Nota sobre la encuesta de Madrid
Tal y como empezó la cosa (con una encuesta casera según la cual las diferencias entre Trinidad y Tomás eran decisivas) era de esperar que los poderes fácticos lo ratificaran mediante una encuesta con más pedigrí y, naturalmente, encontraron en medio “amigo” que les hiciera el trabajo. He aquí el comentario que le merece ese “trabajo” a un Estadístico Superior del Estado.
La encuesta de Metroscopia publicada en El País presenta carencias indudables, como el exiguo tamaño de la muestra (500 entrevistas telefónicas). Una muestra tan pequeña para lo que vale de verdad es para escribir un “titular”, pues la estabilidad que busca cualquier estadística no se puede obtener en estas condiciones. La prueba de ello la tenemos en algunos datos de la propia encuesta. Por ejemplo, ¿alguien puede creerse que el 50% de los madrileños sabe quién es Gregorio Gordo? En fin, eso es lo que pasa cuando uno toma partido y fuerza a una empresa demoscópica –en principio seria- para que “nos” haga una encuesta con el único fin de preparar un titular que satisfaga “al mando”. Una pena.
¿Y cuál ha sido la forma en la cual se ha calculado la diferencia en intención de voto PSOE entre Trinidad y Tomás? La técnica utilizada suele consistir en preguntar a la mitad de los encuestados con Tomás como candidato del PSOE y a la otra mitad con Trinidad como candidata. Al dividir la muestra en dos mitades, el error de muestreo se dispara y, desde luego, resulta mayor que la diferencia que, según la encuesta, existe entre Tomás y Trinidad.
Por otra parte, se ha producido una excesiva velocidad en el tratamiento (la encuesta se hizo el 9 y se publicó el 12 de septiembre, un tiempo insuficiente para realizar, por ejemplo, un adecuado tratamiento de las no-respuestas o cualquier otro contraste sobre la labor “de campo”).
Pero, en fin, hagamos como si nos creyéramos los resultados de la encuesta y vayamos a los datos brutos (voto directo, es decir, sin “cocina”) que publicó El País. Según estos datos, Trinidad le saca a Tomás 5,9 puntos porcentuales en intención de voto, pero ¿de dónde sale esta diferencia?
Desde luego, no del PP, que obtendría el mismo porcentaje, el 36,4% del voto directo, lo que llevaría a este partido (tras la “cocina”) a la mayoría absoluta (48,3% sobre el voto emitido). O sea que todo este lío montado por “la brigada paracaidista” no serviría de nada.
Aparte de al PP, a quien no arranca un solo voto, Jiménez arrebataría 0,9 puntos más que Tomás a IU, 0,4 puntos a “Otros”, 2,3 puntos a la abstención y 2,6 entre los indecisos, pero perdería frente a Tomás 0,5 puntos entre los que piensan votar a Rosa Díez (UPyD). Una magra cosecha la que, según la encuesta, obtendría Trinidad en perjuicio de IU (casi un punto) y entre ese magma imposible de clarificar de indecisos, abstencionistas y votantes a partidos marginales. Gentes todas ellas que suelen decidir, de verdad, en el último momento, es decir, tras la campaña electoral.
En pocas palabras: la encuesta, vista desde el rigor, sólo produce humo.