Ramiro González.- Su prosa es como un cuchillo que te atraviesa sin piedad. Chuck Palahniuk inaugura un estilo muy personal para contar historias. Relatos plagados de personajes marginados, destrozados por una sociedad que no les comprende o que sencillamente no ha hecho más que darles palos. Podemos encontrarnos con un relato titulado “Asfixia”, que nos cuenta la historia de Víctor, un adicto al sexo, más bien “adicto a las endorfinas”, como él mismo diría.

A lo largo de las páginas, se repite también una frase que resume perfectamente la esencia del protagonista: “¿Qué NO haría Jesucristo?”. Con este mantra, el lector capta enseguida que Víctor hace todo lo posible por llevar la contraria, por no hacer lo que la sociedad espera de él. También podemos encontrar otro título llamativo en su obra literaria, “Fantasmas”, en el que un grupo de escritores acuden a un retiro para artistas durante un fin de semana en un viejo teatro abandonado, donde los recursos como el agua o la electricidad son escasos, lo que dará lugar a que empiecen a escribir historias terroríficas, que no dejan a nadie indiferente. Su estilo le une a la famosa “Generación X”, de la cual forman parte, Bret Easton Ellis e Irvine Welsh. Se conoce por este nombre también a todos aquellos nacidos después de los “baby boomers”, y compartieron ideas tales como romper con lo establecido y el inconformismo. Aunque este movimiento no se dio en todos los países.

Tras este brevísimo esbozo sobre el autor, me centraré en la que es una de las historias más impactantes que he visto en mi vida. Digo visto porque aun no he podido leer la novela, solo he tenido la experiencia de la adaptación de cine realizada por David Fincher, y protagonizada por Brad Pitt y Edward Norton. Fue despreciada por la crítica, pero con el paso del tiempo quedaron en ridículo, ya que el film se ha convertido en una obra de Culto para muchísima gente.

Este libro contiene una historia cotidiana, porque más allá de las peleas y la violencia, es un relato sobre un hombre que aborrece la vida que lleva; detesta su trabajo y se define así mismo por los muebles, los zapatos y todas las cosas que posee, una clarísima crítica al consumismo. A todo esto se le añade el insomnio crónico que sufre y la solución de su médico para sus problemas: que acuda a un grupo de terapia para que comprenda lo que es el auténtico sufrimiento. Entonces el protagonista se encuentra con un curioso personaje, alguien llamado Tyler Durden, quien cambiará su vida radicalmente, y siendo fiel al estilo Palahniuk, este giro radical a su rutinaria existencia se da con una sola sentencia: “Quiero que me golpees tan fuerte como puedas”. Así se inicia un grupo de terapia diferente, el Club de la Lucha.

Como también soy fiel a mi estilo, no daré más detalles sobre la película, sencillamente invito a todos los lectores a que la vean, o a que compren el libro. ¿Por qué he decidido rememorar este relato? Porque cada vez la sociedad agoniza más, y esta historia creo que volverá a ponerse de moda. Cada vez hay más gente que odia su vida, cada vez la sociedad está más aislada, metida en su propia burbuja, pasando de los problemas, refugiados en un hedonismo que no conoce fin. Hoy en día, nuestras “raciones individuales de amigos” se componen de aquellos que conocemos en las redes sociales; para el protagonista de la película son las gentes que conoce en los viajes que realiza. Hoy en día tenemos Ipads, Iphones, ordenadores de múltiples tipos y colores, videoconsolas varias… ¿Para qué queremos tanto juguete?

En fin, me gustaría concluir con un monólogo que describe muy bien nuestro actual panorama, y una vez más digo, que ustedes eligen lo que quieren leer o ver, pero estoy convencido de que esta historia no les dejará indiferentes. Así concluye Tyler Durden:
“La publicidad nos hace desear coches y ropas, tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la Historia, desarraigados y sin objetivos. No hemos sufrido una Gran Guerra ni una Gran Depresión. Nuestra Guerra es la guerra espiritual, nuestra Gran Depresión es nuestra Vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seríamos millonarios, dioses del cine o estrellas del rock, pero no lo seremos y poco a poco nos hemos dado cuenta y estamos, muy, muy cabreados”.