Es como si el título no estuviese en juego, como si el Mundial estuviera ya decidido, como si hubiera finalizado la tremenda batalla que libran Fernando Alonso, Sebastian Vettel y Lewis Hamilton, como si Ferrari, Red Bull y McLaren hubieran finalizado el arduo trabajo por mejorar los coches. Extrañamente, en Suzuka, el circuito que tantas veces ha decidido los títulos, no se habla de nada de eso. Una vez sorteadas las largas, ordenadas y pobladísisimas filas de aficionados, en el ‘paddock’ solo se se habla de mercado, del baile de pilotos, de los asientos que quedan libres, de las renovaciones que aún no se han concretado, de la retirada definitiva de Michael Schumacher.

La culpa la tiene Lewis Hamilton al sacudir el mercado con su sorprendente decisión de abandonar McLaren y un coche para ganar títulos, para irse a Mercedes, que en su vuelta a la F-1 hace tres años, aún no ha sabido construir un coche competitivo. Hamilton se ha ido por dinero, y lo peor de todo, no por mucho, tras la recontraoferta final de McLaren. Puede que cuando esta llegó casi igualando los 20 millones anuales de Mercedes ya hubiera firmado, o puede que se dejara llevar totalmente por su nuevo mánager (Simon Fuller) al cegarse con la posibilidad de explotar sus derechos de imagen en Mercedes al estilo de David Beckham (otro representando ilustre de Fuller). “Nuestra oferta final era la mejor, Lewis hubiera sido el piloto mejor pagado de la parrilla”, confirma Martin Whitmarsh, el director de McLaren. Así que Hamilton, convocado a la rueda de prensa oficial de la FIA, explicó su versión: “Al final tenñia dos ofertas sobre la mesa muy similares, pero era mucho más emocionante la opción de Mercedes, es un gran desafío”.

Según se desprende de las palabras de Hamilton, su empeño es ir ahora en dirección contraria de los que siempre ha ocurrido en F-1, donde lo que todos los pilotos buscan es un coche ganador y un buen salario. “Yo podría seguir el año que viene en un coche muy competitivo que yo he ayudado a desarrollar ¿le dejo a este chico (apuntando a Sergio Pérez) un coche muy rápido– o irme a otro sitio a desarrollar un coche con un enfoque a más largo plazo”. Poco le importa a Sergio Pérez si Hamilton miente, se ha vuelto chiflado, o es el profeta de un nuevo sentir en la F-1, la marcha del inglés, le ha abierto la puerta de un grande, sabiendo que con el escaso cambio en el reglamento para el año que viene, dispondrá de un coche para ganar carreras. Y eso tan solo dos semanas después de que Luca Cordero de Montezemolo dijera en público que aún no estaba maduro para ir a Ferrari. “Tuvimos conversaciones, pero nunca me vieron como una opción para 2013”, dice el mexicano sobre los rumores que le acercaban a Ferrari. Ahora lo tiene claro: “He fichado por el mejor equipo del mundo”.

“Es tiempo del adiós”

Junto a Hamilton y Pérez, sentó la FIA a dos pilotos cuyo destino cruzas alguno de los rumores del paddock. Porque en algún momento de las últimas semanas, Ferrari se planteó sustituir a Felipe Massa por Niko Hulkemberg, aunque cada vez son más las posibilidades de que el brasileño siga una temporada más. “Estoy confiando en mantener mi asiento. De cualquier forma, la mejor forma de afrontar una carrera, es no pensar en ello”, advierte Massa, cuyo rendimiento ha mejorado en las tres últimas citas del calendario. El alemán, tras una temporada en Williams y otra en Force India, se ve maduro para llegar a un grande. “Sí, creo que estoy preparado”. Sin embargo, no suelta prenda. “Sé de todos los rumores, pero lo único que hay que hacer es centrarse en el trabajo. Y es así como llegan las oportunidades como hemos visto en el caso de Sergio Pérez”.

Los jóvenes como Hulkemberg, o como su compañero Di Resta, tendrán un hueco más tras el anuncio de la retirada definitiva de Michael Schumacher. “No es mi estilo seguir sin estar la 100%. Lo dejaré al final de la temporada”, dijo escueto en Suzuka, quien acumula siete títulos, 91 victorias, 155 podios y 68 poles, entre otros récords. Parece la víctima de un mercado sacudido por la decisión de Hamilton.

Escoltado por los dos grandes jefes de Mercedes, Norbert Haug y su amigo –con el que consiguió dos títulos en Benetton y cinco en Ferrari– Ross Brawn, Michael Schumacher dijo adiós tras 21 años en F-1. “Es el tiempo de decir adiós”, dijo de forma escueta antes de remarcar que nunca se arrepintió de haber regresado porque “me sentí competitivo entre los mejores pilotos”. Sin embargo, no cree que el año próximo se vaya a sentir “al 100 por 100 y no es mi estilo seguir si no estoy al cien por cien”.