El alcalde de Lorca cifra en un 80% las viviendas que han resultado afectadas
La ciudad de Lorca (Murcia) ha amanecido aún conmocionada y rodeada de escombros tras los dos fuertes terremotos -de magnitud 4,5 y 5,1 grados- que han acabado con la vida de ocho personas y han provocado 167 heridos, tres de ellos muy graves, según ha cifrado el consejero de Justicia y Seguridad Ciudadana, Manuel Campos. Entre los muertos, cinco hombres y tres mujeres, hay un niño de 14 años y dos mujeres embarazadas de 22 y 51 años. Las víctimas mortales son Antonia Sánchez, Juana Canales y Emilia Moreno, estas dos últimas las mujeres embarazadas, y Juan Salinas, Raúl Guerrero, Domingo García y Rafael Mateos. La identidad del octavo fallecido no ha trascendido todavía.
En primeras estimaciones, se calcula que “el 80% de las casas” de Lorca arrastran algún daño -tal y como ha comentado el alcalde de la localidad murciana-, aunque los temblores no han castigado la estructura de los que tienen una antiguedad menor de 30 años que solo presentan algunas grietas. La zona más castigada ha sido el casco antiguo donde las construcciones son antiguas. Conventos e Iglesias han visto como sus fachadas y torres se venían abajo. Es la zona de la ciudad donde se pueden ver más zonas acordonadas. Las excavadores y otros equipos de maquinaria han comenzado a retirar escobros y cascotes en el centro de la ciudad.
Doce horas después del terremoto más grave ocurrido en España en los últimos 55 años, Lorca se ha transformado en un campo de refugiados para acoger a los miles de vecinos que han dormido esta noche al raso en los campamentos habilitados por el Ayuntamiento. Miles de personas trataban anoche de dormir sobre el asfalto del Huerto de la Rueda arropados por mantas de la Cruz Roja en una madrugada fría y húmeda. A pesar de que al menos otros tantos cientos intentan conciliar el sueño, más de 500 personas, en su mayoría inmigrantes, sobre todo magrebíes, ecuatorianos y subsaharianos, guardaban paciente y larga cola para tratar de conseguir algo de comida y agua sobre las tres de la madrugada. A las cuatro seguía igual de nutrida, pero había pizza caliente, y a las cinco aún había que esperar unos quince minutos para alcanzar un plato frío con un emparedado de “chóped”, un refresco y un yogur.
La imagen desoladora de la muchedumbre de adultos, niños, bebés y hasta perros con sus dueños que buscaba alimento y calor reuniéndose en corros mientras el estrés de los operarios que trabajaban a destajo para instalar grandes tiendas de campaña y retretes portátiles y para acondicionar mejor la zona sustituía al incesante ir y venir de sirenas de ambulancias y coches policiales que se registraba antes de cruzar el día, también un 11-M que será recordado, el de mayo de 2011.
Continuamente se vive una situación de una cierta calma tensa, siempre hay gente despierta que continúa deambulando por la zona, paseando de aquí para allá en busca de nada, unida en la desgracia de no poder dormir bajo el techo que los cubrió anteayer por temor a que las grietas de sus casas acaben separando en dos partes las paredes.
Reparto de mantas y comida
Docenas de periodistas sin probar bocado durante horas, conectando con los boletines horarios de radio, grabando entrevistas para televisión o tratando de obtener lo antes posible los datos oficiales de víctimas y de perspectivas de volver cuanto antes a una normalidad dentro de unos días que se antojan desde aquí largos. Tras la valla que cierra el improvisado campamento, los mensajes de los partidos políticos: “PP: centrados en ti”; “PSOE: para que gane Lorca “; “IU-Verdes: con la gente de izquierda”, “Centro Democrático Liberal: nuevos tiempos para Lorca”. Desde luego.
A la que se corría la voz de cada llegada de una nueva partida de mantas, gente corriendo hacia el punto de distribución para hacerse con una. Un policía local pedía a una familia sudamericana que dormía con sus niños en la zona reservada para la llegada de los vehículos militares de la Unidad Militar de Emergencias que se arrimara a la pared del recinto ferial anexo. Menos mal que algunos ciudadanos andaban cerca y mejor informados de las normas mínimas de seguridad que deben seguirse para evitar ser sepultado bajo un montón de escombros si la tierra vuelve a temblar.
Un paseo por el centro urbano de la ciudad permite apreciar la fuga de agua a la calle desde el edificio que alberga la Gerencia de Atención Primaria de Salud, mientras que en los chalés de la céntrica Alameda Paco Rabal no parecen apreciarse desperfectos severos, y quizá por ello haya personas durmiendo en los bancos de piedra que la flanquean. En la avenida Juan Carlos I, por aquí y por allá, cascotes de ladrillo, fragmentos de cornisas, aceras acordonadas, polvo en suspensión ya esfumado. Y en el barrio de La Viña, el más castigado por la desolación, coches bajo escombros y antenas de televisión de la pared de la terraza del edificio junto al que están aparcados, y montañas de ladrillos en la puerta del bar-restaurante del mismo nombre, algunos de los cuales han causado la muerte del niño de 14 años -familiar del dueño del local- que salió a la calle alarmado al escuchar el estruendo de las caídas de las que toda Lorca deberá levantarse.
Ahora me entero que el alcalde de mi pueblo (Lorca) es socialista y no del PP… Sin comentarios en cuanto a vuestra profesionalidad.
hola buenas, cuando escucho del noticias del teremoto le qui a pasado en murcia mi ciento conjelado , le siento mucho pour gente qui perdé la vida, ademas mujeres embarazadas, la verda mi sali mucho la gremas cuando escocho esta noticias , le siento mucho a las famillas de los muertos, et a los qui perden las viviendas.