Blas Piñar denuncia el “espectáculo tan doloroso” de un sector del episcopado español
De nuevo el magisterio moral e intelectual de Blas Piñar en Alerta Digital. El ex diputado y fundador de Fuerza Nueva explica en el siguiente artículo las razones que le llevaron a escribir su libro sobre la Iglesia durante la guerra civil española coincidiendo con el actual momento de zozobra política, en el que se cumplen casi proféticamente algunas de sus predicciones sobre el proceso político abierto en la transición partitocrática.
Se trata de otra joya periodística con la que Blas Piñar obsequia a todos los lectores de AD justo unos días después de celebrarse un nuevo aniversario de la muerte de Francisco Franco, al que lealmente sirvió durante sus años al frente del Instituto de Cultura Hispánica y cuya memoria de estadista al servicio de España ha reivindicado siempre y a pesar de todos los ataques sufridos desde dentro y fuera de España. La carta del fundador de Fuerza Nueva dice así:
“Queridos amigos: quiero enviaros estas líneas y con ellas, un abrazo a todos. Os presento, aunque algunos ya lo conozcan, el libro “La Iglesia y la Guerra Española de 1.936 a 1.939”. Me he sentido moralmente obligado a escribirlo. Creo con toda sinceridad que Dios me ha dado una larga vida para poder dejar constancia de acontecimientos que se desconocen o se han distorsionado, y de los que he sido protagonista o testigo excepcional.
Quiero también, y como antecedente de lo que voy a deciros, que hay una Teología de la Historia y que hay una Verdad Política. Sin ellas, no se entiende, desde una perspectiva cristiana, ni la Historia ni la Política. Vamos a detenernos en una y en otra.
Teología de la Historia
La Historia no es una crónica de hechos que se suceden. Hay una filosofía de la historia que trata de explicarlos; y, por encima de la crónica y de la filosofía, hay una Teología de la Historia, porque Cristo es su Alfa, su Centro, su Señor y su Omega. En definitiva, la historia de la humanidad es, en lo más profundo, una historia sagrada, una historia de la salvación, que se pone de relieve en el Apocalipsis, donde se nos narra el combate entre el Bien y el Mal, que se libró antes entre los Ángeles en el cielo y que se libra ahora en la tierra dentro de nosotros y entre nosotros mismos, ya que hombres y ángeles hemos sido dotados de razón y de libertad.
Un solo hecho, es significativo. El 7 de noviembre tuvo lugar el cara a cara televisado de los dos candidatos a la Presidencia del Gobierno. Pues bien, un 7 de noviembre de 1.936 los nacionales ocupaban parte de la Ciudad Universitaria de Madrid, y los rojos, que ahora se llaman republicanos, sacaban a los presos de la cárcel modelo matándolos en Paracuellos del Jarama.
Por añadidura, las elecciones generales se celebraron el domingo 20 de noviembre, es decir, en la fiesta de Cristo Rey, fecha en la que se recuerda a tres figuras arquetipos de lo que fue la Cruzada Española, a saber: a Franco, Caudillo de la Victoria, a José Antonio, que dio la existencia por la esencia, y al Ángel del Alcázar, que se despidió de los suyos con esta pregunta: “¿qué queréis para el Cielo?”.
Aquella guerra se denominó Cruzada en conformidad con la Teología de la Historia. Así la denominaron nuestros Obispos y así la entendió el Papa Pio XI al bendecir el 14 de diciembre de 1936 a los heroicos combatientes de la España Nacional, ya que como escribió Pla y Daniel “el Papa no bendice más que a los cruzados”.
El Alzamiento cívico –militar del 18 de Julio se convirtió en una guerra ideológica universal, y ésta, por la persecución religiosa, allí donde el Alzamiento fracasó, en Cruzada. El enfrentamiento armado concluyó, aunque no del todo, porque el maquis, primero, y el terrorismo, más tarde, lo prueban. Lo que continuó y continúa es el combate ideológico, que para invertir el resultado de la contienda ha utilizado un arma de destrucción masiva, la Revolución Cultural, que cambia las ideas y las conductas. El objetivo más inmediato fue la secularización de la Cruzada, su desenganche de la Teología de la Historia, conseguir que desde la propia Iglesia, una parte de la misma, (docente y discente), la redujera a una guerra civil, a una lucha fratricida, que había que superar mediante la reconciliación, y para facilitarla la no beatificación de los mártires y el perdón que la propia Iglesia debería pedir por no haber conseguido aquella.
Después de la bendición de Pio XI y de la Carta Colectiva, se produjo el “aggornamento”, y el respaldo episcopal a la Transición política y a la Constitución, aunque con el criterio en contra de una minoría encabezada por el Cardenal Primado de Toledo don Marcelo González . De este respaldo episcopal doy cuenta en mi libro, aunque no de forma exhaustiva, porque después de su publicación tengo noticia fidedigna de otros documentos que, a pesar del tiempo trascurrido confirman este respaldo. Para mí, son elocuentes uno, del que es ahora de la Conferencia Episcopal y Cardenal y Arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela y otro, del Obispo emérito de Mérida-Badajoz Antonio Montero Moreno.
El primero se pronunció así: “La Transición no es comprensible sin la múltiple aportación de la Iglesia. La Iglesia esperó pacientemente a preparar la reforma constitucional. Deseo recordar que los obispos españoles reunidos en Asamblea plenaria decíamos en particular de la Constitución del 1.978 al finalizar el año 1.999: “La Constitución de 1.978 la vemos como fruto maduro de una voluntad sincera de entendimiento y como instrumento y primicia de un futuro de convivencia armónica entre todos. Mirando, pues, a los logros del siglo XX, los obispos señalábamos a la Constitución vigente, la cual, aun siendo perfectible, es un bien político de primer orden, que hay que agradecer, y un instrumento de avance hacia el futuro”.
Por su parte, el obispo emérito de Mérida, Antonio Montero, en una conferencia dada en Córdoba y publicada en el año 2009 se expresó así: “Ni histórica ni canónicamente, con los conocimientos que ahora tenemos, puede considerarse sin mas la guerra civil como Cruzada. La Iglesia y el concepto de Cruzada choca bastante… con el espíritu del Evangelio y las enseñanzas del Vaticano II. Las víctimas religiosas de la Persecución tuvieron la mala suerte de que los nacionales ganaran la guerra. Las víctimas civiles causadas en el bando nacional en su retaguardia fueron superiores a las del republicano en la suya. Hablando en números redondos 80.000, contra 60.000 según el más fiable cómputo”.
¡Qué espectáculo tan doloroso, el que nos ofrece este lenguaje con el que una parte del episcopado español, contradice y desautoriza a sus predecesores, que fueron testigos de la contienda , y que calificaron la revolución del Frente Popular, de “fratricida, cruelísima, inhumana, bárbara, antiespañola, anticristiana y antidivina”
Verdad política
En todo tema esquema político subyace un esquema religioso, porque la política hace referencia al hombre, a la sociedad y, al Estado.
Al Hombre, que con una frase feliz se ha dicho, puede definirse como un bípedo implume o como un espíritu encarnado
A la sociedad, que puede ser un simple agregado tangencial y coexistente, o una comunidad organizada en la que se convive
Al Estado, que impone un ordenamiento jurídico contra natura y destruye la unidad e identidad de la nación, o que sirve a la nación y procura el bien común.
Para mi es evidente que existe una Verdad política revelada, que está implícita en todo lo creado, en el firmamento y en la tierra, que el magisterio pontificio concreta, y que, en última instancia, se fundamenta en la frase de Cristo: “Yo soy la Verdad (Jn.14,6) que El personifica.
No hay excepciones que nos permitan afirmar que no existe una Verdad política con respecto al hombre, a la sociedad y al Estado.
Ahora bien, si esa Verdad política existe, ha de ser respetada, y respetada especialmente por los católicos y por aquellos que saben que Cristo, como Hijo de Dios, ha dado testimonio de esa Verdad, y todo el que es de la Verdad escucha su voz.
La Verdad política es algo así como el manantial que nos proporciona el agua que bebemos, como la roca sobre la cual se construye el edificio, como la semilla que sembrada se convierte en flor del jardín. Si el manantial se obstruye nos morimos de sed; si se edifica sobre la arena, el edificio se resquebraja; si no sembramos, no veremos la flor. Siendo eso así, por vía de ejemplo, está claro que hay unos valores innegociables, que son preconstitucionales, anteriores, superiores e imprescindibles al quehacer político, y que, desconociéndolos, marginándolos o negándolos, convierten la política en un poderoso instrumento de degradación del hombre, de la sociedad y del Estado.
Esos valores innegociables, según el reiterado Magisterio pontificio, son la vida, la familia, la educación; y a ellos hay que añadir, para nosotros, no solo la unidad, sino la identidad de España.
Ante el resultado de las elecciones generales del pasado domingo me hago la siguiente pregunta: ¿Hará el Partido Popular una política que respete esos valores?
La respuesta es que la mayoría de quienes lo han votado, no se han hecho esta pregunta, porque lo único que les interesaba era la salida del gobierno actual. No se trata de un voto a favor de los populares, sino de un voto-castigo para los socialistas
Por otro lado, no sabemos cual será la política del Partido Popular, como no podemos conocer el futuro; pero sí sabemos dos cosas: la primera, lo que hizo cuando gobernó (sumándose a la cultura de la muerte, suprimiendo el servicio militar obligatorio, haciendo trasferencias de toda índole a las Comunidades Autónomas, negociando con los terroristas, y arrastrándonos a la guerra injusta contra Irak ); y la segunda, que en su reciente campaña electoral, no se ha hablado para nada de estos valores innegociables, sino de déficit, paro y deuda pública, olvidando que no solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de boca de Dios y que de poco sirve fabricar una máquina perfecta sino hay energía que asegure su funcionamiento. No bastan las estructuras por sí solas. Hacen falta ideas correctas y convivencia moral colectiva sana.
Hay, sin embargo, una cosa evidente, a saber, que el Partido Popular ha conseguido no una mayoría absoluta, si no una mayoría súper absoluta. Con la que no tiene, por razones de aritmética parlamentaria, que pactar con otros partidos. Nada le impide rectificar su conducta precedente: derogar la legislación antivida,(-desde la anticoncepción al aborto y la eutanasia; desde la manipulación genética a la inseminación artificial en la probeta; desde la ley del divorcio a la que homologa la unión homosexual al matrimonio, destruyendo la familia; desde la que impone o trata de imponer la escuela pública, suprimiendo la privada, y cuya asignatura más importante no es otra que “Educación para la Ciudadanía”; desde el Estado de las Autonomías políticas, a la creación de fronteras lingüísticas culturales y económicas y fiscales, que refuerzan el separatismo.)
Creo que es lícita la duda; aunque yo, personalmente, creo que esta rectificación no va a producirse; y ello porque el problema de fondo, no se resuelve con un cambio de gobierno que defiende a todo trance la Constitución, sino con el cambio de un Sistema, que ha nacido de su propia filosofía liberal-socialista, fruto de un consenso , en el que se acordó la renuncia a los valores innegociables; y porque –con ello termino- porque un síntoma de que esta renuncia es trágica la tenemos en el apoyo del Partido Popular al Lendakari socialita, a pesar de la legalización del Bildu y de la coalición de la izquierda abertzale en las pasadas elecciones, y de la promesa de un concierto económico, a la Generalitat en Cataluña.
Está claro que la rueda de repuesto, que el Régimen guardaba en la maleta, y que va a colocarse en el automóvil, está pinchada también; y con una rueda pinchada el coche no camina”.
Arriba España
Para comprender los motivos de lo que paso en España en los años 36 y siguientes,casualmente ha caido en mis manos un libro de un testigo imparcial, extranjero, que vivia en Madrid en esa época y cuenta todo lo que vio. Este libro que se publicó en el extranjero, ha sido traducido al español y se puede tener accediendo directamente con su título en Internet. Se llama. UN DIPLOMATICO EN EL MADRID ROJO.
Este libro debiera ser publicitado por todos los lectores en un “boca o boca” o más modernamente en un “E-mail a E-mail”
Es de obligada lectura.
España es un país de gentuza, este hombre fue diputado y el sistema convenció a la masa con burdos montajes de que sobraba.
Ah, que la culpa de todo la tiene el PP- y algunos de sus despistados votantes, católicos de boquilla- y su obsesión -la de Fraga- de que no hubiera nada más a la derecha que el PP.
Blas Piñar, la viva imagen de la coherencia y la fidelidad a lso principios principios.
Siempre en nuestra memoria(aunque algunos como yo no seamos creyentes)
Don Blas nos da continuamente lecciones de sensatez, honestidad, rectitud y clarividencia; un cerebro así haría falta en la política activa; no es comparable la mentalidad de este hombre, con las acciones de los políticos que rigen nuestros destinos, porque está a años luz de todos ellos juntos; por ese destello de inteligencia con que nos deleita de vez en cuando, ¡muchas gracias, Sr. Piñar!
Me parece que en lugar de cambiar la rueda, lo que han hecho estos es pedir un credito al banco avalado por su proxima nomina como diputados y comprarse un buen coche de importacion y un chalet en Marrakech.