El padre que decapitó a su hija de un año en noviembre de 2011 en Gerona y que alegó seguir órdenes del diablo ha sido condenado a diecinueve años de cárcel por el juez, que ha descartado la eximente de alteración psíquica que reclamaba la defensa.

La sentencia subraya que el Jurado rechazó la alteración por ocho votos a uno ante el informe de los médicos forenses y de los psiquiatras del Centro Penitenciario de Can Brians, “que no apreciaron en el acusado ninguna patología psíquica”.

Igualmente, se descarta el brote psicótico alegado por la defensa, puesto que el asesino, el colombiano Marcelo Ruiz, “lejos de presentar un comportamiento propio de una persona” con este tipo de afectación, “se mostró coherente en el momento de responder a las preguntas que le formulaba la operadora del 112 -teléfono de emergencias- cuando efectuó la llamada tras la comisión de los hechos”.

El juez apunta como prueba esa llamada realizada por el procesado tras acabar con la vida de su hija, así como la “coherencia en el discurso” que mostró en las conversación que mantuvo con un facultativo del Sistema de Emergencias Médicas (SEM), ya que resulta “incompatible con el estado mental” al que apela la defensa.

Además, la sentencia apunta a “la autocrítica mostrada por el acusado tras los hechos”, ya que los forenses y psiquiatras de Can Brians explicaron que un psicótico nunca presenta esa actitud, mientras que Marcelo Ruiz lloraba, “hecho inequívoco de que gozaba de juicio crítico”.

El médico que acudió al lugar del crimen también explicó que, en su evaluación, no constató transtorno alguno por parte del acusado, circunstancia que también fue tenida en cuenta por el Jurado.

Respecto a las voces del diablo que Marcelo Ruiz aseguró oír desde dos meses antes, la sentencia subraya que, según el informe de los forenses, una de las características del brote psicótico es que “su duración se encuentra limitada de 24 horas a un mes como máximo”.

Otro tipo de transtorno mental también ha sido descartado en base a la conducta ordenada y organizada del asesino, que dejó una carta escrita a su mujer y que envolvió el arma del crimen en una toalla que guardó en un armario, así como a su capacidad para controlar sus impulsos, después de manifestarle a un agente de policía que, el día anterior al de los hechos, pudo acabar también con la vida de su otra hija y la de la madre de las dos niñas.

La sentencia considera en consecuencia a Marcelo Ruiz autor de un delito de asesinato con el agravante de parentesco y el atenuante de confesión.
Además de cumplir diecinueve años en prisión, el asesino deberá indemnizar a su mujer con 149.663,94 euros y a su otra hija con 27.211,62.