Los padres de niños españoles que creen que los chicos extranjeros son más conflictivos y violentos “deberían potenciar la amistad de sus hijos con niños inmigrantes porque éstos son más obedientes con la norma”. Son las palabras del profesor de la Universidad de Salamanca Fernando Gil Villa, que recientemente ha lanzado el libro ‘El fantasma de la diferencia. Inmigración en la escuela’. Su afirmación se basa en el estudio realizado en 28 centros públicos de Castilla y León durante dos años.

Este sociólogo y escritor ha explicado que los niños inmigrantes presentan una buena disposición para adaptarse a la sociedad de acogida y se esfuerzan por integrarse. Pero cuando a cambio reciben rechazo y xenofobia, pueden responder con una actitud negativa. Porque, más que ángeles o demonios, son seres humanos como cualquier otro.

Preguntado sobre cómo describiría el perfil sociológico de los alumnos inmigrantes, señaló: “A más de la mitad de ellos les gusta ir al instituto y en la mayoría de los casos tienen buenas relaciones con los profesores y con sus padres, aunque algo más con las madres. En eso se parecen bastante a los alumnos españoles, aunque en caso ayudan más los chicos inmigrantes. Cerca de la mitad espera cursar bachillerato. En cuanto a las creencias religiosas, prácticamente la totalidad se declara creyente, concretamente en Dios. Casi un tercio acude a los servicios religiosos y también casi un tercio reza casi todos los días. Los inicadores de religiosidad son más potentes que en el caso de los alumnos españoles”.

La investigación del profesor Gil Villa señala que los escolares inmigrantes perciben una actitud violenta hacia su colectivo, a través de motes, peleas o indiferencia. “En nuestro estudio hemos detectado la misma tendencia que han identificado otros estudios realizados en años anteriores, como el del Defensor del Pueblo. En ellos ya se observaba que, en general, los alumnos inmigrantes sufrían ciertas formas de acoso y de maltrato en mayor medida que los alumnos españoles”.

Respecto a por qué se sienten ignorados los escolares inmigrantes, indicó que “todos tenemos unas ‘antenas sociales’ que nos hacen captar si somos bien o mal recibidos en los contextos de interacción social en los que estamos”. “Ellos captan el ambiente. Es posible captar cierta frialdad u hostilidad en un colegio, sobre todo si hay una atmósfera como la actual, en la que a nivel social y a través de los medios de comunicación se transmiten estereotipos negativos sobre los inmigrantes. Y algunos padres también tienen esos estereotipos y ven a los inmigrantes como una amenza bien por la escasez de puestos de trabajo, bien porque hay una cierta xenofobia que se dispara en tiempos de crisis o porque se criminalizaa los extranjeros. Por ejemplo, hay una generalización que parte de un hecho real pero que cae en el estereotipo y que consiste en pensar en que los inmigrantes tienen más probabilidades de ser delincuentes porque en las cárceles esta población está sobrerrepresentada. Muchos padres de familia tienen esos prejuicios y creen que los chicos inmigrantes pueden ejercer una mala influencia debido a que habrían heredado ese comportamiento rupturista, es decir, de romper la norma, que supuestamente tienen sus padres. Pero vemos que en la realidad no es así”, recoge en su libro.

Respecto a si los alumnos inmigrantes son conflictivos o una amenaza a la buena calidad de la educacion, dice haber comprobado todo lo contrario. “Lo que nos motivó a hacer esta investigación es la ‘espantada’ que han hecho los padres españoles desde el año 2000 y que sacan a sus hijos de los centros públicos porque temen que les afecte una baja calidad de la enseñanza o que la influencia de sus compañeros inmigrantes sea negativa. Hemos demostrado que los hijos de los inmigrantes obedecen más las normas que los escolares españoles, son menos violentos, consumen menos drogas y alcohol. En definitiva, son más ángeles que demonios. Usamos esta metáfora porque hay una demonización de los extranjeros, porque se hace de los inmigrantes una suerte de chivo expiatorio de nuestros males. Lo que hemos demostrado es que esos padres deberían potenciar la amistad de sus hijos con niños inmigrantes porque éstos son más obedientes y tolerantes con la norma que los alumnos españoles”.

Afirma en su estudio que la situación de los alumnos inmigrantes es contradictoria: “Tanto en la ciencia social como en los medios de comunicación tenemos que intentar no caer en el maniqueísmo, porque no todo es blanco o negro. Siempre hay matices. Y por eso, aunque hemos dicho que el inmigrante es más ángel que demonio en relación al español, eso no significa que sean ángeles, todos tenemos un poquito de demonios”. Y añade: “El alumno inmigrante es más angel que demonio, pero sobre todo es humano. Si te empiezan a apretar las tuercas con la xenofobia, si te empiezan a hacer el vacío y tú captas comportamientos injustos hacia ti, cuando tú estás dando lo mejor de ti porque quieres adaptarte a esa sociedad a las que has llegado, pues al final te enfadas. Por eso decimos que puede ser contradictorio. Hay un lado muy positivo, porque los alumnos extranjeros intentan adaptarse, pero si se les castiga con normas injustas, con xenofobia, con restricciones, con formas de violencia simbólica como hacerles el vacío e incluso agrediéndoles, pues lógicamente esas personas reaccionan de forma negativa y pueden tener comportamientos violentos”.