El mundo en sus manos
Miguel Ángel García Brera.- A veces me pongo a pensar en la ruina a que han conducido a España el presidente Zapatero y sus adláteres y un sentimiento de enojo me reconcome. Como no estoy adscrito a partido político alguno y siempre he votado con absoluta, ya fuera en el antiguo régimen ya en la actual democracia, intento huir de la demonización del leonés y busco explicaciones a sus declaraciones, que me recuerdan a Antoñita la Fantástica o a los filósofos cínicos, sin que me sea dado encontrarlas. Tampoco me ofrece una explicación convincente la de quienes echan toda la culpa del hundimiento económico español a circunstancias mundiales, ya que, incluso los países donde esas circunstancias han sido más graves y directas, pasado algún tiempo se han recuperado o están en ello, y no en la vía dolorosa de los españoles que, con datos objetivos, y al margen de los manipulados que se nos ofrecen cada día, no vemos que el país pueda renacer antes de cinco o seis años. Y, por supuesto, eso si hay un cambio de políticos.
Indagando más, en mi deseo de entender que Zapatero no es tan mal gobernante ni tan ignorante, ni mucho menos tan rencoroso como podría colegirse de algunas de sus actuaciones, he encontrado algo que me permita disculparle aunque sea en el uso de la regla “mal de muchos consuelo de bobos”. Y es que, dedicado a cotejar los perfiles de gentes con parecidas responsabilidades a las de ZP, en otros países, sí que he hallado un paralelismo que, si bien descarga al presidente español de ser el único malo, tiene el reverso de ofrecernos un panorama desolador por lo que al gobierno de los países se refiere. Ofendido un camarero a punto de ir al paro, me preguntaba hace unas horas, si se yo por qué se destinan cantidades a fondo perdido, que tan necesarias serían para alivio de pobres y parados, a apoyar las actividades que realizan en otras naciones algunas asociaciones de lesbianas, travestis y otras personas de parecidas inclinaciones. Un tercero, que estaba en la conversación, antes de que yo manifestara que no hallaba respuesta, amplió la cuestión de esta manera: “Pues a mi aun me parece peor la pila de millones que ZP gasta cada vez que sale de visita, llevándose a un montón de asesores innecesarios”.
Yo me limité a comentar que ese era un mal que parecía ser moneda corriente en los viajes de los mandatarios y toqué, tal vez en mala hora, el reciente periplo del Emir de Catar, que al parecer también ha venido bastante acompañado. ¿Y tú crees – se me espetó- que es admisible – al margen de que los emires hagan lo que tengan a bien – abrir en los medios, ante un país dolido por los efectos de una economía en declive, una amplia información sobre los visitantes, destacando la elegancia de la segunda esposa, cambiándose cuatro veces de indumentaria en una sola jornada? Pero, antes de que pudiera responder, se puso a debate otra cuestión: “¿No sería mejor recibir a los que vengan, sin mucha charanga, para evitar aparecer hoy como leales siervos de quienes tal vez haya que derrocar mañana, tras un inopinado descubrimiento de que eran dictadores?¿ No recuerdas que Gadafi fue acogido como triunfador entre un grupo de vírgenes de su guardia, mientras ahora resulta que hay que bombardear sus palacios?”.
En fin, volviendo a los paralelismos que nos ofrecen una galería de dirigentes únicamente regidos por su interés personal y familiar, merecería la pena referirse a Zapatero cuando anuncia que no va a ser candidato en las próximos elecciones, pero sí que sigue como Secretario de su Partido y presidente del Gobierno hasta expirar el mandato, sin que se le ocurra convocar elecciones como es procedente en situaciones tan críticas como la española. Pero es universal el afán de agarrarse al poder hasta donde sea posible y en el límite de esa ambición me ha llamado la atención la risible decisión de Álvaro Colom, presidente de Guatemala, que se ha divorciado de su mujer Sandra Torres, para que ella pueda ser siguiente candidata a la presidencia, pues la Constitución prohíbe serlo a los parientes ,dentro de ciertos grados, de los mandatarios en ejercicio ¿Hasta qué punto puede burlarse un presidente y su esposa de las leyes, llegando a fraguar un falso divorcio únicamente encaminado a que, cumplido el mandato del marido, pueda seguir en la mamandurria la esposa? Un divorcio simulado, como, en el envés, si de un matrimonio de conveniencia en el caso de emigrantes se tratara, aparte de la burla que supone a la institución familiar, es un ataque al Derecho y un inmenso corte de mangas al pueblo soberano. ¡Da pena pensar en qué manos está hoy el gobierno de muchos países!