1.- Son los abstencionistas quienes más motivos tienen de atribuirse el éxito de las elecciones gallegas. Casi un tercio de los electores con derecho a votar prefirió fustigar con el látigo de la indiferencia a todos los partidos intervinientes en el proceso electoral y ninguneó al mismo tiempo a esas instancias estatales en cuyo nombre unos y otros reclamaron el voto a los electores. La credibilidad de los sistemas democráticos se mide sobre todo por la aceptación social o no de la ritualización máxima del voto. La mayor crítica que puede recibir un sistema de participación electoral es que más de la mitad de los ciudadanos con derecho a votar haya decidido no ejercer ese derecho al considerar que, salga quien salga elegido, no habrán modificaciones que mejoren sus vidas. Algo para meditar muy en serio.

2.- Triste y oscuro papel el de Mario Conde en estos comicios. Su crispado rictus era toda una definición de su estado de ánimo tras el revés padecido por un partido, el suyo, que se presentaba como alternativa a no sabemos qué. El fiasco de Mario Conde supone al mismo tiempo la consolidación de un estado de opinión latente y creciente en España: Cada día más gente reclama un liderazgo frente a la casta política. El partidito de Mario Conde ni era alternativa al sistema partidocrático ni representaba otra cosa que más dosis de lo mismo. Se trata por tanto el suyo de un proyecto político amortizado electoralmente tras la severa sentencia de los votantes gallegos. Que la gente esté defraudada con la casta no significa que esté dispuesta a dejarse engañar por el primer trilero que les ofrezca duros por pesetas.

3.- Pese a perder 170.000 votos en relación con los pasados comicios, el Partido Popular se impuso en las elecciones gallegas por una amplia ventaja, tal y como estaba previsto, pero la sorpresa la dieron los socialistas, que se hundieron todavía más y perdieron 9 escaños.

4.- La noticia positiva de la jornada electoral en Galicia es que los nacionalistas seguirán siendo una fuerza testimonial en una de las comunidades consideradas históricas. Pierde fuelle el BNG y sube a su costa la nueva formación nacionalista liderada por el incombustible Beiras. Lo importante, insisto, es que el nacionalismo gallego seguirá careciendo de encaje en aquella autonomía. Algo para celebrar, tal se ha puesto el patio.

5.- Feijóo ha aumentado su mayoría absoluta gobernando su partido en una España en recesión, donde la sociedad está soportando las duras recetas de Alemania que disciplinadamente aplica Mariano Rajoy. Feijóo se coloca en la parrilla de salida para ser el sucesor natural de Rajoy. Tiene la edad idónea, experiencia de gestión, cae bien a los medios y posee una rara cualidad: es un político que no molesta a casi nadie.

6.- Reproduzco el análisis más certero de cuantos he leido hoy sobre la situación en la que queda el PSOE y la brecha que la inquietante brecha que abren los nacionalistas en el País Vasco. “El PSOE tiene un problema. Sus pésimos resultados en Galicia y el País Vasco acreditan lo ya sabido: es un partido a la deriva, con un líder derrotado y pasado de hora, y con un severísimo lío de identidad. El PSOE hizo una apuesta errada con Zapatero, de gravísimas consecuencias: se tornó filonacionalista. Y ahí se hundió. Su único futuro consiste en recuperar la E de Español y volver a ser un partido de Estado, en lugar de una formación dogmática, irascible, chata de ideas y alérgica al acuerdo. También debe cambiar de líder con urgencia: ¿Qué hace todavía ahí Rubalcaba, el hombre que cosechó el peor resultado electoral de la historia de sus siglas, personaje que debe su crecimiento a su manejo de las cañerías del poder y cooperador necesario en la calamidad zapaterista?

7.- Le podemos poner paños calientes, cerrar los ojos, pero lo del País Vasco es inquietante y triste para el buen futuro de España. El brazo político de ETA es la segunda fuerza más votada, lo que denota una enfermedad moral de parte de la sociedad, o una increíble amnesia con la historia de violencia que sacudió el País Vasco durante 40 años. Hasta hace tres años, pensar diferente te costaba allí el vacío social, caminar con un escolta en los talones y a veces, la vida ¡Qué pronto lo han olvidado los 270.000 votantes de Bildu, el partido proetarra! (los pistoleros de ETA encarcelados pidieron hace cuatro días explícitamente que se le votase). Tampoco es tranquilizador el regreso al poder del PNV, que, con diplomacia más o menos jesuítica, sin duda se subirá a la ola que agita Artur Mas, a menos que lo temple su necesario socio de coalición, que habrá de ser el PSE.

8.- Patxi López probó a construir una suerte de PNV bajo en calorías, copiando hasta su léxico, la murga del «nuevo tiempo», «el proceso»… (Eguiguren y Odón Elorza aún fueron más allá, en un juego acomplejado, que venía a conceder de facto una superioridad moral e intelectual al nacionalismo).

9.- Basagoiti también intentó dibujar un PP vasco más contemporizador. Pretendió alejarse del perfil nítido de Mayor Oreja y de lo que llaman en susurros «la caverna madrileña» (véase su incorrecto manejo del caso Bolinaga, que irritó sobremanera a la mayoría de los votantes del PP). A ambos los castigan las urnas con crudeza. El pasteleo no les da buenos resultados a los partidos constitucionalistas, que deben ser lo que siempre fueron, o directamente no serán.

10.- Anoten este dato: el PP obtuvo en el País Vasco 210.000 votos en las elecciones generales. Ayer, 129.500. ¿Por qué será?”.