Josep M. Gavaldá, alcalde de El Catllar (CiU).

J.M.- Se trata de un suceso surrealista, uno más, ocurrido en un municipio de la Cataluña nacionalista, concretamente en la localidad  de El Catllar (Tarragona). En El Catllar existe un complejo hostelero, ‘Torre d’en Guiu’, que cuenta con una piscina y un restaurante en medio de un paisaje bucólico. El local es propiedad del Ayuntamiento, si bien una hostelera del municipio lo explota en régimen de concesión.

El sábado 29 de junio, un día antes de la final de la Eurocopa entre España e Italia, la responsable del establecimiento instaló en los jardines unas banderas españolas. Durante toda la Eurocopa, numerosos vecinos y clientes de toda España habían estado siguiendo al combinado nacional en el citado establecimiento. Al enterarse el alcalde-dictador del municipio, Josep M. Gavaldá Colomina (CiU), ordenó al alguacil que se presentara en el restaurante y ordenara la inmediata retirada de las banderas de España. 

La titular del restaurante se negó en redondo e hizo llegar un escrito al regidor, de su puño y letra, en el que le hacía constar que en el contrato de alquiler no existía ninguna cláusula que prohibiera la presencia de banderas nacionales. Sin atenerse a razones, el primer edil respondió con un escrito oficial en el que  conminaba a la hostelera a que “retirara” las banderas. En caso contrario, la amenazó con enviar a personal del Ayuntamiento a que lo hiciera.

Al hilo de este asunto, fiel reflejo de lo que se vive en muchos municipios catalanes gobernados por nacionalistas, cabría preguntarse quién es el alcade para prohibir la presencia de banderas españolas en un local de hostelería. ¿Habría tenido valor el furibundo antiespañol para ordenar a un grupo de magrebíes la retirada de la bandera de Marruecos o de Argelia si el restaurante ‘Torre d’en Guiu’ hubiese estado regentado por ellos?

Como era de prever, este caso de abuso de poder y de desprecio a la bandera que la Constitución española establece como la oficial de todos, ha quedado sin respuesta legal. El concepto geométrico de la asimetría lo tenemos claro en Cataluña. Pero el concepto ético, no tanto. Será que el respeto asimétrico sólo tiene un sentido. Claro que cómo podrían sentar cátedra moral las mismas autoridades institucionales españoles que se niegan a conmemorar la efemérides de la victoria de España sobre el islam en las Navas de Tolosa.

Un ejemplo más de que este Estado se ha convertido en un pozo infecto cuyo cegado debería ser imperio.