Un grupo de subsaharianos arracimados en Cartagena.

Alberto Gómez Avilés.- La población extranjera de la Región de Murcia es una de las más densas en la actualidad dentro de España, un hecho que, unido a la situación de crisis que vive el país, ha desembocado en un repunte de las actividades delictivas por parte de los inmigrantes que llegan a territorio murciano.

Los robos en casas de la costa a manos de bandas organizadas procedentes del Este europeo están proliferando mucho junto con robos y amenazas por barrios de las grandes ciudades de la Región que han dejado de ser lugares pacíficos y tranquilos por la actuación de gente que llegó a Murcia con la intención de empezar una vida mejor, pero que han derivado en comportamientos al margen de la Ley y problemas constantes con la Justicia, así como con internamientos dentro de los centros penitenciarios.

La población extranjera en España se sitúa, a fecha 1 de abril de 2012, según los datos ofrecidos por el Instituto Nacional de Estadística, en 5.711.040 personas. De este conjunto, un 4,1 por ciento, concretamente 237.067, viven en la actualidad dentro de la Región de Murcia. En los últimos años este dato está teniendo una incidencia directa en la situación delictiva de esta comunidad autónoma porque se ha experimentado un aumento de conductas fraudulentas por parte de la población inmigrante. De acuerdo con los datos que maneja el Gobierno regional murciano a fecha 19 de abril del presente año, las nacionalidades que aglutinan a mayor parte de inmigrantes en la Región de Murcia son, por este orden, Marruecos (72.496), Ecuador (39.439), Reino Unido (23.554), Rumanía (14.292), Bolivia (13.545), Ucrania (6.858) y Colombia (6.219).

Estos datos no serían más que una marea de cifras que no tendrían más objeto de estudio que el de engrosar la estadística si no tuvieran una relación directa con la situación de la seguridad ciudadana dentro de la Comunidad de Murcia. De esta manera, los últimos datos recopilados por los distintos juzgados que conforman el Tribunal Superior de Justicia de la Región de Murcia reflejan que los actos delictivos se encuentran encabezados por población inmigrante, una cuestión que se ha visto agravada en los últimos años por la implicación de la crisis. Tanto es así por ejemplo, que las últimas pesquisas que manejan fuentes de la Policía Nacional de Murcia apuntan a que el trato del tráfico de drogas a pequeña escala, lo que se denomina dentro del argot policial como “menudeo” e históricamente vinculado a habitantes naturales de la Región de Murcia ha “pasado” últimamente a ser práctica habitual de inmigrantes procedentes del Norte de África como el caso de los marroquíes, la nacionalidad más multitudinaria dentro de Murcia.

Las citadas fuentes señalan que los inmigrantes que entran en el mundo de la droga se ven también con frecuencia en la tesitura de tener que cometer pequeños hurtos que no conllevan grandes condenas, por lo que, en muchos casos, continúan robando para seguir dentro del mundo de la droga.

Además, el uso de la extrema violencia es una cuestión que preocupa mucho en la actualidad a los agentes policiales porque han observado una proliferación de bandas organizadas que entran en plena madrugada en viviendas situadas en la costa y lo hacen de forma impune aunque se encuentren los miembros de la familia dentro de la casa. Al respecto, aunque el asesinato no es una práctica habitual, si lo es el amordazamiento de los dueños y la amenaza con armas de fuego de gran calibre. A otro nivel, también crece la conducta violenta a cambio de pequeños motines. Es decir, el empleo de la violencia por lograr unas monedas. El último caso dentro de este ámbito se produjo el pasado 27 de febrero en la pedanía murciana de El Raal donde un hombre corpulento natural del Magreb siguió con un palo a tres mujeres de entre 60 y 80 años que paseaban por la zona para agredirles después y poder robarles los monederos, una de las agredidas sufrió la muerte a causa de los golpes recibidos en la cabeza.

Por otra parte, dentro de los grupos de inmigrantes también se viene observando la organización de castas que cometen actos delictivos sobre las que tienen inmediatamente debajo. El último ejemplo de este caso se descubrió en la localidad de Cartagena, donde bandas organizadas reparten a inmigrantes por las zonas más transitadas de la ciudad y los recogen al final del día para sustraerle el dinero recaudado después de toda la jornada. Se trata en definitiva, de diferentes modos de delinquir que florecen a la luz de la crisis en unos casos y de las débiles penas que se les imponen en otros, según manifiestan con contundencia fuentes judiciales.