BD.- Italia está al borde de la quiebra, ruge el descontento social, el paro se ha disparado… En ese panorama el gobierno de Mario Monti acaba de tener una idea genial: ¡regularizar a 800.000 inmigrantes ilegales!

El ministro italiano de Cooperación e Integración, Andrea Riccardi, acaba de promulgar un decreto ley que pretende luchar contra la explotación de los trabajadores inmigrantes. Esta ley permitirá en un primer tiempo entregar 210.000 permisos de residencia a los ilegales ya presentes en territorio italiano. Pero sobre todo provocará sin dudar un efecto llamada gigantesco para unas 650.000 personas ya listas para emigrar hacia Italia desde África del Norte y Asia (cifras de la Organización Internacional para las Migraciones).

Como es de esperar, esta inmigración masiva producirá al menos un triple efecto:

1- Penalizará en primer lugar y sobre todo a las pequeñas y medianas empresas (las empresas que empleen a inmigrantes ilegales deberán pagar una multa de hasta 1.000 euros por empleado ilegal).

2- Ejercerá una presión a la baja sobre los salarios (es un hecho económico/antropológico: los inmigrantes, ya sean legales o ilegales, aceptan de trabajar por salarios menores que los autóctonos).

3- Será una agresión suplementaria a la identidad nacional y a la cultura italiana, que se encuentra en grave peligro, al igual que la cultura de los demás pueblos a las que las élites mundialistas quieren imponer el mestizaje.

Este proyecto de destrucción tiene como corolario la inversión general de los valores, y no debe extrañar nada que el pastel de este decreto ley esté coronado con una guinda completamente inmoral: los inmigrantes ilegales podrán adquirir sus nuevos derechos delatando a sus empleadores ante las autoridades.