Mar García.- Parece que ya han trazado las líneas básicas del plan secesionista en Cataluña. El pasado 26N, algunos titulares de prensa fueron excesivamente positivos al realizar la lectura, el análisis de los resultados electorales (comicios que nunca debieron celebrarse). En Madrid se empeñaban en repartir y extender una buena capa de maquillaje a la cruda realidad.

Pues bien, no había explicación más certera al afirmar que la izquierda más extrema catalana (ERC) movería los hilos y marcaría a partir de ese momento y de manera abrupta la hoja de ruta de la política catalana. Si nos encontrásemos en un país serio, el presidente del Gobierno de la Nación debería haber tomado posiciones, actuar con determinación y fijar de forma urgente una reunión con Artur Mas, y plantearle lo siguiente: si ustedes siguen con la idea de convocar un referéndum ilegal, ni un euro más para evitar la quiebra de su comunidad. De tal forma, y con total seguridad, tendrían que declarar la suspensión de pagos, y al tratarse de una región española nos llevaría a la intervención de su economía y se suspendería la autonomía.

La historia nos dice que nunca se ha producido un proceso de secesión cuando la zona que perseguía separarse estaba en quiebra económica, por tanto el rescate de Mariano Rajoy a Cataluña acelera dicha separación. Dominar los tiempos en política es fundamental. Rajoy está consintiendo una conducta que lleva de forma inevitable a la sedición, acto gravemente penado en cualquier país del mundo. Pero aquí optamos por pactar con los enemigos de la Patria. El Gobierno está siendo desleal, y si se consuma tal locura, la historia les juzgará como traidores de la Nación.

En los países desarrollados, occidentales, las leyes se cumplen, y España tiene la fuerza de la legalidad. Distingamos entre “miseria heredada o la producida”, estos gobernantes producen miseria, en lugar de corregirla, sin olvidar que es su principal obligación, lo que puede convertirlo en ilegítimo. Asombroso es asistir a la disgregación más absoluta, y a un colaboracionismo total con los enemigos de la Patria.

Se ha perdido todo orgullo, todo respeto por nuestra historia, incluso se ha participado en la manipulación de ésta. Como española, nacida en Cataluña, me apena observar el declive de nuestro país, ante la inconsciente indiferencia de una parte y el irresponsable entusiasmo del otro.