Una avalancha de ‘fatuas’ radicales obligan al rey de Arabia Saudí a imponer controles
El rey saudita Abdullah bin Abdul Aziz al-Saud está tratando de poner orden en medio de una ola de fatuas, o edictos religiosos, tan radicales como contradictorios. La ideología que reina en Arabia Saudí queda a plena vista en el portal en la internet del Consejo de Eruditos Religiosos, según el cual niños y niñas en una misma piscina “causan problemas y maldad” y llevarle flores a un paciente hospitalizado debe ser evitado “porque es una costumbre extranjera que imita a los adversarios de Alá”.
Y esas fatuas, o edictos religiosos, provinieron de un grupo de clérigos establecido por el gobierno que son los guardianes de la ultraconservadora escuela wahabita del islam. Pero existe también otro mundo de clérigos independientes que emiten sus propias interpretaciones, a menudo contradictorias, por medio de internet, la televisión y mensajes de texto.
Ahora el rey Abdullah está tratando de recuperar el control sobre esta abundancia de fatuas. Bajo un decreto real en agosto, solamente el panel oficial puede emitir fatuas que respondan a las preguntas de cómo los saudíes piadosos deben vivir.
El resultado: En semanas recientes, portales en la internet y una estación televisiva por satélite en los que clérigos respondían a preguntas han sido cerrados o cesaron voluntariamente de emitir fatuas. Un clérigo fue amonestado públicamente por llamar a un boicot de una cadena de supermercados por emplear a mujeres como cajeras.
Algunos saudíes se preguntan si esto señala el camino hacia un código más liberal. Saad Sowayan, un historiador y columnista saudí, piensa que sí. “El estado quiere ser el primero en formar la opinión pública, y esto sirve al asunto del secularismo y la modernidad”, dijo en una entrevista con The Associated Press.
Pero muchos de los poderosos clérigos del consejo son conservadores. Además de los estrictos edictos sobre moralidad, ellos refuerzan una postura en la que no musulmanes e incluso musulmanes liberales y chiítas son infieles, y sus posiciones sobre la yihad difieren muy poco de las de al-Qaida.
El portal del consejo tiene miles de fatuas, algunas que datan de más de un decenio, y decenas más son añadidas cada mes.
El wahabismo, mucho más estricto que las versiones del islam seguidas en la mayoría de los países musulmanes, es conocido por una segregación casi obsesiva de los sexos, su insistencia en la pureza ideológica y sus severas sentencias, como decapitaciones y amputaciones de manos por algunos delitos. Es además la ley de Arabia Saudí, donde clérigos son jueces en los tribunales, la policía religiosa impide que mujeres y hombres no relacionados se mezclen y las mujeres tienen prohibido conducir automóviles.
El rey Abdullah ha dado algunos pasos hacia la modernización. En una decisión que causó la furia de algunos wahabíes, por ejemplo, el monarca inauguró el año pasado la primera universidad en la que mujeres y hombres estudian juntos en las mismas aulas.
Pero ajustar el sistema es riesgoso, a causa del delicado equilibrio que yace en el corazón de Arabia saudí: la familia real respalda a los clérigos y éstos respaldan a la familia real.
En teoría al menos, el nuevo monopolio del consejo sobre las fatuas pudiera ayudar a Abdullah si su objetivo es implementar más reformas colocando primero en el consejo a clérigos más liberales dispuestos a darle más respaldo religioso. El rey pareció dar un indicio de ello el año pasado cuando nombró por primera vez a cuatro clérigos no wahabitas, incluyendo un sufi, algo notable, dado el odio de los wahabis por el sufismo.
Por otro lado, algunos de los clérigos independientes ahora prohibidos han emitido fatuas más moderadas que aquellas de los clérigos oficiales; hombres como Adel al-Kalbani, que retó la prohibición wahabi de la música diciendo que ésta es permitida siempre que la letra no promueva el pecado.
La prensa saudí ha conjeturado que la determinación del rey puede haber sido motivada en parte por una reciente fatua que provocó indignación pública: El clérigo Sheik Abdul-Mohsen al-Obeikan dictaminó que si una mujer tiene que aparecer sin su velo delante de un hombre adulto con el que no tiene lazos familiares tiene la opción de amamantarle, porque eso establecería un lazo madre-hijo en la tradición islámica. Ese razonamiento ha sido visto en otras fatuas, pero es rechazado por la mayoría de los estudiosos el islam.
El analista político saudí Turk al-Hamad dice que limitar los derechos de fatua al panel oficial no es suficiente. “El estado tiene que intervenir. la jerarquía religiosa goza de libertad total. Eso no es aceptable”, dijo al-Hamad en una entrevista.
Hizo notar los fallos del consejo de clérigos sobre la yijad, o guerra santa, algunos de los cuales son lo suficientemente ambiguos como para ser interpretados en portales pro al-Qaida como una aprobación de la violencia a nombre del islam.
“Si uno respalda la yijad, eso significa que busca una guerra con el resto del mundo”, dijo al-Hamad.
Clérigos islámicos en todo el mundo emiten fatuas regularmente. Éstas varían en tono y opiniones, y los individuos pueden optar cuáles siguen. Las fatuas de otras partes del Oriente Medio tienen a ser más moderadas, pero el consejo saudí es influyente, pues el reino es hogar de los sitios más sagrados del islam y sus riquezas petroleras aumentan la influencia.
Los miembros del consejo son nombrados por el rey para términos de cuatro años. El gobierno generalmente no interviene en las opiniones de los clérigos, pero un miembro del consejo fue expulsado en el 2009 por criticar la universidad mixta, un proyecto de Abdullah.
Por otro lado, uno de los clérigos independientes más conservadores del reino aún emite fatuas, sin que haya habido represalias. El clérigo Abdul-Rahman al-Barrak respalda el yijad y en febrero causó conmoción al decir que quienes abogan por eliminar la segregación de los sexos deberían ser ejecutados.
“Ésta no es una reforma de la jerarquía clerical”, dijo Christopher Boucek, un experto de Arabia Saudí en el Carnegie Endowment for International Peace, del decreto real. “Es un proceso para institucionalizar y burocratizar el estado”.?