HI.- La reciente decisión tomada por el Gobierno de España para conceder la nacionalidad española a los judíos sefardíes, los descendientes de aquellos judíos expulsados de España en el año 1492, ha sido una de esas escasas decisiones de la actual clase política que apenas ha despertado algún interés entre la población española. Sin embargo, ha resultado llamativo el artículo que, a raíz de esta postura del Gobierno, ha escrito un supuesto “hispanófono” (aunque más bien debería de calificarse como hispanófobo) marroquí llamado Ahmed Bensalha. El artículo contiene una serie de mentiras de principio a fin que conviene señalar.

El primer bulo que expone este individuo es el de calificar a los Reyes Católicos como los “promotores de los tribunales de la Inquisición”, cuando el primer auto de fe realizado en España tuvo lugar en el año 1237 en Cataluña, algo más de 200 años antes del reinado de los Reyes Católicos (por lo que difícilmente iban a poder ser los promotores de la Inquisición). Pocos años después, en 1249, la Inquisición se establecería oficialmente en Aragón, pero a Castilla no llegaría hasta 1478.

Por lo tanto, insistimos, los Reyes Católicos nunca pudieron ser promotores de ningún tribunal de esas características porque aún andaban lejos de ser concebidos.

La Inquisición Española ha sido uno de los capítulos favoritos de los amantes de la “Leyenda Negra” con la que España ha tenido que cargar desde hace siglos. Sin embargo, y le pese a quien le pese, únicamente fue un tribunal surgido por razones religiosas que se encargaba de juzgar aquellos posibles casos de desviaciones dentro de los miembros de la Iglesia Católica. Al contrario de lo que se suele creer, la Inquisición jamás persiguió a nadie por ser de otra religión, sino por afirmar ser miembro de la Iglesia Católica mientras se practicaba otra religión en secreto. Esa es la verdad de la Inquisición y no otra.

Por eso, decir que “la comunidad morisca fue expulsada por razones religiosas, onomásticas, culturales, raciales y lingüísticas de España”, teniendo encima la osadía de añadir después que España “aún no ha podido dar por zanjado un capítulo siniestro de su historia, como es el caso de la asignatura pendiente de los moriscos, o sea, los musulmanes que fueron expulsados de España durante el reinado de la castellana Isabel y el aragonés Fernando por las mismísimas consideraciones por las que fueron expulsados los sefardíes, que, hoy en día, son objeto de naturalización en España”, es faltar el respeto a la inteligencia y a la verdad histórica porque, para empezar, los moriscos no fueron expulsados por los Reyes Católicos, sino por Felipe III en el año 1609 por ser incapaces de adaptarse a la nación española surgida de la Reconquista y por su apoyo constante a uno de los mayores enemigos que ha tenido España en su Historia, como es el caso del Imperio Otomano turco. Por otra parte, no puede sostenerse que los moriscos fueran expulsados por las mismas razones que los judíos, ya que éstos fueron expulsados más por una cuestión religiosa mientras que los moriscos vieron la puerta de salida por ser un peligro para la seguridad nacional.

Pero los penosos fallos históricos de Ahmed Bensalha no son lo peor de su artículo. Como si todo eso no fuera bastante, el autor se toma la molestia de exponer unas reflexiones, cuanto menos, inquietantes: “¿Es España consciente de lo que podría suponer estar de uñas con unos y hacer paces con otros? ¿Es España consciente de lo que podría costarle una similar decisión? ¿Ha reflexionado España que podría poner en riesgo las multitudinarias inversiones que llevan a cabo los musulmanes en su territorio? ¿Tiene España alternativas en inversión extranjera a los capitales musulmanes, si algún día esos capitales desembarcan a otros destinos por su decisión segregacionista hacia los musulmanes?”.

Parece que el materialismo no sólo ha hecho mella en el catolicismo; sino que, por lo visto, el islam también parece estar “occidentalizandose”. De todas maneras, y analizando los falsos argumentos de este personaje, ¿de verdad se cree que los jeques árabes y el Rey de España van a cesar sus reuniones por asuntos de negocios sólo porque el Gobierno de España no se trague el cuento victimista de los moriscos como sí ha hecho con el de los sefardíes? Moviendo el dinero que se maneja en ese tipo de negocios, a los responsables del negocio del petróleo les debe de importar muy poco lo sucedido hace medio milenio…

Pero si parecía que este hombre no podía escribir más falsedades por párrafo, nos equivocábamos. Aquí podemos encontrar una de sus grandes “joyas”:

“Los ministros de Justicia y Exteriores de España, artífices de la medida, están echando leña al fuego, porque están, por conciencia o inconciencia, haciéndolo adrede o por inadvertencia, provocando con su incendiaria y sediciosa medida, improvisada e indiferente, la moral de los musulmanes, porque los judíos así como los moriscos dieron juntos durante su estancia en España palpables pruebas de avenencia y convivencia antes de que la megalomanía excesiva de Isabel y Fernando cometiera sus siniestros estragos de echarlos injusta y arbitrariamente fuera de España. A mi modo de concebir la decisión, una vez más soberana, pienso que con la medida, España silencia una parte considerable de su legado tan significativo como nadie, porque los moriscos desempeñaron un papel monumental en España; prueba de ello, es que sus vestigios aún son patentes en muchísimos aspectos en la España de hoy en día. Huellas arquitectónicas en la Alhambra y en el Alcázar de Segovia. Huellas litúrgicas en los atentos de los Reyes Magos. Huellas idiomáticas en los arabismos incluidos en la lengua española. Huellas toponímicas en ciudades como Alicante, Madrid, Sevilla y Valladolid y vestigios onomásticos en el apellido Alcántara, por poner un ejemplo”.

El conocido mito de las tres culturas es algo que hoy no se sostendría de no ser por algunas series de televisión. Incluso los partidarios de la “Leyenda Negra”, al tratar de mostrar una imagen oscura y siniestra de la España cristiana, no pueden evitar reconocer que la convivencia de los diversos grupos sociales era en realidad una simple cohabitación que dependía de la postura adoptada por el gobernante de turno.

Tanto cristianos como musulmanes trataron mejor o peor a los judíos según la época, pero igualmente algún reino musulmán llegó a ser aliado de los cristianos y eso no se considera justificante del mito de las tres culturas… simplemente, la política exterior de aquella época era como era y el amigo pasaba muy rápido a convertirse en enemigo.

Por otra parte, tratar de justificar a los moriscos como parte del legado cultural español resulta muy simple porque, igualmente, en la lengua española también hay palabras de origen francés (como las deliciosas croquetas) y no por ello vamos a formar parte de la misma nación que nuestros vecinos galos.

Si consideramos a la nación como un proyecto histórico formado por una comunidad humana que tiene intención de llevar a cabo serias empresas en el futuro, los moriscos (y los sefardíes) no dejarían de ser episodios anecdóticos en el caso de España, porque esta nación fue engendrada por Roma, criada en la lucha contra el islam oriental, madurada en la evangelización de América (una de las obras populares más grandiosas de la Historia de la Humanidad) y confirmada en su lucha por la unidad espiritual de la civilización europea. Y en ninguno de los capítulos anteriores hay sitio para los musulmanes dentro de lo que fue y es hoy España.

Finalmente, tampoco puede evitar leerse el final del artículo que ha provocado esta entrada: ”Si España naturaliza también a los moriscos, como planteó Mansur Escudero, ex presidente de la Junta Islámica de España, incrementaría su riqueza lingüística, cultural y étnica y se consideraría pionera y referente modélico y justo en la conciliación con su pasado en el plano internacional. España tiene a mano una ocasión histórica e irrepetible para remediar la fractura que padecía su columna vertebral al denegar hasta el momento a los moriscos lo que concedió a los sefardíes.

En definitiva, los moriscos no piden ni naturalización ni indemnización, sino piden la consideración y rehabilitación. O sea, ¡un simple perdón!”.

Este tema no es de los que interesan al español medio, pero no se puede ignorar. ¿Por qué iba a tener España que pedir perdón por su Historia? ¿Es que acaso van a pedir perdón los líderes políticos de los países musulmanes por haber sufrido España una invasión de esa gente en el año 711? No hay nada que perdonar, ni por nuestra parte ni por la suya. La Historia es la que es y debe asumirse, guste más o menos.

Ahora bien, lo que no puede aceptarse es que las mentiras y las tergiversaciones de los islámicos que hoy pretenden hacerse pasar por “tolerantes” y “democráticos” sean asumidas como hechos reales cuando la realidad y la experiencia han demostrado totalmente lo contrario.