David García Martín.- Rondan los cuarenta y tantos años de edad, son modernos, buenos oradores, algunos incluso atractivos y se desenvuelven bien ante las cámaras. Con estos datos se podría estar describiendo el estereotipo de presentador de cualquier canal de televisión actual, pero si además se añade que son euroescépticos y antimusulmanes, el perfil cambia.

Es la nueva imagen que ha adoptado la derecha identitaria europea. A mediados de Abril, Finlandia despertó con una nueva formación en su parlamento de tintes ultraderechistas. El partido de los Auténticos Finlandeses logró romper con la imagen socialdemócrata, liberal y moderada de una de las sociedades del norte de Europa con mejor y mayor nivel de vida del mundo. Este partido logró 39 de los 200 escaños del parlamento.

En Dinamarca y Suecia también se han incorporado a la vida parlamentaria este tipo de partidos. Sus armas son las propuestas populistas, la cercanía en el trato y un discurso muy bien hilado y sofisticado que carga de culpas a los inmigrantes -en su mayor parte musulmanes- y a las instituciones europeas. A estas las dibujan como mastodontes administrativos, abusivos con sus impuestos, e incapaces de gestionar sus recursos de manera eficaz. Como fondo, y tensando el ambiente, una crisis económica, financiera y de valores que parece que no llega a su fin. Un panorama propicio para estos partidos que aprovechan el cansancio y la perplejidad de una ciudadanía desnortada por las políticas de ajuste y los recortes, además de desencantada con los discursos monocordes de los partidos de siempre.

En Francia, la hija de Jean Marie Le Pen, Marine, ha heredado de su padre un partido, el Frente Nacional, que enarbola toda la parafernalia de la derecha radical y que según el último sondeo del Journal du Dimanche, Marine Le Pen se convertiría en las próximas elecciones del año 2012 en “la campeona del voto obrero” con un 36% de los votos de las clases trabajadoras francesas.

El actual presidente de República Francesa, Nicolás Sarkozy, apenas alcanzaría el 15% de los votos obreros, según el sondeo. En Holanda, Geert Wilders, el político de la sonrisa de Joker y el pelo rubio oxigenado, llegó al gobierno en las últimas elecciones y también se ha convertido en la tercera fuerza política con un discurso profundamente antimusulmán. El Partido de la Libertad, así se llama la formación liderada por Wilders, tiene un 15,45% de voto popular, a pesar de que ya ha tenido algún juicio por incitación al odio y la discriminación.

“Las ideas políticas más radicales son crecientemente aceptables, también entre los partidos tradicionales, que ahora coquetean con las ideas de la extrema derecha”, advierte Simon Tilford para El País. Este economista, jefe de Center for European Reform, cree que “los partidos extremistas son ahora más sofisticados y apelan ahora a un electorado más amplio que ya no se avergüenza de votar a la extrema derecha”.

Italia con la Liga Norte, Austria, Alemania y Hungría son países donde también están echando raíces estás políticas de extrema derecha. Al otro lado del Atlántico, en Estados Unidos, el Tea Party podría incrementar su influencia en la política. Pero, ¿y en España? “Que la derecha identitaria existe está fuera de toda duda”, asegura Ignacio Sotelo, Catedrático de Sociología, y advierte que “otra cosa es que no esté organizada como partido. Pero está a diario en programas de televisión o en periódicos. Lo que pasa que en España actúa como lobby de presión dentro del Partido Popular”.