Javier Torres Guerrero.- Su rechazo a la llegada de ilegales y a la corrupción política en Melilla han elevado su fama en aquella ciudad autónoma. Hablamos de Jorge Carretero, coordinador de Soluciona en Melilla y responsable de Estrategia y Acción Política del partido, quien en la siguiente entrevista analiza los resultados electorales del 25 de mayo.

-¿Cómo valora el resultado de las elecciones europeas en su ciudad?

Tenemos motivos para sentirnos moderadamente satisfechos. Durante las dos semanas de campaña, Soluciona ha hecho campaña por la abstención en todos los rincones de Melilla, incluídos los barrios musulmanes. La participación electoral en la ciudad ha sido del 27,98 por ciento, la segunda más baja de España. Es decir, siete de cada diez ciudadanos con derecho a votar decidieron no hacerlo. Por consiguiente, los abstencionistas han sido los grandes triunfadores en estos comicios en Melilla. La abstención en Melilla tenía una significación aún mayor que en el resto de España. Votar significaba legitimar unas instituciones europeas a las que les preocupa más la represión de las invasiones de ilegales que la propia ilegalidad de las invasiones. ¿Cómo apoyar a unos estamentos que, con la excusa de los derechos humanos, juegan irresponsablemente con la seguridad colectiva de los melillenses y que impiden a España el derecho a proteger sus espacios fronterizos?

– ¿Y en el resto de España?

No cabría una sino varias lecturas. En primer lugar, el fracaso de los dos grandes partidos refleja sobre todo la amortización del sistema democrático. Entre PSOE y PP no suman ni siquiera el 50% de los votos. Un desastre para los dos partidos. Por otra parte, coincido con una analista política en su lectura acerca de los resultados en Cataluña: Se han cumplido los pronósticos y el independentismo se dispara a través de ERC, que supera a CiU. Artur Mas no se va a resignar a seguir perdiendo votos y, con toda seguridad, irá más lejos en sus políticas rupturistas.

Lo de Vox es la crónica de un fracaso anunciado. Los mismos truhanes que han estado durante años depredando los recursos del país no pueden ahora presentarse con una cara aparentemente distinta. Luego está lo de los partidos patrióticos o euroescépticos, que han fracasado estrepitosamente en contra de la tendencia que ha existido en muchos países europeos.

– ¿Le ha sorprendido?

Para nada. El fracaso de estas formaciones demuestra que Soluciona llevaba razón cuando planteaba la exigencia de la unidad, pero con otra base social bien distinta a la de estos grupos. El problema no es que estos partido sigan enrocados en la marginalidad, sino que no hagan nada por salir de ella y una y otra vez tropiecen con la misma piedra. Llevaba razón Armando Robles cuando hablaba de que la unidad entre formaciones con algunos puntos en común no debía verse como una simple cuestión aritmética, porque entonces se fracasaría. Mire usted lo que ha ocurrido con AES. Hace cinco años, concurriendo a las elecciones en solitario, obtuvo más votos que haciéndolo ahora en coalición con otros dos partidos. La cuestión no es sumar poco para seguir teniendo poco, sino incorporar a muchos que hasta ahora no han estado por la labor de confiar en estas formaciones llamadas patrióticas.

Para que un proyecto político resulte socialmente atractivo hay que cuidar mucho no sólo el mensaje sino también la estética y las formas. Esa estética y esas formas son repudiadas por esa gran clase media española que debería ser el principal objetivo de la acción política de esos partidos. Hay que echar doble cerrojo al pasado y hablar de lo que le preocupa a la gran masa media española. Es necesario mimetizar con la sociedad, despojándonos de simbolos contra los que la mayoría ha sido adoctrinada durante cuarenta años. No podemos de momento imponernos a los prerjuicios y los complejos que están grabados a hierro candente en la psique colectiva. Hay que ser lobos con piel de cordero y no al revés. Así lo ha entendido por ejemplo el Frente Nacional, que ha ido moldeando su discurso hasta ser asumido por una mayoría de votantes franceses. Por desgracia, hay dirigentes mal llamados patrióticos a quienes les interesa más lo que se opine sobre un estadista alemán de mediados del pasado siglo, que sobre lo que podamos decir frente a la situación de crisis global que padece la España del 2014, que no es ni será nunca la de 1975. A veces me pregunto si la persistencia en estos errores de bulto no estará siendo deliberadamente programada.

– ¿Qué más le ha sorprendido del resultado de estos grupos?

La falta de autocrítica. Su incapacidad para reconocer el origen de su fracaso, trasladándolo siempre a otros. Nos quejamos de que los miembros de la castuza se aferran al cargo, pero lo de estos partidos no es mucho más saludable. Casi 24 horas después de su estrepitoso fracaso, no se ha producido una sóla dimisión, ni una admisión de culpas, ni un análisis autocrítico, ni un discreto ‘mea culpa’. La culpa siempre es de los demás. Hasta de Alerta Digital por no hacerles el juego y recomendar la abstención. Lo peor en política no es el fracaso en sí, sino la asunción y hasta la justificación del fracaso como conducta. Un partido que ha pasado de tener 9.950 a 12.440 pírricos votos nos habla de un aumento del 40 por ciento. Otro partido con menos de 9.000 votos celebra que porcentualmente haya subido unas décimas. AES dice que no ha obtenido representación porque estos comicios se han planteado en clave nacional y se ha rehuido todo debate sobre el modelo de la UE. Todo menos admitir la inoperancia de sus líderes, el inmovilismo de sus discursos y la ineficiencia de sus estrategias políticas.

– ¿Cómo interpreta el éxito inesperado de ‘Podemos’?

Enlazo con lo que decía antes. ‘Podemos’, una formación que se encuentra en las antípodas ideológica de lo que yo defiendo, ha sabido conectar con la calle y ha logrado ser percibido como una apuesta de cambio. En vez de sacar del sepulcro las figuras de Stalin y de ‘La Pasionaria’, han hablado de los recortes, de la precariedad en el empleo, de la salida del país de miles de jóvenes españoles, de sanidad, de educación, de corrupción, de la casta política… Con un presupuesto de campaña inferior al de AES, ‘Podemos’ ha rentabilizado al máximo los escasos recursos de los que disponía para dar a conocer sus mensajes. Ha utilizado muy eficazmente las redes sociales y se han empleado a fondo ante sectores susceptibles de arañar votos. ¿Qué han hecho en cambio los ‘nuestros’? Pues malgastar sus fuerzas atacándose unos a otros y, muy especialmente, a los responsables de Alerta Digital. Contra lo que ha ocurrido en algunos países europeos, aquí en España, la extrema izquierda ha sabido aprovecharse de la crisis del sistema y no los partidos del bando contrario, como habría sido lo lógico.

Repito, no se puede estar permanentemente instalado en el victimismo, sobre todo cuando las cosas se hacen mal. Salvo Falange Española de las JONS, lo que no deja de tener narices, ningún partido de los llamados patrióticos ha sido capaz de superar los 20.000 votos. Dicen que por carecer de apoyos mediáticos. ¿Y qué apoyo mediático ha tenido por ejemplo el partido ‘Pirata’ para lograr 38.422 votos? ¿O el Movimiento Red con nada menos que 105.183?

– ¿Cuál debería ser a partir de ahora la ‘hoja de ruta’ de estas formaciones?

No contemplo otro escenario que la disolución de todas ellas y su integración en el proyecto Soluciona, cuya perspectiva sobre la realidad social del país y visión de los acontecimientos se han demostrado que fueron las correctas. Era preferible un paso atrás que dar un mal paso. Soluciona tiene que nutrirse aún de españoles sin pasado político y que estén dispuestos a que España no sea ajena a la marea de cambio que está inundando el resto de Europa. Todos han tenido su oportunidad y ahora hay que dejar a Soluciona que  busque la suya con su propio proyecto identitario y renovador. No basta con tener voluntad de hacer las cosas bien, sino arrancar el poder suficiente para poder hacerlas. No basta el fondo sino también las formas. A poco que se den algunas condiciones óptimas, el objetivo estará en nuestras manos.