No sé si usted, estimado compatriota, sería antes votante del PP o del PSOE o de cualquier otra formación, no lo sé, pero entiendo y comprendo perfectamente la opción que eligió al abstenerse en los pasados comicios. Sé de su repugnancia y su desprecio hacia esta casta de vividores que lo único que buscaban son los 15.000 euros mensuales cuando usted seguramente no tiene ni para ir al cine con los suyos, después de pagar sus impuestos.

Lo comprendo perfectamente, pero, ¿sabe por qué lo comprendo? Porque yo también me he sentido víctima de esta castuza. Yo he sentido también en mi carne y en mi alma ese ninguneo, esa burla y esa indiferencia, a pesar de cumplir fielmente como ciudadano español y con el orden constitucional establecido.

Durante todos estos años, supongo que como usted, he sentido hastío, abatimiento, abulia; no he visto que la sociedad reaccionase cuando se le pisoteaba. Hemos sido votantes por un día y contribuyentes de por vida, y ahora, cuando nos quedamos sin empleo, cuando nos quitan la casa, cuando nos han expoliado y cuando nos consumimos de rabia y dolor, entonces, reaccionamos mayoritariamente diciéndoles que se vayan. Que se vayan todos de una puñetera vez. Que desaparezcan de la escena política. Que entreguen sus actas y su aforamiento para que puedan ser juzgados por chorizos y traidores devolviendo lo robado, y cumpliendo íntegramente sus penas.

Nosotros, diecinueve millones de españoles que no acudimos a votar, no somos estómagos agradecidos; no fuimos a votar porque no creemos en este sistema; porque este sistema ha traído la desconfianza, el paro, la miseria y el hambre; ha roto nuestra nación, ha reducido a nuestros mayores a “objetos inservibles” que estorban; ha enfrentado a hombres contra mujeres, ha roto familias, ha encanallado y envilecido a la juventud, ha fomentado el separatismo, y ha sembrado la insolidaridad y el odio entre españoles.

La casta ha hecho con España de su capa un sayo, como lo prueba el hecho reciente de la presidente de la Diputación de León (DEP) que, tras ser asesinada, nos enteramos que ocupaba trece cargos.

¿Y los jueces? ¿Qué hacen los jueces respecto a los casos de corrupción? ¿Por qué no hay condenados en los más de 200 casos conocidos -y los que desconocemos-, en los que hay imputados de todas las esferas?

Muchas son las denuncias ciudadanas sobre la situación actual de desamparo y hartazgo, que capitaliza y se atribuye la extrema izquierda con libre acceso a los medios de comunicación del sistema, pero esas denuncias no olvidemos, son de dominio público, y somos millones de ciudadanos los que no nos sentimos representados por esos grupos ni por el bipartidismo. Millones de españoles que sin una doctrina marxista, sin apoyar a terroristas, sin quemar contenedores, sin montar barricadas, sin destrozar el mobiliario urbano, pero con clara voluntad de que el bipartidismo desaparezca, ponemos la mirada sin complejos y sin miedo, donde ni la izquierda ni el PP han tenido nunca intención de mirar:

– Supresión de las autonomías políticas y por consiguiente una importante reducción del gasto público. A partir de aquí, una fuerte bajada de impuestos para las empresas y contribuyentes. De este modo, se modificará al alza y de inmediato el sueldo mínimo interprofesional, estableciendo un salario digno que pueda cubrir las necesidades básicas de una familia.

– Inhabilitación inmediata con juicios sumarísimos para los sediciosos que quieren romper España saltándose las leyes a la torera.

– Independencia del Poder Judicial. Que se supriman las tasas judiciales de Gallardón y las fianzas que se imponen para evitar la cárcel. Si queremos que la justicia sea igual para todos, deberemos empezar por NO discriminar al que carece de medios económicos.

Que continúen las investigaciones para el esclarecimiento de todos los delitos por terrorismo, y cuyos sumarios duermen cubiertos de polvo en la Audiencia Nacional.

– Reingreso en prisión de los terroristas, violadores y asesinos en serie que la casta dejó libres, y perseguir sin descanso a aquellos terroristas reclamados por la Justicia para que cumplan íntegramente sus penas.

– Cadena perpetua para terroristas, violadores y mafiosos traficantes de droga, así como el reingreso en prisión de los narcos excarcelados recientemente por la casta.

– Suprimir las subvenciones a sindicatos, partidos políticos y asociaciones empresariales de toda índole y condición.

– Cierre inmediato de la verja de Gibraltar, corte de todos los suministros, y apoyo total y absoluto a los pescadores españoles de la bahía de Algeciras.

– Sanciones económicas para quienes atenten contra los símbolos representativos de la nación, y penas de cárcel para reincidentes.

– Una sanidad y una educación públicas al servicio de los contribuyentes españoles por encima de intereses políticos y de empresas privadas, pero, utilizando las inspecciones y los cauces legales al objeto de evitar que se politice la enseñanza, y un riguroso y exhaustivo control sobre las prestaciones sanitarias e infraestructuras hospitalarias, con el fin de garantizar un servicio de calidad, y que el dinero y el material para tal fin no se desvíen por cualquier procedimiento ilícito.

– Modificar de inmediato la tabla de retribuciones de los políticos. Percibirán un salario acorde a su profesión, establecido y regulado por los convenios colectivos del ramo de donde procedan. Firmarán contratos con la administración por el tiempo que dure cada legislatura, y al finalizar éste, pasarán a percibir la prestación por desempleo.

– Régimen General de la Seguridad Social para todos los políticos, aplicándoseles los mismos años de cotización que a cualquier trabajador para alcanzar una pensión de jubilación y en igualdad de condiciones.

-Eliminar de inmediato las pensiones vitalicias para ex presidentes de gobierno, de las cámaras y de las comunidades autónomas, así como coches oficiales, escoltas y demás prebendas.

– Investigación y procesamiento de los responsables de la quiebra de las Cajas de Ahorro.

– Duras sanciones y penas de cárcel en caso de reincidencia, para los empresarios que coloquen a trabajadores sin ser dados de alta en la Seguridad Social, así como a los trabajadores que acepten empleos en esas condiciones.

– Blindar nuestras fronteras y controlar la inmigración de manera rigurosa para evitar la invasión de ilegales. Mientras España no reduzca drásticamente sus altas cifras de desempleo, difícilmente podrá ofrecer trabajo a ningún extranjero. Y, cuando la situación lo requiera, el extranjero que venga a trabajar y a contribuir al sostenimiento de la nación española, será bien recibido, pero éste deberá acompañar un contrato de trabajo, certificado médico y certificado de antecedentes penales.

– Control riguroso de las subvenciones con dinero público a todo tipo de asociaciones, suprimiendo las subvenciones a medios de comunicación. El dinero público que mana de los impuestos que pagamos los ciudadanos españoles, no se puede regalar de manera tan arbitraria a cualquier grupo o persona que lo demande, sin una detallada y clara justificación. Primarán las ayudas a ciudadanos españoles con necesidad manifiesta. Los enfermos crónicos, los “niños de nadie”; las viudas sin recursos; los ancianos desamparados; las familias numerosas; discapacitados, etc. Serán atendidos y tratados con preferencia exquisita, hasta en el lugar más recóndito de nuestra geografía.

Estos, son solo algunos ejemplos de las medidas que millones de españoles descontentos con el sistema, esperan ver en el proyecto de cualquier nueva formación que nos anime a votar. Por lo tanto, honradez, lealtad, sentido social, y listas abiertas de verdaderos demócratas, no aprovechados que utilizan la democracia para alcanzar privilegios que la vida no les concedería de otra forma, y sobre todo, y esto es lo más importante, personas que nunca hayan estado en política amorrados a la ubre del Tesoro.