Zarrías y los muertos del PSOE
Miguel Ángel Loma.- En la pasada Convención Nacional del PP, Mayor Oreja, voz que clama en el desierto, animó a los de su partido a la defensa del derecho a la vida y a rechazar «la cultura de la muerte», que es lo que «ha hecho el PSOE durante los últimos años». Pese a que su reclamo no mereciera la atención de Rajoy, que ni siquiera mencionó el tema en su discurso, sí fue recogido inmediatamente por Gaspar Zarrías, que muy ofendido le replicó: «No sé lo que Mayor Oreja entiende por la cultura de la muerte, pero el PSOE se ha dejado muchos muertos en el camino para que hoy haya libertad y democracia, mientras ellos vivían cómodamente durante el franquismo, cuando no lo dirigían, por lo que más vale que se calle».
Dado lo socorrido que sigue resultando el franquismo en el discurso de la izquierda, sería muy ilustrativo que un organismo independiente publicara las biografías sobre las comodidades e incomodidades que gozaron y padecieron los políticos que, por edad, desarrollaron parte de sus vidas públicas durante el franquismo. Aunque no es el caso de Zarrías, son frecuentes los casos de políticos, tanto de una orilla como de la otra, que habiendo ocupado puestos de cierta relevancia durante el franquismo, o siendo hijos de ellos, lo esconden para que no se les venga abajo el suflé que se han montado con un heroico y sufriente pasado. Y respecto a los muertos del PSOE, Zarrías juega con medias verdades…
Cierto es que el PSOE puede proclamar que «se ha dejado muchos muertos en el camino», pero sólo si nos referimos a los años treinta del pasado siglo, y no «para que hoy haya libertad y democracia», sino para que entonces hubiera una «libertad y democracia» entendida como lo hacía la mayoría de los dirigentes del PSOE de la época; una «libertad y democracia» muy diferente de la actual. Pero si nos retrotraemos a aquellos años, no menos cierta resulta la aseveración de Zarrías desprovista de la partícula reflexiva. Por mucho que ahora intenten vendernos otra historia, no pocos fueron los muertos que dejó el PSOE en el camino, en pro de aquella «libertad y democracia» cuyo deslumbrante modelo era la Unión Soviética.