Democracia de partidos o movimientos asamblearios
Como apasionado de la política es un placer para mí ver como los ciudadanos de manera multitudinaria se han lanzado a la calle a implicarse en la gestión de lo público, en lo que es común a todos. Es verdad que lo hacen mas por indignación, como ellos mismos dicen, que por una implicación responsable en algo que les afecta día a día, como es la política. Hasta ese punto me generan una simpatía mas que agradable ya que considero una asignatura pendiente de la clase política actual el no haber conseguido una mayor connivencia del ciudadano de a pie en la gestión política, tanto sea municipal, autonómica como estatal.
Lo que no me genera simpatia es cuando este movimiento, llamado del 15M, que como bien he dicho antes ha conseguido movilizar a una parte de la ciudadanía hasta ahora muy despreocupada y poco participativa, considere que por tal hecho son la autentica voz del ciudadano y deslegitimen a los representantes elegidos por los ciudadanos democráticamente y libremente.
Este extremo ha llegado incluso a intentar agredir e impedir el acceso al Parlamento de Cataluña de los parlamentarios, evitando así que aquellos que si tienen el apoyo demostrable de los ciudadanos desempeñen sus funciones. Bien es cierto que esta “democracia de partidos” que tenemos en la actualidad es imperfecta y llevada a la practica a demostrado en varias ocasiones no ser el mejor sistema para solucionar los problemas reales de la ciudadanía, ya que los partidos han manifestado mas interés en utilizar su poder en su propio beneficio mas que en el del ciudadano, sobretodo desde los dos partidos mayoritarios. Pero que eso permita a un movimiento creado por no se sabe quién, a ocupar la vía pública, a crear asambleas donde se realizan votaciones y luego hacerlas publicas como si representasen a la totalidad de la ciudadanía que habla a través de ellos en un grito de indignación, no solo me parece incorrecto sino que además creo que es ilegal, sobre todo la ocupación de la vía pública en perjuicio de otros ciudadanos que pueden estar tan indignados como ellos por la situación actual pero que no quieren mostrarla, no al menos, molestando a sus iguales.
Con ello no quiero postular que la resignación es la vía a proceder por el ciudadano y que el mantener la situación actual es la única acción
posible, todo lo contrario, sino que el movimiento del 15M puede servir como el detonante para hacer entender al ciudadano en general que debe tomar parte, que debe participar en política y que únicamente ejercer el derecho “a pataleta” cuando las cosas se ponen difíciles no es la
solución.
La participación ciudadana dentro de los partidos debe ser mayor pero no solo para llevar sus propuestas sino para exigir que dentro de ellos haya una mayor democracia interna. Esto último es un punto de vital importancia, ya que parte de la crisis actual de la democracia de partidos
es la visión que tiene el ciudadano sobre los mismos, que son oscuros en cuanto a la información que dan sobre su funcionamiento real y escasamente democráticos. Por eso cualquier movimiento ciudadano como el 15M consigue tanta participación rápidamente porque algunos ciudadanos los ven plataformas más fáciles, mas claras para exponer sus ideas e inquietudes políticas.
Ahí radica el autentico reto de la democracia de partidos: conseguir que la indignación, que el malestar, que el desacuerdo de los ciudadanos con lo que acontece se haga a través de los partidos políticos que al fin y al cabo son las organizaciones que nos representan y no a través de
movimientos asamblearios que pueden nacer con la mejor de las intenciones pero que en el sistema político actual, aparte de no estar legitimados, no tienen una capacidad de influencia real, por lo que poco podrán hacer para cambiar la situación actual.
Hola Oscar , me ha encantado tu artículo , me gustaría saber más sobre dichos movimientos , sabrías, ¿dónde podría encontrar información sobre ellos ?