La Primavera Árabe, definida como una ola de protestas populares para hacer desaparecer las viejas dictaduras en varias naciones del Norte de África y el Medio Oriente y que, según señalaron los representantes políticos de la vieja Europa, contribuirían a la modernización y el progreso de dichas sociedades, parece que no tuvo éxito pregonado. Al menos eso cabría deducir viendo estas dos instantáneas.

En las nuevas estructuras políticas de los países que experimentaron las revueltas: Túnez, Libia y Egipto, principalmente, cobra relevancia la imposición de los principios de la Ley Islámica, la Sharia, que por su rigidez y anacronismo, ha acentuado la inestabilidad social y el retorno del fundamentalismo religioso.

El mejor ejemplo son estas dos imágenes que ofrecemos. La de la parte superior corresponde a la Universidad de El Cairo, en el año 1978. Se trata de una imagen de modernidad, que contrasta bruscamente con la imagen sitada en la parte inferior, tomada este mismo año en la Universidad egipcia Al Mansourah.

Sobran las palabras ante dos ejemplos gráficos tan elocuentes y reveladores al mismo tiempo de cómo las sociedades árabes, con revolución o sin ella, siguen avanzando a paso de cangrejo.