La actualidad –confusa y rápida- precisa de analistas que sepan profundizar para entender cómo pueden cambiar las cosas en pocos días. Más aún, hacen falta investigadores de las oscuras reuniones donde se deciden –en esta falsa democracia- los destinos de nuestra Nación… A pesar del mal que pretender algunos poderosos, todavía me sigue admirando la capacidad de los españoles para intentar respirar libertad, para intentar cambiar las cosas, para, en una esperanzadora rebelión cívica, señalar a los políticos los límites de la decencia.

Así fue, efectivamente, el pasado 29 de octubre, con la masiva manifestación de las Víctimas. Tal ha sido el éxito, que hemos tenido que soportar los terribles ataques al colectivo de la decencia desde los sectores más inesperados, desde los medios más serviles y desde los periodistas mejor pagados por la casta infame que nos arruina como Nación.

Gracias a la manifestación, el PP tuvo que hacer una contundente declaración programática de sus compromisos en un campo tan delicado como el del terrorismo y la ideología separatista cómplice. Habrá que vigilar que lo cumplan. Dos cosas han influido notablemente en este bandazo. Por un lado, la presencia de miles de sus votantes indignados con esa mentira de un Rajoy plegado a una confusa estrategia: “este comunicado es una buena noticia porque viene sin concesiones al terrorismo” olvidando la infame legalización de Bildu…O ¿acaso ETA no deja de matar porque ya ha conseguido incluso más de lo que nunca anhelaba?

Por otro, la sincera y hábil presencia en la manifestación del Presidente asturiano –no estaban ni Díez ni Rajoy-, que presenta a su Foro en Madrid el 20N, ha servido para demostrar que cualquier iniciativa en la derecha pone de los nervios a un PP demasiado blando para sus bases. Es más, demuestra que es fundamental que, para que el PP no traicione a sus votantes, la presencia de una conciencia en el Congreso de los Diputados que le recuerde permanentemente al PP lo que hace mal. Otra cosa es que no creamos que Cascos lo haga, pero ahí queda la prueba de lo que puede pasar.