Mar García Moreno.- Ante las fábulas y leyendas que se fundamentan en falsas banderas y estandartes siento indiferencia, pero con una acción de valentía, como la llevada a cabo por Armando Robles en el programa ‘La Ratonera’ del pasado jueves, me nace un sentimiento de enorme gratitud y reconocimiento.

Como catalana debo confesar que enarbolar la estelada (bandera no oficial utilizada por los partidarios de la independencia de Cataluña y por extensión de Valencia y Baleares) ,se ha convertido en un modus vivendi para los despiadados políticos catalanes. De ésta forma se ha impuesto en el pueblo una obediencia casi lacayuna. Al parecer, se puede expoliar al ciudadano enfundado en ese disfraz multicolor, demostrándose así hasta qué punto se han prostituído las instituciones catalanas.

No es fácil alzar la voz para rebelarse contra la homogeneización ideológica galopante que se está produciendo en el imaginario colectivo catalán.

Falsos clichés argumentativos, un recuerdo permanente e interesado de supuestos agravios apelan a los fondos más irracionales del sentimiento identitario.

Han inventado su fórmula, siempre necesitarán un chivo expiatorio para exorcizar sus demonios. El independentismo, en su origen, es un movimiento político con determinados fabricantes que conlleva un condicionante fundamental; se trata de la reclamación permanente al Gobierno de España para paliar su incompetencia e incapacidad, y de ésta forma hacer desaparecer su desastrosa y corrupta gestión.

No hay escándalo que no tape una buena ESTELADA. Se puede ser patriota catalán, vasco y se aplaude, pero no podemos ser patriotas españoles, ya que esto es puro fascismo para los nacionalistas, la izquierda y sus palmeros. Los acomplejados de derechas, por su parte, no se atreven a definirse en ningún sentido.

Cuando en Cataluña se violan sistemáticamente derechos, no ya constitucionales, sino los más esenciales para los ciudadanos, como la negación de la enseñanza en español, idioma del Estado, o la prohibición de rotular tu negocio en dicha lengua, te sancionan y te persiguen. En los patios de las escuelas designan “vigilantes” para informar de quiénes no se expresan en catalán. Eso sí, todo presidido por la Estrellada.

Por ello es de agradecer cualquier acto ó acción que nos libere de un símbolo opresor, como ha hecho Armando Robles en una acción perfectamente calculada y que ha generado, dentro del universo separatista, una catarata de amenazas e insultos sin precedentes contra el director de AD.

Mientras, las vulneraciones de la legalidad constitucional se consideran normales en Cataluña y, entre tanto, nuestros gobernantes estatales eluden sus responsabilidades. “España ya es marginal en Cataluña”, dijo Maragall hace unos años. Lo tomaron a broma, y ahora tenemos la constatación.

Me duele decír que los españoles, en muchas etapas de nuestra historia más reciente, no hemos estado a la altura de las circunstancias, comportándonos como un rebaño y siguiendo a los “pastores”, la casta política.

El de Robles ha sido un gesto de un valor físico, simbólico y moral impresionante. Creo en la reacción, apelo e invito a todos a lo mismo, en la medida de nuestras posibilidades, en nuestros ámbitos.No colaboremos más en la fragmentación de nuestra nación, España.

Desde Cataluña seguiremos luchando, denunciando y movilizándonos.

*Mar García es escritora catalana