Artur Mas y el gobernador de Massachusetts, Deval Patrick, tras firmar un acuerdo de cooperación, en Boston.

Sergio C. Alemany.- Llama poderosamente la atención el furibundo ataque que los medios anglosajones están llevando a cabo en las últimas semanas contra la imagen y la estabilidad de España desde todos los flancos, ya sea político, económico o social. Pero, qué hay detrás de estas actitudes. ¿Son simples artículos de prensa o informaciones tendenciosas previamente cocinadas que buscan producir unos efectos determinados?

Históricamente, tanto en Estados Unidos como en Gran Bretaña los medios de comunicación han sido uno de los resortes más utilizados por el poder para moldear una opinión pública acorde a sus intereses, independientemente de si los hechos y razones en los que sustentan sus posicionamientos son reales o no o van en beneficio del conjunto o sólo de la clase dirigente. Como ejemplos podemos citar a William Randolph Hearst, magnate de los medios de comunicación norteamericanos con publicaciones como The San Francisco Examiner, que con informaciones falsas contra España relacionadas con eel hundimiento del acorazado Maine en Cuba, favoreció los planes presidenciales de iniciar la guerra contra España para facilitar el acceso norteamericano al control del Canal de Panamá; o al propio New York Times, en el que sus sus cronistas hablaban de las supuestas grandes victorias que se estaban consiguiendo en Vietnam, mientras las viudas no paraban de recibir cartas o informando más recientemente de la compra por parte de Irak de Uranio enriquecido, información que posteriormente se demostró ser falsa.

Desde que estalló la crisis financiera, los medios norteamericanos y británicos han desplegado todo su arsenal de mentiras, presiones y artimañas.Las agencias de riesgos, como Moody’s, Fitch y Standard and Poor’s, desencadenaron la crisis del euro actuando sobre la deuda fundamentalmente de Grecia, España y Portugal y agencias de noticias como Reuters han filtrado sistemáticamente embustes con el único objetivo de debilitar la imagen de España ante los mercados, apoyados por voceros como Financial Times o The Economist.

Más recientemente, hemos visto informaciones aparecidas en The New York Times en la que se radiografía una España sumida en la indigencia, lo cual, además de falso, resulta ofensivo viniendo de un medio de un país al que le sale la miseria, y no sólo la moral, por todas las costuras. Como colofón, este mismo medio ha hecho de altavoz del nacionalismo catalán permitiendo a Arturo Mas difundir internacionalmente su falaz discurso separatista y presentándolo como un audaz líder de la vanguardia política española. De sobra conocido es lo significada que está la masonería en éste y otros grupos de presión americanos, por lo que no es de extrañar que apoyen aventuras nacionalistas de regiones como la catalana, donde existen partidos como Convergencia, PSC y especialmente ERC, fuertemente dominados por logias masónicas. Sin embargo, el motivo que se esconde detrás de este apoyo, lejos de situarse en la afinidad de secta o en el convencimiento de la existencia de un derecho que asista las posiciones separatistas, está en el objetivo de provocar un colapso europeo.

Porque precisamente esto es lo que se busca. El colapso europeo. El Reino Unido mira con pavor las propuestas para solucionar la crisis de deuda encaminadas hacia la unión bancaria y fiscal, porque eso a Londres le supondría perder su status como el gran centro financiero de Europa y repercutir negativa y directamente en la principal industria británica, que no es otra que el sector financiero. Por si esto fuera poco, la intención de imponer la tasa Tobin sobre las compras y ventas de acciones y depósitos con los que la Unión Europea pretende recaudar más de 50.000 millones es inaceptable para Londres que teme la segura fuga de inversores hacia otras plazas financieras donde este tipo de tasas no estuvieran establecidas.

Desde el punto de vista norteamericano, Europa ha pasado de ser un mercado para Estados Unidos a ser un competidor. Durante muchos años, USA se ha beneficiado de la apreciación del Euro haciendo que las exportaciones europeas fuesen más caras pero, en la situación actual, esto ha cambiado. Con una Europa cada vez menos productiva hacia el exterior y con el agravamiento de la situación económica americana, intrínsecamente ligado al auge chino, las necesidades de financiación de Estados Unidos son máximas. A nadie se le escapa el hecho de que Estados Unidos está sustentado por el resto del mundo, especialmente China, que le compra la deuda y acepta el dólar sin protestar.

Sin embargo, en los últimos meses hemos sido testigos de cómo China puso sus ojos en la compra de deuda europea. El miedo de Estados Unidos a dejar de ser financiado por China ha provocado este aviso de la administración norteamericana, transmitiendo a Pekín que son capaces de dinamitar económicamente Europa si China pasa a comprar deuda en euros en vez de en dólares. Con esta amenaza sobre el conjunto de los Estados miembros el objetivo es doble. Por un lado, fortalecer la economía estadounidense obligando a los capitales europeos a cruzar el Atlántico buscando protección y, por otro, poner bajo control americano la economía de la eurozona a través de las medidas de la propia Unión y el FMI, donde Estados Unidos tiene la mayoría de los derechos de voto.

La estación final no es otra que poner, a través del FMI, bajo tutela de las directrices norteamericanas la administración económica de los Estados miembros, como paso previo a una integración total en un bloque transatlántico. Y España no es más que un mero instrumento para posibilitarlo. Pero un instrumento que, por sus dimensiones, es la llave maestra que puede abrir la caja de pandora. Porque si se rompe España, se rompe Europa.