Nadal entró a la pista del O2 londinense con más intención de sentarse en un diván que de disputar un partido de tenis. Empezó con agresividad y confianza para acabar pronto con las dudas de una pista en la que no había ganado ningún set en el torneo de maestros del año pasado y pronto se encontró con dos puntos para romper el servicio de Roddick. Sin embargo, el estadounidense respondió con firmeza y la oportunidad desperdiciada se convirtió en una caída al abismo para el español.

El norteamericano observó el descenso de su rival y se agarró a su terrible saque y juego en la red para alcanzar un 1-4 de ventaja que resultaría fundamental para ganar el primer set del encuentro.

Nadal se había dedicado durante esos primeros minutos a dar vueltas en su cabeza a los nervios, los paralelos errados, las dobles faltas y las cuatro bolas de ‘break’ desperdiciadas mientras Roddick se dedicaba a ganar puntos y aumentar su inseguridad.

Asomado a lo alto del precipicio recurrió a su habitual entrega, a su condición de irreductible y a su persistencia para responder a un excelente sacador que se instalaba en los primeros servicios a más de 220 kilómetros por hora. El plan del español cambió y retornó a la agresividad con la que había iniciado el partido para recuperar la concentración y ejercer la función de número 1 del ranking. Ambos jugadores mejoraron su nivel con las exigencias hasta que al acercarse el desempate les temblaron las piernas. Pero en el momento clave surgió la figura de Nadal, la que provoca el respeto de sus rivales y que a base de pelotas a la línea se llevó el ‘tie-break’.

Así, el tercer set definitivo comenzó con ventaja para el español porque acudía con la progresión del hombre resucitado que había roto con la maldición de la pista azul de Londres. Con la batalla moral y la física de su parte Roddick redujo sus posibilidades y el juego de saque y volea se diluyó junto con sus fuerzas. Nadal pronto adquirió la ventaja de romper el servicio y desde entonces se hizo gigante.

Al final, se impuso la fuerza del Nadal, quien se ha rehabilitado para presentar su condición de favorito superando la presumible maldición del estadio inglés. Ahora, el español tendrá que refrendar su liberación ante Tomas Berdych y Novak Djokovic tras salir victorioso del duelo más igualado del torneo de maestros. Por el momento ya acumula una victoria más (3-6, 7-6, 6-4) que en su anterior participación, la confianza de haber superado a un rival brillante y peleón que exprimió tanto sus dudas que le obligó a expiarlas.