El cartel de la 'polémica'.

B.D.- En la ciudad francesa de Bollène, la coalición Frente de Izquierda (Partido Comunista Francés y otros), denuncia que el Ayuntamiento ha puesto unos carteles turísticos para promocionar la ciudad y su entorno en la que aparecen niños rubios con ojos azules. Considera que eso es un acto de racismo y de discriminación hacia los niños que provienen de la inmigración y la “diversidad”. Esta imagen ofrecida a propios y extraños sería una vergüenza para la ciudad.

Esto ocurre en la Francia del 2012. La actitud del Frente de Izquierda se inscribe dentro del marco de una auténtica campaña de odio antifrancés, de etnomasoquismo llevado al paroxismo, fruto del hundimiento moral de toda una nación. La religión de lo políticamente correcto se impone con el fanatismo propio de su vocación dictatorial.

La izquierda practica sistemáticamente la preferencia hacia el inmigrante, en su visión enfermiza y criminal de la nueva sociedad multicolor y multicultural. Hay que borrar esa Francia que representa todo lo que quieren destruir. Para estos traidores, nada mejor que un niño blanco de pelo rubio representa esa Francia odiada y destinada en su delirio a desaparecer. Ya no esconden su juego: con esa actitud están lanzando el mensaje adecuado a la “otra Francia” en marcha. Al renegar públicamente del país blanco, cristiano y occidental, pretenden seguir en carrera con el apoyo de los “nuevos franceses”, que en sus equivocados cálculos, les mantendrán durante un tiempo más en el negocio político. Este es la formación del candidato que dijo en plena campaña presidencial que “No hay futuro posible para Francia sin los árabes y los bereberes”.

Según la izquierda, ya no hay lugar en Francia para los blancos (representados por el prototipo rubio, inequívocamente europeo). Francia es negra, mora, mulata, mestiza, lo que sea menos blanca. Los blancos se han convertido en los extranjeros, los usurpadores. La traición de los que se han pasado al bando enemigo llega a este punto. A estos izquierdista trasnochados, ya no les quedan muchos votantes entre los europeos rubios, en cambio tienen una reserva de centenares de millones de potenciales electores de colores oscuros. Y podemos añadir que la auténtica naturaleza de dominadores y dictadores reprimidos de estos izquierdosos vive su sueño de poder por procuración a través de los conquistadores extranjeros.

Las máscaras están cayendo, los colaboracionistas y los vendepatria ya no disimulan su odio patológico a la raza blanca y a la civilización que esta ha creado, por el contrario se ponen cada día más insolentes, se sienten confiados en la victoria. Este racismo antiblanco es tanto más enfermizo y antinatural como que proviene de personas de la misma raza que el pueblo que odian. Estamos ante una patología inédita en la Historia de la humanidad. Occidente está afectado de una especie particularmente grave de locura autodestructiva, que consiste por una parte en rebajarse, en denigrarse, en querer destruirse y por otra parte en adorar a unos invasores cretinos llenos de soberbia y odio como salvadores y seres superiores. Una patología mental desconocida hasta ahora que se define por querer arrasar una civilización excepcional que ha tardado siglos en edificarse. Y todo por pereza, cobardía, codicia, masoquismo, papanatismo, estupidez.