Jesús Flores Thies.- La rápida secuencia histórica es la siguiente: un día, el rey de España, que días antes había sido recibido con entusiasmo en la estación de las Delicias por los suyo, se marcha a Cartagena y emigra a Marsella, después de comprobar que no recibe el menor apoyo, en estos momentos cruciales de su reinado, de aquellos (y de otros) enfervorizados monárquicos. Le han dejado solo ante el astuto golpe de estado de los republicanos vencidos “democráticamente” en unas elecciones municipales (ya se sabe cuál es la fórmula de la Democracia: DOS es más que UNO), pero audaces ganadores por saber elegir el momento oportuno.

Estalla la segunda república y muchos españoles, que ni siquiera eran republicanos, piensan que a lo mejor ya ha llegado el momento de enderezar a España y quitarle todas viejas rémoras e injusticias que arrastraba desde hacía siglos (salvo el periodo del general Primo de Rivera). En gran parte de los españoles hay un motivo de esperanza, incluido José Antonio. Pero, antes de un mes, ya arden iglesias, conventos, bibliotecas, laboratorios… sin que las nuevas autoridades lo impidan o castiguen a los culpables. Y es que gran parte de los nuevos amos republicanos son sectarios y beligerantes contra la Iglesia.

Entre el 14 de abril, que pese a los nubarrones todavía era esperanzador, y la quebrada España del 18 de julio de 1936, pasan demasiadas cosas. Y es que la idea de Trotsky de que España fuera la primera república soviética del Occidente europeo, estaba a punto cumplirse. Se intentó por esa parte de la izquierda que está más a la izquierda (la otra estaba castrada) conseguir ese paraíso de muchas formas, la más importante en octubre de 1934. Fracasan pero no ceden, y como en la guerra, quieren conseguir sus fines por otros medios pero al revés de Clausewiz, porque en este caso: si pierdes la primera guerra, continúala con la siguiente paz. Y así es como la posibilidad de alcanzar esos fines del “paraíso” apoyados, mientras fuera necesario (así lo dicen ellos), en la “república burguesa”, está al alcance de la mano.

Lo que no sabía Trotsky es que unos españoles iban a hacer fracasar sus proyectos “ibéricos”.

Pero hay prisas, y el desmán “progresista” entre febrero y julio de 1936 pone a España al borde del desastre. El fracaso de lo que solo era una sublevación contra el pútrido Frente Popular da paso a una guerra civil, la que buscaban con ahínco desde hacía tiempo estas poderosas izquierdas de la izquierda.

Hay tres años de cruel guerra que la ganan los únicos que la podían ganar, es decir los “nacionales”, esos a los ahora denominan simple y astutamente “franquistas”. Y los de Paracuellos, los de la mayor persecución religiosa de la Historia, los de las chekas, los del “Vita”, los del “Oro a Moscú”, los del museo del Prado itinerante hacia Suiza, los del saqueo y destrucción del Patrimonio…, los buscadores de paraísos del proletariado, beben la amarga sopa del “Vae Victis”.

Y ya tenemos dictadura. No hay que echarse las manos a la cabeza por utilizar esta palabra. Era una época europea de dictaduras, sistemas políticos de urgencia surgidos ante el fracaso de las presuntas democracias. A ver si somos capaces de estudiar la Historia antes de criticar los hechos.
La guerra la ganaron los únicos que la podían ganar.

Franco tiene poderes absolutos y entre sus mejores decisiones (que Dios le bendiga) está la de mandar a paseo a los partidos políticos y a los sindicatos llamados de clase. Porque con estos lastres difícilmente se hubieran reconstruido en España los terribles destrozos que contra nuestro Patrimonio cometieron las huestes del llamado (cara al exterior) ”Gobierno Republicano”. A duras penas se pudo recuperar una mínima parte de lo robado y saqueado de forma “legal”; a durísimas penas se pudo empezar a elevar el nivel de vida de los españoles después de una fracasada república, una guerra civil, un aislamiento económico de la postguerra… El esfuerzo, el sacrificio y el trabajo de aquella generación sin partidos sectarios y sin sindicatos depredadores, sacó a España adelante. Con una España en paz y que crecía en todos los sentidos, la dictadura se fue convirtiendo en dictablanda y más tarde en un sistema autoritario, pero menos.

Pero aquellas banderas victoriosas se fueron arriando conforme el nivel de vida se iba izando. Una poderosa clase media permitía (a lo mejor era al revés) un espectacular desarrollo económico, y se produjo aquel “milagro español” cuya frase, como pasa en tantos casos, ha sido atribuida a la propaganda del régimen, cuando fue acuñada en Alemania y en otros países europeos (España igualaba en crecimiento a Japón). Pese a las presiones externas e internas, a los contubernios y las traiciones de unos y de otros, bien por ser herederos de los vencidos o por querer ocupar el sillón de Franco, estos años de paz y de trabajo dejaron una España en las manos de aquellos poncios de la “Transición”, una España que ya nada tenía que ver con aquella convulsa y pobre del “Frente Popular.

Pero aquellas generación de 1975 ya no era la de 1936. La herencia que llegó a las manos pecadoras de los políticos ávidos de poder y de revancha, fue arrojada a sus pies. Aquellos políticos salidos de una sociedad oronda, cebada, bien alimentada y con una base social impensable en aquellos ya lejanos años, eran todo, menos nobles e inteligentes. En vez de conservar el excepcional legado español acumulado durante tantos años de sacrificios y esperanzas bajo el gobierno de Franco, en vez de completar los huecos del sistema con aquello necesario para ser admitidos en eso que llaman Europa (la del Oeste….), arrasaron gran parte del legado y nos metieron la misma basura política de sectas, actualizada en el nuevo sistema de república coronada.

Y los vencidos de otrora se convierten en vencedores de ahora. Y una derecha estúpida, cobarde, suicida, desagradecida, sin memoria y hasta ridícula, se pasa al nuevo “frente popular” para borrar nuestra Historia pasada en su parte más noble y heroica. Actualmente, también para esos miserables políticos de la derecha, todo lo que tenga que ver con aquellos años de Historia que transformaron a España es deleznable y rechazable, es algo que hay que meter entre paréntesis. Los Suárez, Fraga, Martin Villa, Samaranch…, como avanzadilla de los renegados, se pasan al enemigo de entonces como tontos compañeros de viaje. Y no olvidemos a Aznar, integrista falangista en su mocedad, que felizmente ahora sólo da trabajo a su peluquero: o a Gallardón, de la poderosa raza de los Gallardones, con su perfil de gran vividor de la política y dilapidador de nuestros dineros.

Pero, esencialmente, no olvidemos al rey (ahora, pese a sus pufos millonarios, sus elefantes, osos y cortesanas, está todavía bastante blindado), figura que será estudiada en el futuro, si es que lo tenemos, como el rey de aquella república coronada que presidió la quiebra de un país multisecular, mientras sonreía con cara de despistado como quien no sabe de qué va la cosa (¿de verdad que no lo sabe?). Además, España carece de Jefe de Estado. Aquellos presidentes de la república como Lerroux, Alcalá Zamora o el mismo Azaña, tenían unas atribuciones de peso en la política republicana, no eran “ninots de feria”, éste sólo sirve para hacerse la foto. Y cada vez sale peor.

En esta España que ya ni es sombra de sí misma, las actitudes del Ejército y de la Iglesia superan a los de los políticos o a los de la misma prensa. La Iglesia deja en España de ser católica gracias a la postura que eligen los de la Conferencia Episcopal Tarraconense y los obispos vascos, no sabemos si con Conferencia o sin ella. La Iglesia ignora, olvida o se pasa por el forro la labor de Franco (y la de millones de españoles) para restaurar el culto católico y los terribles daños que los “legalmente constituidos” le habían hecho. En el aniversario de su muerte, ni un recuerdo ni una misa, nada.

¿Dónde han ido a parar las 20.000 misas prometidas por el General de la Compañía de Jesús? ¿En cuántas iglesias, basílicas, monasterios, noviciados, colegios hay una recuerdo a quienes los reconstruyeron, cuándo y por qué?

¿Podemos hablar del Ejército?

Es indudable que, recibiendo este Jefe de Estado inexistente, la consideración de “Primer Soldado de Esaña” (¿cómo será el último?) en los brindis reglamentarios en centros castrenses, un Ejército, con tal “primer soldado”, ha quedado como caricatura moral de sí mismo.

Es duro decir estas cosas de un Ejército que es el nuestro, un Ejército que, sin solución de continuidad, y pese a muchos intentos, es el heredero de la Victoria. Puede parecer exagerada la frase pero, así como otras instituciones, como la Iglesia, los políticos, los Ayuntamientos…han renunciado oficialmente a su pasado, no hay momento institucional en el que Ejército haya hecho lo mismo. Y sin embargo, como termitas, los del sistema han sabido socavar los principios morales sobre los que se sustentaba. Con la escusa de la disciplina, cuando en realidad sumisión cobarde, gran parte de los sucesivos “Mandos” colocados ahí por este corrupto sistema, han arrasado nuestros monumentos, lápidas, placas, monolitos, tradiciones y hasta la Historia. Incluso mantienen una férrea vigilancia en sus subordinados deal lo que se dice o escribe sobre nuestra historia reciente. De ahí los silencios y omisiones de toda la prensa y publicaciones de Defensa que hace malabarismos para ocultar biografías o Historiales de Regimientos.

Nuestros héroes son silenciados y eliminados del recordatorio histórico; hacen desaparecer un museo y despiezan o destrozan otro; suprimen los recuerdos de la heroica defensa del Alcázar de Toledo o mandan al ostracismo a los de Santa María de la Cabeza; quitan la estatua del Generalísimo Franco de la Academia General Militar y otra del comandante Franco de un acuartelamiento de la Legión; pasan de largo los mandos de la Legión ante la eliminación de la estatua coruñesa del general Millán Astray; quedan indiferentes, cuando no cooperan con entusiasmo, en la destrucción de monumentos a los Caídos; nada dicen sobre el envilecimiento que se prepara en el Valle de los Caídos de los cuarteles, sin pensárselo dos veces, las calles de laureados…

Es ésta una de las escenas más innobles que permitió un “Mando” sumiso y sometido a la venganza histórica.

Pero este Ejército sigue ahí, silencioso y manipulado por los políticos en sus juegos de tahúres. Se le manda a Afganistán para que dentro de poco salgan de aquella paz-guerrera a la que nadie nos llamó, dejando aquello peor de lo que se encontraron, porque su sacrificada e ingente obra se vendrá abajo en cuanto se pongan los camiones en marcha. Se les manda a Líbano a hacer de polis de tráfico en el cruce de la “calle Líbano” con la “avenida de Israel”; se obliga a la Marina a apoyar a los miserables rebeldes libios…

Cuando las cosas vuelvan a su lugar, Dios quiera que sin tardar mucho, estos soldados serán el corazón de un Ejército que no puede morir de inanición moral.

Pero mientras tanto…, llegamos a la “Losa”.

Vivimos en un mundo dominado, dicen, por los medios de comunicación que, en su inmensa mayoría, viven, cobran y también se sumergen alegremente en el mundo político de la corrupción sin la cual este sistema no puede vivir. No es que este sistema se haya corrompido, no, es que sin corrupción no hay sistema. En la actualidad, la mayor parte de los medios de comunicación y de los políticos, son distintos perros pero con los mismos collares.

Gracias a ellos, se mantiene esta situación de sociedad sumisa y, podemos decir de forma suave, sodomizada.

Hemos llegado a un punto de nuestra decadente Historia, la que está a caballo del final del siglo XX y del inicio del XXI, en el que se nos ha impuesto de forma institucional que entre el 1 de abril de 1939 y el 20 de noviembre de 1975, en España hubo un paréntesis en su Historia. Nadie, político, periodista, militar, cura, deportista, médico, abogado, fontanero o bombero, por aquello del instinto de conservación, se atreve a husmear dentro de ese paréntesis. Como en la ficción de “1984”, si no se habla de algo es que no existe.

Todo un símbolo de nuestra política. En la Comunidad de Madrid, González y Gómez, Gómez y González, PSOE y PP, PP y PSOE ¿Quién es quién? ¿A que se parecen?
Y no es que no se hable, porque sí se saca de vez en cuando este tema, pero como conjunto criticable o referencia en bloque, mas no historiable o como período que ocupa un buen espacio de tiempo. Algo así como si se hubiera parado reloj de nuestra Historia en 1939 y puesto en marcha a partir de la Constitución modelo 1978. Sólo referencias peyorativas.

A raíz de la tan cacareada transición, marcada por debajo por la tramposa reconciliación nacional “made in Carrillo”, se empezó a socavar, con el camelo de tú cedes y yo cedo, lo que en otra época más gloriosa se denominó “bando nacional”, dejándolo ya, de forma astuta, espesa, pesada y machacona como simple “franquismo”. Poco a poco se fueron vaciando los cerebros de los españoles para meterles la idea de que si en los años 90 y los del principio de este siglo hubo una bonanza económica (por cierto, la época que nos trajo estos lodos) en ella nada tuvo que ver el llamado “franquismo”, todo apareció por generación espontánea gracias a la “transición”. La Sanidad, la Seguridad Social, la red de hospitales y de pantanos, las fábricas de automóviles, y cuando lo hubo antes de que se destruyeran, los astilleros navales, la pesca…., todo procede del buen hacer de la “recuperada democracia”. “Democracia”, no lo olvidemos,

Estos mares interiores quitaron la sed a muchos españoles, circunstancia de la que no se habla ni en épocas de sequía.

El miedo a hablar de forma libre de nuestra historia reciente es una característica de esta sociedad, y en todos los niveles sociales y profesionales. Donde más se nota, y de eso ya hemos hablado, es en los militares. Toda referencia, incluso en las “Efemérides” de la “Orden del Día”, está prohibida, y ningún general con instintos suicidas se atreverá a hacer un tímido y público elogio (en privado también hay que ser prudente…) de un hecho heroico del bando nacional que hoy es definitivamente “franquista”.

Los lavados de cerebro del mundo soviético no pasaban de ser simples restregones con papel de cocina comparados con los que se hacen por estos pagos, que se hacen con unos productos de limpieza brutales que dejan la piel en carne viva.

España es un país donde ya hay que hablar en muchos sitios en voz baja. Y a veces, ni eso. La deformación o el silencio cobarde sobre nuestra Historia reciente es el que cubre esta España, en otras épocas orgullosa de serlo. Y hay silencio en una derecha dirigida casi en bloque por cobardes, indefinidos y en gran parte corruptos, cuya prensa mantiene ese silencio y, si es necesario, la deformación informativa.

El españolito, sumergido en esta sociedad a la que algún humorista de mala muerte ha asegurado que de ella emana la soberanía, se encuentra en realidad aplastado bajo tierra por una losa en la que hay dos agujeros: uno para ser alimentado mediante una sopa que fabrican los partidos en el cacerolón de la bruja Pirula, donde alimentan a su víctima hasta volverla idiota; y el otro, para sacar la mano cada cuatro años, o en algunos menos si fuese menester, para depositar un voto en una urna con aspecto de pequeño ataúd de cristal. Una imagen que viene muy bien para los festivales idiotas del triste Halloween, aunque tiene bastante menos gracia, si es que esa pantomima “made in USA” tiene alguna.

¿Estará nuestro futuro condenado a esa losa y a los dos agujeros?

*Coronel de Artillería (retirado)