Por Enrique de Diego.- Los españoles están soportando que les arruinen, que arruinen a sus hijos, que les estafen, que les roben y, por supuesto, que les mientan. Intereconomía muestra que no hay límites es esa capacidad de los españoles de soportarlo todo, incluso la esclavitud.

Los trabajadores de Intereconomía han pasado por todas las etapas de la vejación a la que los españoles son sometidos por la casta: la ruina, la estafa, el saqueo. Pero han experimentado un paso más en este proceso de ingeniería social hacia una sociedad de amos y esclavos que está perpetrando la casta: la esclavitud. A los
trabajadores de Intereconomía se les adeudan entre seis y nueve mensualidades. A los despedidos, las indemnizaciones. Y, sin embargo, esos trabajadores van cada día al trabajo e incluso permiten que el primogénito, Julen, del neoesclavista Julio Ariza, les exija puntualidad y no contar las horas, excederse en la entrega a una
empresa, a una familia, que ni tan siquiera les paga y que se financia de su esfuerzo.

Han permitido que la mano derecha del neoesclavista Ariza les recomiende frecuentar los comedores sociales de Cáritas o que, a la madre de familia, que se echó a llorar porque pidió que le pagaran para evitar la hambruna de sus hijos le espetara que “al trabajo se viene con la mejor de las sonrisas”. Han permitido que se despidiera a compañeros suyos por “baja productividad”, cuando ni se les paga la nómina, ni se les pagará la indemnización.

Se me dirá que la legislación laboral, de la que Ariza hace mangas y capirotes, contempla que abandonar el puesto de trabajo es motivo de despido y pérdida de derechos. ¿Qué derechos cuando se trabaja gratis?

Para tales casos, en la historia de España está el ejemplo de Fuenteovejuna. Pero es que en medio de la vejación general ha habido quienes se apuntaron al nauseabundo oficio del cotilla y del chivato y quienes han, como César Sinde, exagerado la función del lacayo opositando a sicario moral.

Hay supuestos líderes de opinión que no están demostrando dignidad alguna. Josep Pedrerol, que tiene un programa en directo, a través del cual puede explayarse, ha filtrado que le deben cuatro meses y medio y que ha tenido que pedir un crédito para pagar a los trabajadores de su productora, que está arruinado. Pero incluso hace callar a sus contertulios cuando se habla de impagos en su programa. ¿O qué decir del enflaquecido Javier Algarra que llora en privado cuando en público, a través de un programa en directo, defiende los beneficios de la ‘recuperación’ de Rajoy? En Intereconomía se están superando todos los niveles de la indignidad personal, cuando se sabe que Julio Ariza, el hipócrita, se ha blindado económicamente con su Ana Roldán, entre secretaria para todo y brocker.

Hablo desde la autoridad moral de que yo defendí mi dignidad y la defiendo contra viento y marea, contra tirios y troyanos, contra la sentencia tiránica de ostracismo, al servicio de la corrupción, porque contra la injusticia hay que rebelarse; contra la esclavitud, con uñas y dientes. No me importaron las campañas mendaces de los lacayos en jauría ni la acometida de los torpes sicarios. Contuve la náusea ante la evidencia de que se habían escuchado mis conversaciones
telefónicas. Y he defendido la dignidad de otros que no parecen capaces de defender la suya.

Me he formado en la veneración de nuestros héroes y no reconozco esa herencia en mis compatriotas actuales. Me resulta escandalosa la cobardía ambiente y pavorosos sus efectos. Si dejas que pisoteen tu dignidad nunca levantarás cabeza porque la habrás bajado hasta los calcañares.

Recuerdo aquellas fiestas navideñas de un megalómano enloquecido Julio Ariza, en sus tramos finales de corrupción moral; recuerdo aquella escena delirante del neoesclavista subido a una mesa proclamando como el mentiroso que es: “no tengo cara de ERE”. Y tras años de mentiras, todavía se creen sus patrañas. Lleva años vendiendo su participación en NET TV. Ha habido decenas de reuniones en las que se ha prometido el pago inmediato de las nóminas atrasadas. Se ha mentido incluso en que iba a cambiar la denominación de la televisión.

Termino antes si resumo que no se ha dicho una sola verdad, que no se ha mantenido un solo compromiso y que no se ha hecho honor una sola vez a la palabra dada. Porque los trabajadores lo permiten, aterrorizados como conejos.

Pero, bueno, en esta nación se ha estafado con las preferentes a ancianos y todavía los de Nuevas Degeneraciones se han permitido insultarles. Y esta es una nación que teorizó el derecho de resistencia y el tiranicidio cuando se pisotean los derechos personales y en la que ahora el débil Rajoy quiere aprobar una Ley de Seguridad Ciudadana que implica tal restricción de la libertad que nos conduce a la tiranía.

Recuerdo el día que Julio Ariza llegó desencajado porque había tenido una pesadilla: no había pagado la nómina y los trabajadores se manifestaban ante su casa… Sueño absurdo a lo que se ve porque meses y meses sin pagarla y se soporta; los trabajadores callan y aguantan.

Así se ha terminado, históricamente, en los campos de exterminio y hoy Intereconomía es una especie de campo de concentración en el que se escenifica una farsa que tiene ya trazas de tragedia. Y es la tragedia a la que la casta, la mafia pepera quiere conducir a todos los españoles, por eso Intereconomía es la piedra de toque, el experimento.

Trabajadores de Intereconomía, salvad, al menos, vuestra dignidad y rebelaos. No tenéis nada que perder. Permanecer en la esclavitud es indigno. No conduce a ninguna parte. A una ruina aún mayor. A negro la televisión; silencio en las ondas; que escriba toda La Gaceta la lumbrera de Julen.