ANN.- Nuchem Rosenberg es un rabino que reside en Nueva York y desde hace tiempo promueve una cruzada contra los abusos sexuales a niños por parte de miembros de su comunidad. En una entrevista concedida a la revista Vice, el rabino denunció la existencia de toda una red de abuso sexual y violación a menores edad por parte de judíos homosexuales pertenecientes a la comunidad ultraortodoxa “jasidistas”.

El rabino Rosenberg ofreció detalles acerca de una visita a Jerusalén que realizó en 2005 y donde entró en una mikve, en uno de los barrios más sagrados de la ciudad, Mea Shearim.

“Abrí una puerta que permitía entrar en un Schvitz”, dijo. “Había vapores en todas partes, casi no podía ver. Mis ojos se acostumbraron, y vi a un anciano de mi edad, de larga barba blanca, un hombre de aspecto santo sentado en los vapores. En su regazo, de espaldas a él, había un muchacho, tal vez de siete años. Y el anciano estaba teniendo sexo anal con este muchacho”.

Rosenberg hizo una pausa, se recompuso y continuó: “Este muchacho era atravesado por el hombre como un animal, como un cerdo, y el chico no decía nada. Pero en su cara había miedo. El anciano me miró sin ningún temor, como si esto fuera una práctica común. No se detuvo. Estaba tan enojado que me enfrenté a él. Alejé al niño de su pene, lo dejé a un lado y le dije que era un pecado ante Dios, un mishkovzucher. ‘¿Qué estás haciendo al alma de este niño? ¡Estás destruyendo a este chico!’, le dije. El tenía una esponja en un palo para limpiar su espalda, y me golpeó en la cara con ella. “¿Cómo te atreves a interrumpirme?”, dijo. Yo había oído hablar de estas cosas durante mucho tiempo, pero ahora lo había visto”.

Las víctimas son en su gran mayoría muchachos. El rabino Rosenberg cree que alrededor de la mitad de los hombres jóvenes en la comunidad jasídica de Brooklyn han sido víctimas de asalto sexual, pero Ben Hirsch, director de Sobrevivientes por Justicia aclara que “estamos observando más de un 50 por ciento. Casi se ha convertido en un rito de iniciación”.

Ante estos crímenes, los rabinos de la comunidad ultraortodoxa buscan encubrirlos callando a las víctimas, protegiendo a los abusadores y evitando que salga a la luz de los medios. Aquellos que denuncian estos hechos son desprestigiados.

Cuando el padre del chico de siete años, rescatado por el rabino Rosenberg, vino a recogerlo, no pudo creer que su hijo había sido violado. Lo llevó a servicios médicos, pero tenía miedo de denunciar lo sucedido.

En cuanto a Rosenberg, cuando expresó su preocupación a los rabinos en Israel, le fueron levantados cargos por el ultraconservador “escuadrón de la modestia”, que regula, a menudo con amenazas de violencia, la “conducta moral adecuada y el vestir” de hombres y mujeres. Según el rabino Rosenberg, el violador al que sorprendió en el acto era un miembro de este escuadrón, que le acusó del delito “inconcebible” de haber caminado por una calle con una mujer casada. “Sinembargo  está bien abusar de los niños”, repuso Rosenberg.

Por sus denuncias, Rosenberg ha sufrido el ostracismo en su propia comunidad. Se le niega a entrar en establecimientos cuyos dueños son judíos, y al lugar donde vaya, ninguno se le acerca. Esta situación llegó al extremo un día que el rabino caminaba por la sección de Williamsburg, en Brooklyn, cuando de repente un hombre, que luego sería identificado como el hijo de un judío acusado de abusar sexualmente de menores, le arrojó una taza de cloro en su rostro.

Tras el ataque tuvo que ser trasladado a un hospital. Sufría quemaduras en la cara y ceguera temporal. La triste ironía es que fue agredido en un barrio considerado sagrado por la comunidad ortodoxa.