Los Mason tenían un sueño, lograr una vida acorde a su filosofía y convivir armónicamente con la naturaleza. Para ello adquirieron un terreno de 400 metros cuadrados en el campo, compraron un caravana con energía solar, y comenzaron a cultivar para vivir de la tierra. Un camino duro para algunos, pero no para ellos.

Transformaron un terreno que se hallaba abandonado en una huerta productiva, con manzanos, gallinas… De esa forma obtenían los alimentos para su propio consumo e incluso podían proveer de huevos y verduras ecológicas al cercano pueblo de Willand. Pero el Consejo del distrito ahora les pide que abandonen su tierra y su casa al no tratarse de terrenos habitables. Argumentan las autoridades que solamente se pueden destinar para cultivo y amenazan con desalojarlos y hasta con la cárcel.

Los Mason tratan de conseguir un permiso que les permita vivir en su terreno de forma legal. Lo hicieron por vez primera en 2009, se les negó y ahora está en fase de apelación.

Las razones del Consejo para la denegación del permiso se basó entonces en que la pareja carecía de un “plan sólido de negocios”.

Ahora quieren obligar a esta familia a dejar su sueño, volver a la ciudad y convertirse casi en mendigos, ya que no percibirían ningún tipo de subsidio por parte del Estado. Se da además la circunstancia de que los niños iban a la escuela, por lo que no se entiende cuál es el problema que les impide continuar viviendo como hasta ahora.

Numerosas personas de todo el país se han dirigido al Consejo en apoyo de la familia Mason.

Anne Wallington, cuya familia ha tenido intereses en el pueblo durante 44 años, escribió al Consejo en apoyo de los Mason, alabando su trabajo en la recuperación de lo que se “estaba convirtiendo rápidamente en tierras abandonadas”. David Thompson, quien también vive en el pueblo, dijo que “están tratando de cumplir con el compromiso del Gobierno de cuidar del medio ambiente y esta es la última huerta en las cercanías de Willand”.

Sin embargo, el Consejo continúa sin enterarse, y es que las leyes parecen no estar hechas para familias como los Mason. Parece como si el Estado pretendiese interferir en la felicidad de las personas, en su bienestar; en definitiva, en la libertad de que puedan vivir conforme a reglas económicas y morales distintas a las establecidas oficialmente.

En definitiva, el nuevo orden mundial no quiere que hayan personas autosuficientes que logren alcanzar sus expectativas vitales y su supervivencia económica al margen de la casta dirigente.