Las elecciones egipcias y los Hermanos Musulmanes
Euclides E. Tapia C.- Ante la exigencia de algunas formaciones políticas egipcias de aplazar las elecciones legislativas (Asamblea del Pueblo o la cámara baja y la Shura o cámara alta), previstas para el próximo septiembre; para octubre o noviembre con el argumento de no estar preparadas, pero que en realidad responde al temor de que el poder termine en manos de los Hermanos Musulmanes, por su condición de grupo mejor organizado de la oposición; se hace imperativo tener una panorámica aproximada de dicha agrupación religiosa.
En primer término, en lo que atiende a su denominación, cabe destacar, que literalmente se debe traducir como: Sociedad de los Hermanos Musulmanes, aunque se también se les conoce como: Hermanos Musulmanes o simplemente: Los Hermanos. El mismo constituye el movimiento político-social más antiguo de Egipto basado en el Islam (islamista) y fue fundado en 1928 en la ciudad de Ismailía (Egipto) por Hassan al-Banna, luego del colapso del imperio otomano, como respuesta a la ocupación británica de Egipto.
Por su naturaleza y ante la ausencia de fuertes partidos de oposición, pasan a ser el verdadero rival de cualquier régimen, que se entronice en el poder en este país. Su estrategia de acción, consiste en operar como una especie de Estado paralelo a través de la proliferación de una red de servicios sociales (educativos, sanitarios, deportivos), que cubre las carencias del Estado central, consiguiendo de esta forma, atraer al movimiento a las masas depauperadas.
En su devenir histórico, chocaron en 1954 contra Gamal Abdel Nasser, quien los declaró ilegales, por su condición de partido religioso; aunque retuvieron su fuerza e influencia en los planos social y organizativo. En la década de los setenta, reanudaron su actividad política de manera extraoficial, con Anwar Sadat en el poder, quien en el periodo de la guerra fría, los utilizó como parte de sus pogromos anticomunistas, aunque fueron reprimidos de nuevo en 1977 cuando se unieron a las protestas del pan. Posteriormente, en los ochenta, Hosni Mubarak, los toleró políticamente, siempre y cuando contrarrestaran la influencia de los movimientos islamistas militantes Gamaa Islamiyay y Yihad Islámica, los cuales representaban la principal amenaza para el régimen, al multiplicar sus exacciones contra los cristianos y atentar contra la vida de los turistas extranjeros. Sobre esta base, se les permitía incluso presentarse a las elecciones bajo el paraguas de otros grupos políticos o presentando candidatos supuestamente independientes.
La luna de miel con Mubarak terminó, después de que éstos llevaran a cabo un alzamiento político en 1984 y ante el resultado de las elecciones parlamentarias de 1987. El régimen pretendió controlar su actividad política enjuiciando a muchos de sus miembros. Posteriormente, en 2005 nuevamente se les permitió participar en las elecciones parlamentarias pero con muchos cortapisas y a pesar de ello, obtuvieron el 20% de los escaños parlamentarios (88 escaños).Ante el temor de que su influencia política se incrementase, en 2007 el gobierno de Mubarak enjuició por sexta vez a sus líderes y enmendó la Constitución para tratar de impedir la postulación de sus candidatos. En agosto de 2007, los Hermanos Musulmanes presentaron un primer borrador de su plataforma política como paso previo para la creación de un partido político. La plataforma establecía un Consejo de clérigos musulmanes para supervisar al gobierno, lo que significaría que una institución religiosa haría las veces de guardián de todos los demás organismos gubernamentales, sin ninguna autoridad constitucional o legislativa sobre ella. En otras palabras, tal programa los acercaba a un modelo inspirado en el sistema político iraní; basado en la siguiente divisa: “Dios es nuestro objetivo, el profeta nuestro jefe, el Corán nuestra constitución, la yihad nuestro camino, el martirio nuestra mayor esperanza”. De todas formas, aunque oficialmente están ilegales, son muy respetados en Egipto y cuentan con grandes apoyos, especialmente por su labor a través de organizaciones humanitarias. Con todo, se teme de lo que pueda ser su desempeño en el poder, particularmente por su defensa de un estado gobernado por la ley islámica, el papel que le adscribirían a la mujer y la relación con los 10 millones de cristianos egipcios.
Tal incertidumbre se incrementa si a lo anterior le sumamos, una serie de carencias que la organización evidencia, tales como una escasa renovación de la retórica religiosa, lo que permanentemente los pone en aprietos al momento de resolver problemas que requieren interpretaciones jurídicas y religiosas en relación a temas como las mujeres, los coptos, la libertad, la ideología política, la aplicación de la ley y el código penal islámicos. Es palpable también, la pobreza de su historial intelectual y finalmente, una retórica política, que se caracteriza por contradicciones y ambigüedades deliberadas a objeto de confundir la audiencia. Hoy, a la vuelta de 83 años desde de su fundación, es una organización que incluye varias generaciones, lo que ha dado pie a nuevos dilemas para sus líderes; ante el abismo entre la generación de más edad y los jóvenes y las consecuentes diferencias de enfoques y estrategia. Tal situación ha contribuido a que pierda capacidad para inspirar a la juventud que últimamente orienta su lealtad a favor de movimientos contestatarios tales como Kifaya (Basta).
Sin embargo, hay que reconocer, que si al principio el objetivo de los Hermanos Musulmanes fue implantar un Estado islámico en Egipto basado en la sharia y el rechazo a la influencia occidental en el país, a partir de la década de los 90 y primeros años del siglo XXI, la membrecía joven de la Hermandad la ha hecho evolucionar hacia una especie de islamismo moderado, que admite el pluripartidismo, la liberalización económica y su base de reclutamiento es cada vez más, la clase media. Vista la nueva situación, los Estados Unidos han tenido que variar su política hacia la Hermandad, al punto de que sectores pragmáticos del gobierno estadounidense aconsejaban un acercamiento hacia ellos, para posibilitar su inclusión en futuros sistemas democráticos de la zona, dentro de la llamada Iniciativa Para el Gran Oriente Medio. De manera consecuente, el sector joven de La Hermandad ha reacomodado su visión de las relaciones con Occidente y en lugar de contemplarlas desde un fundamento ideológico, lo que constituye fuente de hostilidad, las enfocan desde el punto de vista del interés y respeto mutuos. Es más, las divisiones ideológicas entre los jóvenes islamistas y sus predecesores, han permitido que la organización vea como referente político, las experiencias de los movimientos políticos islamistas en otros lugares de Oriente Próximo, muy en particular la del Adalet ve Kalk?nma Partisi (Partido de la Justicia y el Desarrollo) de Turquía. En otras palabras, el modelo a seguir entre la vieja y nueva guardia de la Hermandad Musulmana del 2011, oscila entre el sistema político de Irán o el de Turquía.
No es casual el júbilo con el que las autoridades iraníes festejan los sucesos de Egipto, pero a su vez, la influencia de Ankara, no es deleznable, particularmente por la forma como ha logrado combinar el Islam, la democracia y el nacionalismo; creando un partido político independiente de su misión religiosa. De todas maneras es evidente, que se ha exagerado a la opinión pública occidental, el caudal político de la Hermandad. En realidad el mismo se incrementará o disminuirá del 35%, dependiendo de la fuerza con que irrumpan en el naciente sistema político, las partidos surgidos tras la reciente revolución egipcia, de los candidatos que estas fuerzas postulen, de la capacidad de sobrevivencia de los partidos que representan al régimen anterior, de los niveles de participación y de la fuerza de las campañas electorales de los adversarios de la Hermandad Musulmana, de la dosis de laicismo del programa político que esta última, conocida también como: La Libertad y la Justicia, oferte al electorado egipcio, de la postura que se adopte respeto al cumplimiento de los Tratados internacionales previamente pactados (Acuerdos de Camp David) y del grado de participación en la toma de decisiones, que su dirigencia le permita a sus cuadros jóvenes, que de ser marginados, ante unas eventuales elecciones libres, le quitarán su apoyo.
Por: Euclides E. Tapia C. Profesor Titular de Relaciones Internacionales de la Universidad de Panamá.