirana, productor ejecutivo del espectáculo musical The Hole 2, Armando Robles y el doctor Amir, jefe del servicio de Urgencias del hospital de Antequera y encargado del Área de Sanidad en Soluciona.
Eterno fue también el debate de todos los años en torno a esa costumbre socializadora de beber al aire libre. Siempre con provisiones traídas de casa o del economato chino de la esquina. Y es que la polémica del botellón se repitió más que el ajoblanco. Aunque el alcalde aseguró que este año se había «controlado algo mejor», la estampa de joven preparado para la guerra, bolsa en mano, ya forma parte de los grandes clásicos de la Feria. También sirve como reclamo para forasteros. Que nadie se engañe. Está adquiriendo la «mejor Feria del Mediterráneo» tintes de Pamplona. Observó el alcalde acertadamente que «este año ha venido más gente de fuera que nunca». Se ha corrido la voz, de que aquí hay una ordenanza municipal en desuso, y que uno la puede liar dentro de unos cánones mínimos de civismo.
Mientras los hosteleros echaban humo por el botellón, el joven se miraba al bolsillo y se hacía la misma pregunta. «¿Con qué quiere este buen hombre que pague la copa?». No es el botellón algo ideológico como viajar a Bruselas en una lata de sardinas. Con la Plaza Uncibay y la Plaza de la Constitución como puntos neurálgicos de la aglomeración abusiva, muchos hubieran vendido a su familia por un gin tonic bien servido en la terraza del Málaga Palacio. ¿Quizá una solución sería darle a cada joven un billete de cien euros a cambio de la botella de garrafa y el saco de hielos? A modo de desarme pacífico. En el Málaga Palacio, precisamente, se concentró la gente del toro. Un grupo sociológico, igual de respetable que los demás, que no había que buscarlo prescisamente en el botellón. El imán de José Tomás se dejó notar. Se distingue fácilmente al aficionado porque luce la franela en forma de pulsera. Ayer, las muñecas por Málaga estaban llenas de capotes y muletas simuladas. Unos carteles rematados hicieron justicia a su plaza. La Malagueta es de primera, aunque no lo hubiera parecido estos últimos años.
Recordó la nueva concejala del ramo en la previa, que este 2014, los ciudadanos iban a asistir al nuevo resurgir de la Feria malagueña: «Ordenada y tradicional». Los gastos en protocolo lo hicieron desde luego, disparándose de nuevo a cuotas de tiempos de bienestar casi olvidados, en los que todo era posible. Es verdad que fructificó la intención de devolverle el protagonismo perdido al Real Cortijo de Torres, con actividades tanto de día como de noche. Trasiego constante de gente, con el nuevo espacio ecuestre para los bellos caballos y sus carruajes. Por el Auditorio Municipal han pasado, según fuentes municipales, unas 120.000 personas. Una mínima parte de las 800.000 que han visitado el total de espectáculos. Un aumento comparado con el año pasado, y un descenso comparado con el año que viene. La velocidad con la que dan los datos merece mención aparte. Incluso antes de que haya acabado la Feria. A estas alturas, el encargado municipal de tan ardua tarea, se ha debido de dislocar el pulgar de tanto pulsar el contador de personas. En el Real también se bebió. Mucho, y repartido entre todas las edades.
La diferencia entre jóvenes y mayores radicó en la capacidad de asimilación. A los primeros les bastó con un baño en La Misericordia, mientras que los otros necesitaron de tres días para recuperarse.
Tradicionalmente, la relación entre Ferias y alcohol ha sido muy estrecha. Los jóvenes del botellón al lado de la portada del Teatro Echegaray bebían para emborracharse en tiempo récord. Los de la caseta de El Rengue lo hacían para volver a sentirse jóvenes. Los de la caseta El Gazpachuelo para bajar la loncha de jamón ibérico que se había quedado a medio camino por el esófago. A altas horas de la mañana, todo se reducía a beber de alguna manera. Y así llegó la hora de decirle adiós a la Feria de 2014. Algunos lo hicieron en forma de selfie, el postureo de esta edición. Quien quiera despedirse por lo alto de su amor de verano, que lo haga desde la noria. Hoy cuesta la mitad y los bolsillos ya no están para ferias.
Este año la feria de malaga ha sido marcada por la violacion que aun no se sabe si es verdad o es mentira.se ha censurado mediaticamente la grabacion del delito,ese video quedara incognito para siempre jamas.mientras que el alcalde de valladolid le llego a los oidos los sucesos de la violacion de la feria de malaga,diciendo que le da reparo subirse a un ascensor con una mujer,que se arrancara el sujetador y salir gritando de que la ha agredido.total buscarle la vuelta.es que las feministas de la democracia se las traen.por otro lado el ebola que nos esta quitando el… Leer más »