Así sobrevivió Mary-Anne 18 días atrapada entre dos cascadas del nacimiento de un río
Fortaleza mental, imaginación y agua, mucha agua. Mary-Anne Goossens, la turista holandesa de 48 años que ha pasado 18 días atrapada entre dos cascadas del nacimiento del río Chíllar (Málaga), aguzó el ingenio e improvisó su propio manual de supervivencia.
Para saber cómo sobrevivió, hay que conocer primero las dificultades a las que se enfrentó. Y cómo llegó hasta allí. Mary-Anne inició la ruta el día 17 de junio. Pretendía llegar al municipio malagueño de Frigiliana, cerca de Nerja. Al llegar a la confluencia con el río Higuerón, se equivocó de camino; en vez de girar a la izquierda y seguir por este cauce, continuó hacia la derecha y se adentró en el paraje de Los Cahorros. Al anochecer, se echó a dormir.
A la mañana siguiente, en vez de dar la vuelta, pensó que ya estaría muy cerca de Frigiliana, por lo que optó por seguir avanzando. Así coronó la zona del nacimiento del río. Entonces volvió sobre sus pasos y llegó a un punto en que no podía bajar, pero tampoco subir, según relató a sus familiares en el hospital.
El risco donde quedó atrapada está a 800 metros sobre el nivel del mar y a 20 kilómetros de Nerja. De día, el problema era el sol, que le ocasionó quemaduras en la piel. De noche, el descenso de la temperatura. Mary-Anne se resguardó del frío con hierbas y matas. Aprovechó una oquedad seca de la hondonada como guarida. Fabricó con esparto un lecho más blando que la roca para dormir.
La poza forma parte del cauce del río, por lo que había agua en abundancia, lo que evitó que se deshidratara, según los especialistas que la rescataron. El charco entre las dos cascadas también le permitió refrescar todos los días su camiseta, que ponía a secar para que no estuviera mojada al caer la noche. Entonces, se rellenaba el pecho con hierbas. «Parecía un muñeco», comentaba Daniel Sánchez, uno de los tres senderistas que la encontraron.
El otro problema, el mayor de todos, era de qué alimentarse. Probó con unas hierbas y llegó a morder algunas ramas. Incluso, se planteó comer hormigas -«dice que había muchas», explicaron sus hijos en la puerta del hospital- o lagartos, pero al final lo descartó. Buscó un recurso para matar el tiempo y la sensación de hambre. Pensaba en cocinar, y eso, cuentan sus hijos, le distraía del agujero que sentía en el estómago. Fue su receta de supervivencia.
Celebrar el 50 cumpleaños
Dicen que nunca perdió la esperanza y que no tuvo miedo. Pensaba en sus hijos, Fritz y Jantje. También en cómo preparar su 50 cumpleaños, a quién iba a invitar, qué comerían… Según relató tras ser rescatada, cada noche se acostaba pensando en que la iban a encontrar al día siguiente.
El sueño de una de esas noches, la del lunes, se hizo realidad. A las ocho de la tarde del martes, los excursionistas Daniel Sánchez y los hermanos Pedro y Francisco Conde Morales escucharon su petición de auxilio. «Hoy -por ayer- ha bromeado con nosotros por la cara de asombro que pusimos al encontrarla», relata el último. Ellos le proporcionaron una manta térmica, un saco de dormir y comida. Y dieron el aviso que activó el operativo de rescate.
Aunque ha perdido diez kilos, las analíticas que le han realizado en el hospital de la Axarquía han arrojado resultados normales, por lo que recibió el alta médica a mediodía. Antes de marcharse, Mary-Anne se encontró en el hospital con los tres jóvenes que la localizaron. «Entramos en fila y nos dijo, en inglés, ‘¡mis salvadores!’. Luego nos dio tres besos a cada uno», añade Francisco.
Hasta ayer solo pudo ingerir líquidos, principalmente zumos y sopas. Sueña, cuentan sus hijos, con pescado en salsa de cebolla. A las seis de la tarde, abandonó el centro sanitario. Su salida fue tan rocambolesca como el resto de su periplo. Sus familiares intentaron impedir que fuese grabada y fotografiada; se marchó por una puerta lateral sin hacer declaraciones a los medios. El médico le ha dado un plazo de 48 horas para su recuperación. Ella ha manifestado que quiere volver a Holanda cuanto antes.