«Me han ofrecido cien mil euros por el riñón y no sé qué hacer»
Sus ojos y su cara lo dicen todo. Está nervioso y realmente agobiado. La publicación de su historia ayer ha causado «un revuelo impresionante». Su teléfono móvil echa humo. «He tenido que cargar la batería tres veces», apunta J.L.D., el malagueño que tiene puesto a la venta uno de sus riñones en una página web.
Su relato no ha dejado a nadie indiferente. Medios de comunicación de toda España han querido conocer de primera mano su dramática situación, incluso ofreciéndole grandes cantidades de dinero por su testimonio, pero no son las únicas llamadas que recibió ayer, ni las que más quebraderos de cabeza le están dando. En apenas unas horas tres personas se pusieron en contacto con él para interesarse por el riñón. «Me han ofrecido 80.000. 90.000 y 100.000 euros; más de lo que yo tenía pensado pedir», relata este soldador en paro, que nos recibe a última hora de la tarde en un restaurante de un polígono de la capital. Con los ojos vidriosos por el cansancio y la preocupación admite que no descarta ninguna opción: «Estoy súper agobiado, en el plan en que estoy la verdad es que no sé qué hacer», señala angustiado.
Según cuenta, las llamadas se realizan desde un número privado, y desconoce su procedencia. «Hablan en español, pero me dicen que tendría que viajar a un país del Este para practicarme la operación. Me vienen a buscar, me pagan el viaje y en cinco o seis días dicen que estoy de vuelta», cuenta. Las personas que estaban al otro lado de la línea, que no se identificaron, volverán a llamarle en unos días.
Propuestas serias
Aunque este tipo de anuncios pueden dar lugar a bromas de mal gusto, J. L. D. está convencido de que se trata de propuestas «serias», ante lo que no puede evitar sentir «miedo» por su salud y su integridad física. Algo que no es de extrañar, teniendo en cuenta que detrás de estas personas anónimas, que ni siquiera le han especificado en qué país exactamente se llevaría a cabo la transacción, puede esconderse una mafia de tráfico ilegal de órganos. Pero él no quiere ni oír hablar de eso.
A raíz de la repercusión que ha tenido su caso alguien le ha comentado que colgar un anuncio de este tipo en la Red no es delito, pero sí lo será antes de que acabe el año. Por ahora, no lo ha quitado, ni sabe si lo hará hasta que llegue ese momento. Lo que tiene claro es que no quiere volver a prisión, en la que estuvo 14 meses «por una discusión con mi ex mujer». «No quiero volver a cometer un delito porque ya lo he pasado bastante mal», dice.
Víctima del desplome de la construcción, en paro, recién salido de la cárcel, sin casa, con montones de deudas y una paga de 426 euros mensuales, sonríe tímidamente cuando piensa cómo podría cambiar todo con 100.000 euros en el bolsillo. Eso sí, a costa de perder un riñón. «Podría rehacer mi vida, comprar un piso y traerme a mi hijo los fines de semana», afirma. No poder ver a su pequeño, de nueve años es, precisamente, una de sus mayores penas. «La última vez que estuve con él fue el día de mi cumpleaños, y solo un par de horas», recuerda.
Después de haber echado decenas de currículos «en todos sitios» y no recibir respuesta, afirma que su situación es desesperada, tanto que hace oídos sordos a los consejos del único amigo que conoce sus intenciones. «Cuando le comenté que iba a colgar el anuncio me dijo que estaba loco, pero no le hice caso», reconoce. Hoy, después de recibir esas tres llamadas, que tal vez aumenten con el paso de las horas, su amigo ha vuelto a aconsejarle que borre sus datos de Internet «para evitar más golosinas tentadoras», pero ni por esas. El mensaje seguía publicado ayer en la página web de anuncios, con su número de móvil y el siguiente texto: «Hola, vendo riñón por necesidad, edad 43 años, buena salud, precio a negociar».
Ignorancia legal
Como él, otras muchas personas víctimas de la crisis económica se anuncian estos días en el ciberespacio dispuesta a desprenderse de uno de sus órganos para poder pagar la hipoteca o satisfacer las deudas pendientes. Muchos de ellos son extranjeros, pero también hay españoles, como este malagueño, que reconoce que no se asesoró antes de publicar el anuncio. «No sabía que podía cometer un delito, lo hice porque vi que había muchísimos más en Internet, incluso pidiendo 180.000 euros; creía que era totalmente legal», argumenta.
A pesar del revuelo montado alrededor suya y de las numerosas llamadas de teléfono que recibió ayer, su familia sigue sin saber nada. «Por el momento no quiero que se enteren», dice. El miércoles aseguraba que si encontraba un trabajo se olvidaría del asunto del riñón, ahora, con una oferta económica de ese calibre sobrevolando su cabeza, tal vez tenga más dudas. Eso sí, aunque insiste en que no descarta ninguna decisión al respecto, al final de esta entrevista, al despedirse, su última frase es: «Espero salir adelante sin tener que quitarme un riñón».
No lo vendas……