Helena B. Cala.- En foros de Madrid, próximos a Génova, se comenta que las circunstancias han variado mucho para Mercedes Alonso, cuando otrora la alcaldesa de Elche acudía semanal y puntualmente a la cita en la sede central donde se reunían los críticos a Rajoy en espera de una posible renovación, congreso extraordinario, con la nítida esperanza de que ella iba a ser elegida con un cargo importante en la ejecutiva nacional o, como decía ella, “Leyre Pajín llegó a ministra”.

En aquella época se vestía con sus mejores galas y escotes provocativos, enseñando al personal varonil sus supuestos encantos, siempre resaltados con ropa ajustada a sus partes pudendas; tendencia muy marcada en ciertas féminas políticas del PP. Pero, desgraciadamente para ella, eran otros tiempos, la fortuna sonreía a su inefable audacia, pareja a su gran indocumentación. En los corrillos de Génova todo el mundo la consideraba una politicastra de provincias con ínfulas de grandeza; una cenicienta de la política de bajos vuelos. Este cuento de hadas pudo tener un final feliz si en su camino no se hubiera cruzado el periodista Enrique de Diego y una expropiación malintencionada, con tintes rayanos en la prevaricación.

Hoy en día ya no es un secreto para nadie en Elche que las cuentas del Partido Popular son una ficción y la voz del pueblo pregunta dónde están los dineros. Según mis fuentes más fidedignas, el propio Francisco Camps ha hecho declaraciones sobre esta interfecta política diciendo que estaba totalmente arrepentido de haber apoyado en su día una Gestora y haberla consolidado como cabeza de lista por una ciudad tan respetable y tan brillante como Elche.

Máxime cuando la torpeza de no hacer frente al pago de una expropiación justipreciada y con sentencia firme y en vía de ejecución a través del Tribunal Contencioso-Administrativo, según he contrastado con mis fuentes, familia Tormo, se dice que ha sido el motivo que ha desatado la ira de algún miembro de dicha familia poniendo en conocimiento de toda la ciudadanía sus prácticas ilegales en la financiación del partido, así como ha destapado la caja de Pandora con los secretos que tenían muy guardados otras agrupaciones del PP, llevándolas al abismo de futuras mociones de censura y en muchos casos de desaparecer antes de terminar la legislatura; en pocas palabras, el propio Camps reflexiona: la torpeza de Mercedes Alonso en Elche se ha llevado por delante al Partido Popular de la Comunidad Valenciana.

Por otro lado, si bien es verdad que Mercedes Alonso nunca contó con el apoyo de los patricios ilicitanos, con verdadera legitimidad histórica, pues muchos de esos optaron en las anteriores elecciones por Alejandro Soler, que representaba a esa burguesía ilicitana de progreso y trabajo y muy arraigada en las tradiciones
histórico-culturales de la ciudad. Para ellos, la alcaldesa no dejaba de ser la chiquita ramplona más allende del barrio de La Rata, que asistió al Instituto de Carrús y que allende de la aristocracia del centro vino de Granada con el bostezo del hambre.

Estas son cuestiones de apreciación que no serían relevantes si se tratara de un personaje eficaz, competente, transparente y con una magia carismática hacia los ciudadanos, pero no es así, sino todo lo contrario. Estamos ante una personalidad inmadura y miope a la hora de la percepción de los problemas sociales y económicos de una ciudad cuyo pasado fue mejor y que en estos momentos tiene graves problemas económicos a los que el Ayuntamiento que ella tan indignamente preside ha dado la espalda. ¿Dónde está ese sueldo para Cáritas? ¿Dónde están esas renovadas promesas con los viejecitos de los asilos de ancianos a los que tan ferozmente fue a devorar su voto en tiempo electoral? La respuesta sólo la tienen ella y su escudero, Pablo Ruz, al que también le ha tocado su gafe, puesto que parece ser que le huele la cabeza a pólvora en su concejalía no avalada por los votos, sino sólo por el dedo de su ama.

Allá quedaron los tiempos de vino y rosas, cuando Mari Carmen Baeza con su demostoniana locuacidad hacía presentaciones en las cenas partidarias, donde era mejor situarse, por vergüenza ajena, detrás de la silla o al lado de la salida de emergencia, pero la fortuna le sonreía, Saénz de Santamaría, María Dolores de Cospedal, su íntimo amigo entrañable Federico Trillo, con el que, según fuentes solventes, comparte un mismo amor por el arte como negocio y por las transacciones de antigüedades, o el propio Mariano Rajoy, acudían solícitos a la llamada de Mercedes en campaña. ¿Quién vendría hoy? Sea o no imputada tras la querella presentada por Manos Limpias, independientemente de cuál sea la respuesta judicial, Mercedes Alonso ha perdido toda credibilidad política en la ciudad a menos de dos años de ser elegida, y lo digo con gran conocimiento de causa puesto que no hay frutero, taxista, electricista del Ayuntamiento, funcionario de SUMA y un largo etcétera que la trague. Mercedes, a día de hoy, es un cadáver político que recorre sin rumbo las calles de la ciudad de Elche.