El “remake” de María San Gil
Miguel Massanet Bosch.- Muchos de los que militamos en la antigua Alianza Popular y, posteriormente en el PP, cuando aquella se transformó en la nueva formación, fuimos fieles seguidores de este partido que, para nosotros, comprendía en su ideario todos los valores y las esencias morales y éticas que habíamos recibido de nuestros antecesores y que esperábamos fueran respetados y promovidos, para que sirvieran de guía a las nuevas generaciones de españoles y contribuyeran a la formación de una democracia justa, solidaria y regida por la Constitución de 1978. Pensábamos, quizá un tanto inocentemente, que aquellos principios que esgrimió el partido como santo y seña de sus proyectos, permanecieran inalterables aún cuando, para ello, se tuviera que renunciar al poder, al gobierno y a cualquier beneficio o prebenda, de los que suelen ser un reclamo irresistible para determinados políticos, que anteponen sus ambiciones personales y su propio beneficio al servicio de los ciudadanos, a los que pretenden representar. No fue así.
Por desgracia, ya hace años que aquella utopía dejó de existir y hemos sido muchos los que, desengañados, abandonamos el partido precisamente cuando tomamos conciencia de que, los nuevos dirigentes, asumían nuevos roles; prescindían de personas carismáticas para los militantes, de reconocida solvencia y valía y empezaban a utilizar, como armas políticas y medios para promocionarse, nuevos argumentos, conocidos trucos políticos, cesiones a los nacionalismos y una evidente laicización del partido que, sin duda, se ha notado de forma notoria en los casos del aborto, matrimonios gay, secularización de la enseñanza etc.; lo que se les ha permitido, a los socialistas, poner en práctica, ante la indisimulada indiferencia de la cúpula del PP; ataques a la iglesia, adoctrinamiento relativista en las aulas y limitación de los derechos de los padres, en cuanto a la clase de enseñanza que querían que se les diera a sus hijos. La actitud de los representantes del PP ha sido de una cierta apatía, en cuanto a aquellos temas de índole moral o que afectaban a la Iglesia católica, como en el caso de cuestiones que ponían en duda los preceptos constitucionales, ante la descarada tendencia del PSOE a saltarse a la torera aquellos que se oponían a sus proyectos partidistas, doctrinales o sectarios.
Uno de los más graves errores cometidos por el señor Rajoy y su equipo fue, sin duda, cesar a la señora María San Gil de la presidencia del PP vasco. Esta fue, al menos por lo que respecta a mi, una de las causas de que me diera de baja del PP. No se puede concebir una injusticia, una jugarreta política y una deslealtad semejante a la que, los nuevos dirigentes escogidos por Mariano Rajoy, después de su segundo batacazo electoral, le hicieron a uno de los valores más sólidos, entusiastas, entregados y fieles del partido en tierras vascas que, a sus indudables méritos personales y cualidades, añadía un coraje y un valor poco común; máxime, cuando uno se juega la vida cada día en una parte de España donde, el declararse patriota español, ha sido, durante muchos años, el pasaporte para ser el blanco de los terroristas de ETA.
La señora María San Gil ha permanecido callada durante tres años. Ha sabido contener su justa indignación y tragarse las lágrimas que la felonía que se cometió con ella, sin duda, le han provocado. Ha sido un ejemplo de entereza, al superar una grave enfermedad que, para más vergüenza de quienes se aprovecharon de ella para irle minando el terreno, aparte de causarle la natural preocupación y de tener que bregar con algo en lo que nadie puede sustituirte, tuvo que ver como, sus propios compañeros, la apartaban de su cargo y la condenaban al ostracismo. Pero María San Gil es una persona fuerte, un alma brava y toda una señora, que no se ha dejado amilanar por las dificultades, no se ha encogido ante el desprecio de quienes antes la alababan y, no ha cedido al natural instinto de abandonarlo todo y retirarse de la escena, porque ella es un espíritu bregado en la lucha e inconmovible ante la adversidad.
Por ello, María San Gil, no ha estado inactiva y ha querido trasladar todas sus vivencias en negro sobre blanco, para que quede constancia de la tragedia que la ha acompañado durante estos años en los que ha visto como, todos sus augurios para el país vasco, se han ido cumpliendo. Como la indecisión, el miedo a equivocarse y el cuidado para mantenerse dentro de lo “políticamente correcto” del señor Mariano Rajoy y sus consejeros, lo han mantenido siempre caminando sobre brasas, colaborando, con su pasividad y temores, a que, cada día más, los etarras y la casi destruida banda terrorista ETA, hayan conseguido salvarse de su ruina completa, gracias a las “ayudas” que han ido recibiendo, tanto de los dirigentes del país como, y esto, señores, clama al cielo, de las mismas instituciones judiciales que han llegado al extremo de que, un partido fabricado exclusivamente para darle a ETA representación en municipios y autonomías, lo haya conseguido, precisamente gracias a un órgano, el TC, encargado expresamente de hacer cumplir los principios constitucionales; algo que, por mucho que don Pascual Sala se rasgue las vestiduras y nos muestre su carne de gallina, no va a conseguir justificar, por muchos años que viva; porque los españoles decentes, sensatos, honrados y patriotas nunca van a poder entender que se haya permitido a Bildu acudir como cualquier partido demócrata a las elecciones, consiguiendo cientos de municipios y asegurándose importantes cantidades de dinero para que, ETA, se vuelva a rehacer y, si cabe, a reiniciar sus actividades terroristas.
María San Gil ha escrito un libro, “En mitad de mi vida”, en el que no se muerde la lengua, en el que saca a relucir muchas interioridades de su antigua formación política; un libro donde da a conocer lo que es luchar por España sin buscar el lucimiento personal, sólo pensando en el bien de los españoles y en salvaguardar la españolidad en el país vasco, hoy en día en grave peligro de desaparecer. Un libro que voy a buscar para poderlo leer con detenimiento, porque estoy seguro de que en él voy a encontrar aquellas esencias del PP que una vez me tuvieron ilusionado pero que, hoy, por desgracia, parece que ya no existen y que todo se ha reducido a un partido más, donde lo que de verdad cuenta, por encima de valores e ideales, es la aritmética de los votos y el deseo del poder.
Hubo un tiempo en que se la tachaba de loca por quienes estaban interesados en deshacer la leyenda que se había ganado de heroína vasca; ahora, sale de nuevo a la palestra para reivindicar su honor, para aclarar los puntos oscuros de aquella conspiración, en la que también hubo el Brutos de la puñalada ¿ Tú también…? Somos muchos los que seguimos confiando en ella, apoyándola y pensando que fue objeto de la más vil de las traiciones; algo que hubiera sido impensable en otra época del PP pero que, hoy en día, ya sabemos que todo es posible en un partido que ha dejado tras de si un reguero de ideales, principios, creencias, valores e ilusiones, como la embarcación que tira el lastre para aligerarse de peso un peso que, sin duda, para estos nuevos dirigentes del PP les resultaba excesivo para poder alcanzar el poder. ¿A quién le importan los fetos asesinados; a quién los ataques a la religión; a quién los excesos sexuales; a quién el abandono de la moral y la ética? Puede que a ellos no, pero a nosotros si. Ánimo María San Gil, no decaigas. Al menos, esto quisiera que ocurriera el que así opina.