Fernández y Boudou.

El sorprendente registro de un piso del vicepresidente argentino Amado Boudou -ordenado por un juez que investiga presuntas «negociaciones incompatibles con la función pública»- dejó en el ojo del huracán al ‘número dos’ de la presidenta Cristina Fernández. La investigación comenzó hace dos meses, pero el magistrado Daniel Rafecas había declarado hace cinco días que hasta ahora no había «absolutamente nada» que permitiera vincular al exministro de Economía con una imprenta que está bajo sospecha, que confecciona los billetes de la moneda local y papeletas electorales. Boudou salió al paso de las acusaciones y señaló que las «mafias» están detrás de las denuncias.

La polémica imprenta se llamaba Ciccone Calcográfica y estaba en quiebra hasta que surgió un nuevo inversor que la mantuvo a flote. Entonces, pasó a llamarse Compañía de Valores Sudamericana, dirigida por Alejandro Vandenbroele. La pesquisa comenzó cuando la exesposa de Vandenbroele denunció que el empresario era «testaferro» de Boudou. Para el magistrado, estas declaraciones no son válidas porque la pareja se separó en 2009 y según declaró la mujer, ella supo del nuevo trabajo de su exmarido por los diarios.

Lo cierto es que Boudou y Vandenbroele han negado conocerse mutuamente. Esto debilitó la hipótesis de la Fiscalía de que podría existir un vínculo entre ambos y que el vicepresidente habría intercedido para hacer meter en el negocio de la impresión a su supuesto amigo.

Por eso sorprendió el registro del piso de Amado Boudou y el hallazgo en él de facturas pagadas por Alejandro Vandenbroele. El vicepresidente no vive allí sino que alquila el piso. Según la información que tiene el juez, el director de la Compañía de Valores Sudamericana intermedió con un amigo del ‘número dos’ del Ejecutivo para conseguir un piso para un abogado que no reside en Buenos Aires, sino en España. Y por esa razón habría gastos pagados por Vandenbroele, dicen fuentes cercanas a Amado Boudou.