Los nidos de antaño
Juan Manuel de Prada.- Ignoro si en otro tiempo estuve loco; pero hoy, leyendo cierta entrevista, he sentido que he hecho el canelo durante todos estos años. La democracia, nos instruía Somerset Maugham, es una fiesta a la que se invita a todo el mundo, pero en la que luego sólo puedes entrar si agasajas al portero. A agasajar al portero lo llamaba la vieja teología «halagar al mundo». Que la sentencia de Somerset Maugham es una verdad como un templo lo comprobamos, por ejemplo, en el modo en que los políticos demócratas confiesan su filiación: un político de izquierdas se confiesa de izquierdas tan campante y orgulloso de serlo; un político de derechas, en cambio, se presenta acomplejadamente como «centrista», o «reformista·, o cualquier otra mamarrachada al uso, pero no dirá ni aunque lo torturen pellizcándole las tetillas que es de derechas. Cuando alguien se declara de derechas se convierte, ipso facto, en un aguafiestas de la democracia; y lo que la democracia necesita son animadores, no aguafiestas. Sospecho que ahora mismo no hay en el mundo un solo demócrata, del Papa abajo, que se atreva a decir que es de derechas.
Otra forma de animar la democracia consiste en no hablar de las cuestiones que la democracia juzga escabrosas y como de lumpen católico, como por ejemplo el aborto. En España, por ejemplo, hubo un tiempo en que la derecha aguafiestas, para rascar votos entre el lumpen católico, se puso a dar la tabarra con estas cuestiones, interpuso recursos de inconstitucionalidad contra su práctica y hasta prometió que una vez que alcanzase el poder cambiaría las leyes que las amparan. Pero, una vez alcanzado el poder, la derecha decidió que había que animar la democracia; y, desde entonces, decidió aparcar estas cuestiones escabrosas. Un verdadero demócrata no debe hablar de ciertos temas escabrosos, pues le dirán que está obsesionado (como si denunciar las miles de vidas gestantes que cada día son arrojadas al vertedero fuese «obsesión»); y, si es un demócrata en pugna con sus creencias, deberá en todo caso ver, oír y callar, so pena de ser considerado lumpen católico.
Yo no he nacido para ver, oír y callar; así que, para mi salud personal, opto desde hoy por no ver ni oír ciertas cosas, para no tener que callar como hago hoy. En cierta ocasión, una lectora me escribió una carta pidiéndome que, si algún día perdía la fe, no lo dejase traslucir en mis artículos, pues infligiría una herida muy profunda a personas como ella, que alimentaban la suya leyéndome. Hay cosas que, aun queriéndolo, no puede uno desembarazarse de ellas: así le ocurría a Jonás con la encomienda de predicar en Nínive; y así me ocurre a mí con la fe. Pero San Agustín nos enseñaba que, si bien nunca hemos de rehuir el martirio, no debemos tampoco entregarnos a él insensatamente.
Yo, que soy el hombre más insensato del mundo, estuve durante muchos años entregándome alegremente al martirio, en un combate con el mundo que me ha dejado hecho jirones, con mi carrera literaria tirada en la papelera y convertido en el hazmerreír de todos mis colegas; y este diario ejercicio de inmolación lo hacía con alegría, porque consideraba que mi obligación no era complacer al mundo, sino combatirlo hasta el último aliento.
Donde hubo nidos antaño no hay pájaros hogaño, nos dice don Quijote, cuando recobra la cordura. Ignoro si en otro tiempo estuve loco; pero hoy, leyendo cierta entrevista que ha levantado mucha polvareda, he sentido que he hecho el canelo durante todos estos años. Y, siguiendo el ejemplo del ilustre entrevistado, me dedicaré desde hoy a complacer y halagar al mundo, para evitar su condena.
Ser políticamente correcto y halagar al mundo trae victorias a corto plazo y placeres efímeros, pero derrota final, desengaños y amargura en el largo plazo. El mundo se aprovechará del adulador para, cuando éste menos se lo espere, tirarlo a una papelera cuando ya no le sirva. Y entonces el hoy adulador llorará y sufrirá por haber hecho el tonto….y deseará haber defendido la verdad aunque no guste y haber sido mártir desde aquel día en que decidió halagar al mundo. Porque, al fin y al cabo, ser íntegro y además claro….es lo que vale la pena. Nota: como yo… Leer más »
D. Armando:
¿Existe alguna posibilidad de contar con Juan Manuel de Prada en “La Ratonera” aunque no fuese de forma asidua?.
Considero sería una fabulosa incorporación al programa.
Un hombre, sea escritor o no, debe tocar todos los palos, ha de beber de todas las copas. ¿Se siente derrotado, sólo y abandonado en la lucha?. Pues escriba. Plasme en el papel o a través del teclado todo ese pesar, ese dolor, esa soledad, esa desesperanza. Luego léalo, para comprender hasta donde le han situado, y si siente la rabia del engañado, la ira del abandonado, la furia del no sometido, escriba también sobre ello. Ahora puede hacerlo. Todavía llevan sus máscaras, todavía emplean engaños y mentiras. Aún no han mostrado sus cartas ni se han quitado la careta,… Leer más »
Nunca se hace el canelo,cuando uno hace las cosas convencido de la bondad de las mismas para uno mismo y para los demas;otra cosa es que nos hayan engañado los mensajeros.
El mundo de hoy esta lleno de impostores y fantoches,y cuanto mas se asciende en la escala,mas impostores y mas fantoches son.
La solucion es siempre la lucha,no seguirles su juego no, sino luchar hasta dejar fuera de combate a esos fantoches e impostores,a esos mierdas que incluso te pueden hacer sentir temor reverencial.
Derrotismo deliciosamente almibarado, exquisitamente envuelto en una delicada serie de capas de erudicion a cual mas exotica, pero derrotismo al fin y al cabo.
Lo del “lumpen catolico” si que ha estado bien, se pega uno una buena risotada.
Sr. Prada. No creas que has hecho el Canelo…Yo tambien me he apartado de la fiesta por el gran hedor de esta y la leprosidad de todos sus asistentes…La pluma era alegre en mis manos al arreo de la mente y el corazón que el espiritu de la gracia imaginativa, llevaba en vuelo a lejanas vistas y amores por la aventura..Pero, no quise vender mi genio por las lentejas del mercader que me susurraba glorias y fortunas doradas…Y … … me dije Puedo, pero oh, es abrir la puertas al orco, y los viejos heroes yacen dormidos en el Olimpo,… Leer más »
Un gran placer volver a leer a Juan Manuel de Prada.
Le he seguido con asiduidad en su programa “lágrimas en la lluvia” y me ha entristecido su final.
Disfruté y se me hizo corto “Me hallará la muerte”, lo recomiendo a los amantes de la buena lectura al igual que “el séptimo velo” y “las máscaras del héroe”.
Libros que te hacen reflexionar.
Buena suerte en sus nuevos proyectos.