La jueza de la Audiencia Nacional Ángela Murillo abroncó ayer a la etarra Idoia Mendizabal Múgica, ‘Ilargi’, por poner los pies encima del banco durante el juicio al que se enfrenta por el lanzamiento de 16 ‘cócteles molotov’ contra la vivienda de una ertzaina. «¡Guarde la compostura, que no está usted en un bar, señora!», le espetó. Ante las protestas de la acusada, la magistrada elevó aún más el tono de la reconvención: «¡Que se siente normal!».

Mendizabal fue apercibida en varias ocasiones por la actitud pasiva y despectiva que adoptó durante la vista oral, en la que el fiscal pide para ella 25 años de prisión por los delitos de incendio, tenencia y empleo de aparatos inflamables y atentado. El representante del Ministerio Público, Daniel Campos, considera «flagrante» su participación en el ataque perpetrado por una decena de personas el 31 de enero de 1998 en la localidad guipuzcoana de Idiazabal, ya que a los pocos minutos fue detenida por una patrulla de la Ertzaintza junto a su hermano Ekain e Idoia Garmendia.

Natural de Lazkao, ‘Ilargi’ se inició en ETA en 1997 como miembro del comando ‘Olaia’ y fue detenida en 2005 en la localidad francesa de Aurillac. El pasado marzo fue condenada a 377 años de prisión por su participación en el intento de asesinato de la teniente de alcalde de Portugalete, Esther Cabezudo. La etarra fue reconocida ayer por la ertzaina contra la que atentó en 1998, quien salió en persecución de los autores de un ataque que causó daños valorados en unos 6.670 euros.

«La intención de los detenidos era la peor posible», aseguró el fiscal, quien señaló que existía un «riesgo evidente» para la agente y su familia tanto por el número como por las características de los artefactos utilizados. Dos expertos en explosivos explicaron en el juicio que se trataba de ‘cócteles molotov’ «mejorados»; no requerían una llama para su iniciación, sino que bastaba con un impacto para que se produjera la reacción química que arrancaba la combustión.